Editorial Alaire

...

Cualquier día, parado, tras una ventana
elevándose la niebla contra el estanque
de ese modo indolente en que los gatos
se rozan desperezándose, volveré a ver
la calle en la que las puertas son de aire.

Sin dintel ni jambas, en el número cinco
donde habitan los imposibles dormidos
entraré, despacio, a despertar su pulso.

Un campanario en alta mar sobre muros de hiedra,
la sombra de una esquina que nunca se dobla, islas
sobre columnas de traslúcidas sedas rosadas, soles
fluyendo en ríos donde nadar adormecidos; cauces
de pértigas infinitas con las que batir espacios.

Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente, me dirán los secretos
de la belleza.
Una factoría,
en la que se fabrica aquello que nunca existirá,
donde compraré un paquete de nada
envuelto en agua de colonia y labios que son lazos.

[tab=84]Cualquier día, alguien me hará señas
tras una ventana, y seré yo, niebla dormida, al otro
lado del estanque.

...

Bellísimo lirismo, Ignacio:

Has pintado una escena conmovedora.

Un beso
Ana

Dos números menos, pero la calle melancolía parece la misma.

Tendremos que mudarnos al barrio de la alegría, siguiendo la canción.

He visto a ese gato perezoso, y hasta se adivina el estanque con nuestros rostros. Y la niebla en envolviendo todo.

Muy bueno Ignacio.

Un abrazo.

Ignacio Mincholed escribió:Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente

Hola, Ignacio. Me ha gustado tu poema. La imagen de los libros, que acabo de citar, me parece muy bella y muy conseguida. Genial. Felicidades.

Genial, emotivo y bello poema. Me gustó como te acercas al recuerdo o al presente vacío. Felicidades.
Abrazos
Pilar

Ignacio Mincholed escribió:...

Cualquier día, parado, tras una ventana
elevándose la niebla contra el estanque
de ese modo indolente en que los gatos
se rozan desperezándose, volveré a ver
la calle en la que las puertas son de aire.

Sin dintel ni jambas, en el número cinco
donde habitan los imposibles dormidos
entraré, despacio, a despertar su pulso.

Un campanario en alta mar sobre muros de hiedra,
la sombra de una esquina que nunca se dobla, islas
sobre columnas de traslúcidas sedas rosadas, soles
fluyendo en ríos donde nadar adormecidos; cauces
de pértigas infinitas con las que batir espacios.

Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente, me dirán los secretos
de la belleza.
Una factoría,
en la que se fabrica aquello que nunca existirá,
donde compraré un paquete de nada
envuelto en agua de colonia y labios que son lazos.

[tab=84]Cualquier día, alguien me hará señas
tras una ventana, y seré yo, niebla dormida, al otro
lado del estanque.

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Un poema que bien pudiera ser de místicas proporciones. Me conmueve la belleza de las imagenes del estanque y la ventana. Un abrazo, Ignacio.

Hermoso e interesante trabajo, amigo Ignacio.
Abrazos.

Ignacio,

me gusta mucho este poema, amigo. Me gusta ese ambiente onírico y suave que consigues trasmitir, los detalles de aire modernista (estanque, columnas, hiedra...) aportan un fondo de buen lirismo sobre el que presentas la reflexión existencial:

Cualquier día seré yo niebla dormida

Me ha gustado mucho.

Abrazos.

Ignacio Mincholed escribió:...

Cualquier día, parado, tras una ventana
elevándose la niebla contra el estanque
de ese modo indolente en que los gatos
se rozan desperezándose, volveré a ver
la calle en la que las puertas son de aire.

Sin dintel ni jambas, en el número cinco
donde habitan los imposibles dormidos
entraré, despacio, a despertar su pulso.

Un campanario en alta mar sobre muros de hiedra,
la sombra de una esquina que nunca se dobla, islas
sobre columnas de traslúcidas sedas rosadas, soles
fluyendo en ríos donde nadar adormecidos; cauces
de pértigas infinitas con las que batir espacios.

Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente, me dirán los secretos
de la belleza.
Una factoría,
en la que se fabrica aquello que nunca existirá,
donde compraré un paquete de nada
envuelto en agua de colonia y labios que son lazos.

[tab=84]Cualquier día, alguien me hará señas
tras una ventana, y seré yo, niebla dormida, al otro
lado del estanque.

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De ambos lados de la emoción serás. Cinco, la inquietud, la acción, la libertad en trance, la libertad en simultáneo, el aire viajando hacia los motivos.

Me ha encantado, Ignacio; un abrazo.

Precioso, Ignacio!!
Un poema de una elegancia sublime. El poeta nos describe un mundo que se va creando verso a verso, un paisaje onírico entrevisto a traves una tela muy sutil, exactamente como
una "niebla dormida, al otro lado del estanque".

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un muy fuerte abrazo

Ignacio Mincholed escribió:...


la sombra de una esquina que nunca se dobla,


Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente, me dirán los secretos
de la belleza.
Una factoría,
en la que se fabrica aquello que nunca existirá,
donde compraré un paquete de nada
envuelto en agua de colonia y labios que son lazos.

[tab=84]Cualquier día, alguien me hará señas
tras una ventana, y seré yo, niebla dormida, al otro
lado del estanque.

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Un excelente poema, Ignacio, con pasajes realmente bellos y logrados. Mis felicitaciones, amigo.
Un abrazo.

Hermosas imágenes que en su desahogo descubren querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Ignacio Mincholed escribió:...

Cualquier día, parado, tras una ventana
elevándose la niebla contra el estanque
de ese modo indolente en que los gatos
se rozan desperezándose, volveré a ver
la calle en la que las puertas son de aire.

Sin dintel ni jambas, en el número cinco
donde habitan los imposibles dormidos
entraré, despacio, a despertar su pulso.

Un campanario en alta mar sobre muros de hiedra,
la sombra de una esquina que nunca se dobla, islas
sobre columnas de traslúcidas sedas rosadas, soles
fluyendo en ríos donde nadar adormecidos; cauces
de pértigas infinitas con las que batir espacios.

Libros, de páginas tan sutiles, hasta evaporarse
al contacto con la mente, me dirán los secretos
de la belleza.
Una factoría,
en la que se fabrica aquello que nunca existirá,
donde compraré un paquete de nada
envuelto en agua de colonia y labios que son lazos.

[tab=84]Cualquier día, alguien me hará señas
tras una ventana, y seré yo, niebla dormida, al otro
lado del estanque.

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Dibujas los espacios y los dotas de un aire propio y renovado.
Algún día seremos capaces de doblar las esquinas y de construir nuestros propios acantilados… con buenas vistas, por supuesto…
Me pareció un sugerente poema, y eso es de agradecer, con los mejores argumentos de la poesía.
Un saludo, Ignacio.

Ana Muela Sopeña escribió:Bellísimo lirismo, Ignacio:

Has pintado una escena conmovedora.

Un beso
Ana

Se me había pasado contestar... Gracias Ana, me alegra que te guste.

Un abrazo.
Ignacio

Antonia Mauro escribió:Dos números menos, pero la calle melancolía parece la misma.

Tendremos que mudarnos al barrio de la alegría, siguiendo la canción.

He visto a ese gato perezoso, y hasta se adivina el estanque con nuestros rostros. Y la niebla en envolviendo todo.

Muy bueno Ignacio.

Un abrazo.

Hay que procurar, al menos, pasear por ese barrio.
Gracias por la nota, Antonia.

Un abrazo.
Ignacio