nuevo aporte a la locura

[Marius Gabureanu]

Me inspiré en los avestruces
y en la caja donde guardabas tu ropa interior
cuando tenías la regla,
y creé el ataúd perfecto.
¿Te acuerdas del teatro situado en la esquina
de los cinco besos que fingían la tarde?
Lo que ahora pretende ser tu silencio,
también sirve
para que los árboles dejen de idolatrar fantasmas de la primavera.
Ahora nadie sabe lo que hay allí,
dicen que el viento ha despedido todos sus actores
y que son perros encerrados en celdas de perro
(excluido su derecho de luna llena),
que convierten en cielo de octubre
tu primera sonrisa.
Me inspiré en los avestruces,
en su cabeza escondida en la arena ardiente
de un desierto que no consiguen imaginar,
y en las sillas rotas del teatro convertido en perrera,
para poder apretar mis dientes
hasta que la nada apriete los suyos,
y andar por una calle
donde los párpados no importan,
con una caja de cartón cubriendo mi rostro,
y gritar que nadie sabe más que yo
porque nadie sabe más que yo,
nadie sabe anudar dos hilos de polvo,
incinerarse con solo abrir la ventana.

[Antonia Mauro]

Qué genialidad encontrarse con un poemazo así de camino al trabajo.
El trayecto será más ameno porque lo leeré unas cuantas veces.
La verdad que esta noche mi imnsonio y yo te hemos leído hace rato.

Esos versos finales arañan la piel y estremecen. Los otros también pero esos...uff.
Sólo tú puedes decir algo así: "anudar dos hilos de polvo".
Me recordó a la leyenda japonesa de los hilos rojos.

Eres un genio aunque no tengas lamparita mágica, ni falta que te hace.
Quiero ver tu libro en las librerías y comprármelo, sería una gozada y un orgullo.
Un abrazo.

[Rafel Calle]

Estoy totalmente de acuerdo con nuestra amiga Antonia. Este poema es increíble y tu manera de escribir es sensacional. Sinceramente, Marius, en todos estos años de poesía, tendría que escudriñar mucho para encontrar versos tan bien construidos como los que aquí presentas. Tu versificación es absolutamente feliz, combinas las palabras de una forma que si no es perfecta, le da un pellizquito.
En fin, ya no es solo lo que dices, sino cómo lo dices.
Mi más entusiasta enhorabuena, amigo Marius.
Abrazos.

[Luis M]

y gritar que nadie sabe más que yo
porque nadie sabe más que yo,
nadie sabe anudar dos hilos de polvo,
incinerarse con solo abrir la ventana.

Me gustan mucho tus "aportes a la locura", Marius, creo que es en los que más "arriesgas" y dejas volar tu genial imaginación.
En este último, muy hermoso en su totalidad, destaco sobre todo los versos finales, geniales para mi gusto. Mis felicitaciones y un fuerte abrazo, querido amigo.

[Antonia Mauro]

Se merece estar en lo alto.

[Hallie Hernández Alfaro]

Me inspiré en los avestruces
y en la caja donde guardabas tu ropa interior
cuando tenías la regla,
y creé el ataúd perfecto.
¿Te acuerdas del teatro situado en la esquina
de los cinco besos que fingían la tarde?
Lo que ahora pretende ser tu silencio,
también sirve
para que los árboles dejen de idolatrar fantasmas de la primavera.
Ahora nadie sabe lo que hay allí,
dicen que el viento ha despedido todos sus actores
y que son perros encerrados en celdas de perro
(excluido su derecho de luna llena),
que convierten en cielo de octubre
tu primera sonrisa.
Me inspiré en los avestruces,
en su cabeza escondida en la arena ardiente
de un desierto que no consiguen imaginar,
y en las sillas rotas del teatro convertido en perrera,
para poder apretar mis dientes
hasta que la nada apriete los suyos,
y andar por una calle
donde los párpados no importan,
con una caja de cartón cubriendo mi rostro,
y gritar que nadie sabe más que yo
porque nadie sabe más que yo,
nadie sabe anudar dos hilos de polvo,
incinerarse con solo abrir la ventana.

Enorme y pleno de una simbología muy profunda. Entrar al mundo Gabureanu es arriesgarse a que la tierra te haga cómplice de pájaros inmensos, de lobos sedientos, de luces perdidas en la verdad de unos ojos...

Cohesion exquisita, emoción a raudales, calidad superior; abrazos de los muy fuertes, amigo del alma.

[Pilar Morte]

Jolín, Marius, ¿Dónde escondes esos versos tan logrados, tan llenos de verdad y ternura aunque toques un tema espinoso ?
Me gustó mucho el poema que tan bien desarrollas sin perder la simbología. Felicidades.
Abrazos
Pilar

[Silvia Savall]

Me inspiré en los avestruces
y en la caja donde guardabas tu ropa interior
cuando tenías la regla,
y creé el ataúd perfecto.
¿Te acuerdas del teatro situado en la esquina
de los cinco besos que fingían la tarde?
Lo que ahora pretende ser tu silencio,
también sirve
para que los árboles dejen de idolatrar fantasmas de la primavera.
Ahora nadie sabe lo que hay allí,
dicen que el viento ha despedido todos sus actores
y que son perros encerrados en celdas de perro
(excluido su derecho de luna llena),
que convierten en cielo de octubre
tu primera sonrisa.
Me inspiré en los avestruces,
en su cabeza escondida en la arena ardiente
de un desierto que no consiguen imaginar,
y en las sillas rotas del teatro convertido en perrera,
para poder apretar mis dientes
hasta que la nada apriete los suyos,
y andar por una calle
donde los párpados no importan,
con una caja de cartón cubriendo mi rostro,
y gritar que nadie sabe más que yo
porque nadie sabe más que yo,
nadie sabe anudar dos hilos de polvo,
incinerarse con solo abrir la ventana.

Viva esta locura que nos muestras
con precisión y sentimiento.
Tus versos son originales y a la par de una maestría sublime.
Vuela alto compañero.
Abrazo fuerte.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Como siempre, amigo Marius, creas una orogénesis poética en cada entrega.

Ya me dirás, privadamente , lo que tomas.

Un fuerte abrazo

[Rosa Marzal]

Un poema de enorme fuerza simbólica. El avestruz que esconde su cabeza en la ardiente arena, que la entierra en la nada como para poder escuchar las ráfagas doradas de la memoria, de esa memoria a la que nos aferramos cuando la vida se nos antoja un largo invierno.

Tu creatividad no conoce límites, Marius.
Mi felicitación por esta magnífica entrega, querido amigo.

Abrazos.