Editorial Alaire

Hoy me sacaste el odio, compañero,
esa arma letal que me asesina.
Viniste a mi aldea por la noche
ebrio de juventud tan mal nacida
que hiciste pagar tus desvaríos,
tu exceso de alcohol y tu porfía
al más noble de los gatos callejeros,
felino contiguo al alma mía.

Llevabas compañía, no lo dudo,
te erigiste en rey de los miserables;
alguien habrá reído tus (des)gracias,
otro habrá dicho “deja al gato, no lo mates”.
Pero tú, por encima de todos y de todo,
obraste.

Lo habrás llamado,
él siempre acudía:
rubio, cojo,
con una oreja partida
y un corazón gigante.
Te pidió comida, caricias…
¿Qué le diste?

Lo tuviste en tus manos asesinas…
¡Qué poco somos en manos de un cobarde!
La plaza, la fuente, la noche
fueron testigos
junto a otros cobardes.

Esta mañana me levanté y vi
el frontal de la fuente lleno de sangre,
cuatro botellas esparcidas por el suelo
y al “Roget” delante;
muerto, encima de la última piedra
a la que pude llorarle.

Me ha dolido profundamente este poema, Alonso, y ha hecho saltar en mí el resorte de la rabia.
Afortunadamente, la sociedad cada vez está más sensibilizada en el respeto hacia los animales, aunque son necesarias leyes más duras que castiguen el maltrato, leyes que eviten que actos atroces como este queden impunes.

Un cordial abrazo.

Ya nos conocemos un poquito, Alonso , y sabes que estas cosas me hierven el alma y la sangre. No logro entender como el ser humano puede llegar a ser tan hijo de puta con otro ser vivo que nunca le ha hecho nada malo (e incluso es agradecido y cariñoso con él).
De verdad no puedo comprender esa maldad y crueldad gratuitas, pero estoy seguro que cuando un chaval actúa así, algo importante tienen que ver sus padres y la educación recibida. Y lo que más me jode es que nuestros políticos y gobernantes no hacen absolutamente nada para evitar estas salvajadas (pues las leyes contra el maltrato animal en España son de risa), ¿acaso no seremos todos culpables por seguir votándoles..? . Un abrazo amigo.

Alonso Vicent escribió:Hoy me sacaste el odio, compañero,
esa arma letal que me asesina.
Viniste a mi aldea por la noche
ebrio de juventud tan mal nacida
que hiciste pagar tus desvaríos,
tu exceso de alcohol y tu porfía
al más noble de los gatos callejeros,
felino contiguo al alma mía.

Llevabas compañía, no lo dudo,
te erigiste en rey de los miserables;
alguien habrá reído tus (des)gracias,
otro habrá dicho “deja al gato, no lo mates”.
Pero tú, por encima de todos y de todo,
obraste.

Lo habrás llamado,
él siempre acudía:
rubio, cojo,
con una oreja partida
y un corazón gigante.
Te pidió comida, caricias…
¿Qué le diste?

Lo tuviste en tus manos asesinas…
¡Qué poco somos en manos de un cobarde!
La plaza, la fuente, la noche
fueron testigos
junto a otros cobardes.

Esta mañana me levanté y vi
el frontal de la fuente lleno de sangre,
cuatro botellas esparcidas por el suelo
y al “Roget” delante;
muerto, encima de la última piedra
a la que pude llorarle.

Conmovedor poema, estimado amigo, Alonso, ... que pena que haya personas que obren así. Gracias, por compartir.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Desde luego que dan ganas de llorar. Me cuesta entender matar para sobrevivir, pero es tremendamente cruel hacerlo por placer. Me gustó tu poema de denuncia.
Abrazos
Pilar

Hondamente sensible y sobrecogedor querido amigo...
Muy bello...un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Rosa Marzal escribió:Me ha dolido profundamente este poema, Alonso, y ha hecho saltar en mí el resorte de la rabia.
Afortunadamente, la sociedad cada vez está más sensibilizada en el respeto hacia los animales, aunque son necesarias leyes más duras que castiguen el maltrato, leyes que eviten que actos atroces como este queden impunes.

Un cordial abrazo.

Era el "Roget" un gato muy confiado y cariñoso; callejero, pero siempre de la misma calle, la mía y la suya.
Fue indescriptible la rabia que sentí al verlo colgando inherte sobre el pedestal de la fuente de la aldea en la que vivimos y que es camino de paso para las juergas de fin de semana de muchos. Malditos sean aunque los amparara la noche.
Un abrazo, Rosa, desde esta casa llena de gatos que hemos ido adoptando de a pocos.

Luis M. escribió:Ya nos conocemos un poquito, Alonso , y sabes que estas cosas me hierven el alma y la sangre. No logro entender como el ser humano puede llegar a ser tan hijo de puta con otro ser vivo que nunca le ha hecho nada malo (e incluso es agradecido y cariñoso con él).
De verdad no puedo comprender esa maldad y crueldad gratuitas, pero estoy seguro que cuando un chaval actúa así, algo importante tienen que ver sus padres y la educación recibida. Y lo que más me jode es que nuestros políticos y gobernantes no hacen absolutamente nada para evitar estas salvajadas (pues las leyes contra el maltrato animal en España son de risa), ¿acaso no seremos todos culpables por seguir votándoles..? . Un abrazo amigo.

