Tela de araña
Publicado: Dom, 07 Abr 2019 23:15
Descargan las noches atormentando los días,
las horas resquebrajadas, los pasos no dados,
las sirenas de una tarde nublada
y aquellos panales donde la miel
comienza a estar amarga.
Los astros no son capaces de aparearse,
no sostienen firmamento alguno,
no soportan luces de candelabros heridos,
ni saben cómo hacer brillar unos ojos oxidados.
La maleza se oculta
con el sinsabor de un bosque
huérfano de floración,
silencioso como un desfile de esclavos.
Ayer no conoció un mañana,
como hoy fue incapaz de derretir
la fusión con el ayer,
no encuentra sendero
que lo lleve a las puertas
de un laberinto de vida.
Se tambalea el despertar de una noche
de agobio,
deshilachada, atemperada y a la vez tortuosa,
donde los vientos acechaban como huracanes,
los mares rugían como laderas en deshielo
y mi cuerpo sangraba sudor
atrapado en el borde de un abismo.
Tan solo recuerdo tímidos pasajes;
una luz a medio fundir,
el canto de la lluvia en la cornisa,
un escritorio sin identidad,
el pantalón del pijama manido,
un cigarrillo quemándome los dedos,
-tantas veces calcinados-,
y una cama desastrada y sin vestir.
Lo único invariable,
un viejo reloj, siempre en la misma hora,
y una tela de araña aburrida
compañera implacable de mis días.
las horas resquebrajadas, los pasos no dados,
las sirenas de una tarde nublada
y aquellos panales donde la miel
comienza a estar amarga.
Los astros no son capaces de aparearse,
no sostienen firmamento alguno,
no soportan luces de candelabros heridos,
ni saben cómo hacer brillar unos ojos oxidados.
La maleza se oculta
con el sinsabor de un bosque
huérfano de floración,
silencioso como un desfile de esclavos.
Ayer no conoció un mañana,
como hoy fue incapaz de derretir
la fusión con el ayer,
no encuentra sendero
que lo lleve a las puertas
de un laberinto de vida.
Se tambalea el despertar de una noche
de agobio,
deshilachada, atemperada y a la vez tortuosa,
donde los vientos acechaban como huracanes,
los mares rugían como laderas en deshielo
y mi cuerpo sangraba sudor
atrapado en el borde de un abismo.
Tan solo recuerdo tímidos pasajes;
una luz a medio fundir,
el canto de la lluvia en la cornisa,
un escritorio sin identidad,
el pantalón del pijama manido,
un cigarrillo quemándome los dedos,
-tantas veces calcinados-,
y una cama desastrada y sin vestir.
Lo único invariable,
un viejo reloj, siempre en la misma hora,
y una tela de araña aburrida
compañera implacable de mis días.