Asfalto de tumbas
Publicado: Dom, 14 Abr 2019 2:47
Rojo sangre y esmaltado,
se viste de gala y duerme,
con tono frío y cansado,
de llagas del alma enferme.
Cada camino por otro,
cada trasiego otra carga,
no hay ni paja para el potro,
que alivie marcha tan larga.
Tanto se asoma y esconde,
tanto en busca de aire limpio,
que más ya no sabe dónde,
ni por más es carilimpio.
Se le marcha la mañana,
a modo de vientre oscuro,
cercado de miedo mana,
fiebre de otro día duro.
Con la tormenta, sin chusco,
con lluvia de sal, migaja,
dolor henchido tan brusco,
roja la sangre que ultraja.
De corazones sensibles,
de manos encallecidas,
rotas las almas rompibles,
arrastrando cuerpo y vidas.
Camisas, brechas sin capa,
manías y desconsuelo,
trajes de satén y napa,
voz de mando y terciopelo.
Por llorar, llora de angustia,
con manos secas de ruego,
de cara arrugada y mustia,
ojos dañados y ciego.
Perdura el viento y el mal,
las flores de eterna sed,
con grito, seco y mortal,
de débil cuerpo al caed.
Y muerde el polvo y se ahoga,
se enmudece la voz, calla,
herido mortal de droga
que no se oye cuando estalla.
Perdura el cuerpo y desnuda,
semilla que ayer regaba,
frágil, quebrada y menuda,
lacia y yerta aún brotaba.
Se arruinó el cielo sin luz,
borró la noche y su luna,
pudrió su cuerpo sin cruz,
durmió de nuevo en su cuna.
El agua ya no refresca,
tierra y ayer es asfalto,
no es posible la repesca,
para las suelas de espalto.
¿Habrá quién mire atrás,
de la vuelta y luego escuche?
¿Quizás seas tú, serás,
aquel que se apiade y luche?
Salvar que polvo no muerdan,
no irradien llantos de lodo,
no apague su voz, no pierdan,
de asfalto y tumbas, lo es todo.
se viste de gala y duerme,
con tono frío y cansado,
de llagas del alma enferme.
Cada camino por otro,
cada trasiego otra carga,
no hay ni paja para el potro,
que alivie marcha tan larga.
Tanto se asoma y esconde,
tanto en busca de aire limpio,
que más ya no sabe dónde,
ni por más es carilimpio.
Se le marcha la mañana,
a modo de vientre oscuro,
cercado de miedo mana,
fiebre de otro día duro.
Con la tormenta, sin chusco,
con lluvia de sal, migaja,
dolor henchido tan brusco,
roja la sangre que ultraja.
De corazones sensibles,
de manos encallecidas,
rotas las almas rompibles,
arrastrando cuerpo y vidas.
Camisas, brechas sin capa,
manías y desconsuelo,
trajes de satén y napa,
voz de mando y terciopelo.
Por llorar, llora de angustia,
con manos secas de ruego,
de cara arrugada y mustia,
ojos dañados y ciego.
Perdura el viento y el mal,
las flores de eterna sed,
con grito, seco y mortal,
de débil cuerpo al caed.
Y muerde el polvo y se ahoga,
se enmudece la voz, calla,
herido mortal de droga
que no se oye cuando estalla.
Perdura el cuerpo y desnuda,
semilla que ayer regaba,
frágil, quebrada y menuda,
lacia y yerta aún brotaba.
Se arruinó el cielo sin luz,
borró la noche y su luna,
pudrió su cuerpo sin cruz,
durmió de nuevo en su cuna.
El agua ya no refresca,
tierra y ayer es asfalto,
no es posible la repesca,
para las suelas de espalto.
¿Habrá quién mire atrás,
de la vuelta y luego escuche?
¿Quizás seas tú, serás,
aquel que se apiade y luche?
Salvar que polvo no muerdan,
no irradien llantos de lodo,
no apague su voz, no pierdan,
de asfalto y tumbas, lo es todo.