Nos conocemos, querido Luis, en estos temas, y no es por nada que nos hierva la sangre cuando nos tropezamos con estas atrocidades.
De todas formas vamos a seguir tratando de hacerlo lo mejor posible, pese a las malas educaciones y a los pocos planes gubernamentales de respeto y consideración hacia los que comparten el entorno.
Un abrazote, Luis, desde esta misma aldea.

Begoña Egüen escribió:

Alonso Vicent escribió:Hoy me sacaste el odio, compañero,
esa arma letal que me asesina.
Viniste a mi aldea por la noche
ebrio de juventud tan mal nacida
que hiciste pagar tus desvaríos,
tu exceso de alcohol y tu porfía
al más noble de los gatos callejeros,
felino contiguo al alma mía.

Llevabas compañía, no lo dudo,
te erigiste en rey de los miserables;
alguien habrá reído tus (des)gracias,
otro habrá dicho “deja al gato, no lo mates”.
Pero tú, por encima de todos y de todo,
obraste.

Lo habrás llamado,
él siempre acudía:
rubio, cojo,
con una oreja partida
y un corazón gigante.
Te pidió comida, caricias…
¿Qué le diste?

Lo tuviste en tus manos asesinas…
¡Qué poco somos en manos de un cobarde!
La plaza, la fuente, la noche
fueron testigos
junto a otros cobardes.

Esta mañana me levanté y vi
el frontal de la fuente lleno de sangre,
cuatro botellas esparcidas por el suelo
y al “Roget” delante;
muerto, encima de la última piedra
a la que pude llorarle.

Conmovedor poema, estimado amigo, Alonso, ... que pena que haya personas que obren así. Gracias, por compartir.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Muchas gracias, Begoña, por venir y un abrazo más los maullidos de agradecimiento de los seis gatos que habitan esta vieja casa.

Amo a los gatos y todavía no olvido al mío que se fue el año pasado al cielo de los gatos. Un poema doloroso y que nos alcanza en la búsqueda de justicia, pues denuncia la maldad que hay en el mundo.
Ánimo, Alonso, que también hay muchos que amamos y respetamos a nuestros compañeros de otras especies. Debería haber pena de prisiòn bien severa para esa gente perversa y se evitaría, tal vez, que siguieran con estas atrocidades, porque muchos asesinos seriales empezaron matando animalitos.
Saludos afectuosos

Pilar Morte escribió:Desde luego que dan ganas de llorar. Me cuesta entender matar para sobrevivir, pero es tremendamente cruel hacerlo por placer. Me gustó tu poema de denuncia.
Abrazos
Pilar

Fue un poema denuncia y, más aún, un poema indignación, rabia, dolor. Se hacía de querer ese rubio callejero.
Yo tampoco entiendo el asesinato gratuito ni el placer que pueda producir... aunque me den ganas de matar a más de uno en estos casos. Pero yo no sirvo para eso.
Muchas gracias, Pilar, y un abrazote

Lunamar Solano escribió:Hondamente sensible y sobrecogedor querido amigo...
Muy bello...un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Muchas gracias, Nancy, y aquí seguimos rescatando gatos de la calle para este patio donde cabemos todos.
Un abrazo junto a mi agradecimiento.

Marimar González escribió:Amo a los gatos y todavía no olvido al mío que se fue el año pasado al cielo de los gatos. Un poema doloroso y que nos alcanza en la búsqueda de justicia, pues denuncia la maldad que hay en el mundo.
Ánimo, Alonso, que también hay muchos que amamos y respetamos a nuestros compañeros de otras especies. Debería haber pena de prisiòn bien severa para esa gente perversa y se evitaría, tal vez, que siguieran con estas atrocidades, porque muchos asesinos seriales empezaron matando animalitos.
Saludos afectuosos

Muchas gracias, Marimar, por acompañar en esta denuncia enrabietada y de impotencia ante el poco valor que se les da a las vidas ajenas.
Siguen siendo los humanos los que menos respetan las leyes de la naturaleza.
Un abrazo desde esta casa refugio.

No puedo comprender, ni quiero, la barbarie, la locura, la inhumanidad.
Me niego a pasar de hoja diciendo que fue fruto del alcohol, de la noche que confunde.
Tu poema-denuncia-homenaje, me ha puesto la piel de gallina, me ha cuajado los ojos.

Un fuerte abrazo mediterráneo para El Roget y para tí.

Alonso Vicent escribió:Hoy me sacaste el odio, compañero,
esa arma letal que me asesina.
Viniste a mi aldea por la noche
ebrio de juventud tan mal nacida
que hiciste pagar tus desvaríos,
tu exceso de alcohol y tu porfía
al más noble de los gatos callejeros,
felino contiguo al alma mía.

Llevabas compañía, no lo dudo,
te erigiste en rey de los miserables;
alguien habrá reído tus (des)gracias,
otro habrá dicho “deja al gato, no lo mates”.
Pero tú, por encima de todos y de todo,
obraste.

Lo habrás llamado,
él siempre acudía:
rubio, cojo,
con una oreja partida
y un corazón gigante.
Te pidió comida, caricias…
¿Qué le diste?

Lo tuviste en tus manos asesinas…
¡Qué poco somos en manos de un cobarde!
La plaza, la fuente, la noche
fueron testigos
junto a otros cobardes.

Esta mañana me levanté y vi
el frontal de la fuente lleno de sangre,
cuatro botellas esparcidas por el suelo
y al “Roget” delante;
muerto, encima de la última piedra
a la que pude llorarle.

Siento la tristeza en cada verso.
Ay compañero qué homenaje...
Besets perla.