Séptima estación: Jesús carga con la cruz
sangrando sube y resonando baja
(Miguel Hernández, El rayo que no cesa)
Más que la herida duele su motivo.
Y los cuatro, pendientes del olivo,
curvan su rama con su peso fiero.
Es abrupto el camino al matadero
—bien lo sabe el añojo y el cautivo—;
laberinto fatal con hilo esquivo
y minotauros de cortante acero.
El cielo se desploma sobre el mundo
y un árbol se estrelló contra el planeta
en grandes colisiones siderales.
Y un Atlas agotado y errabundo
—de venas va la bóveda repleta—
besó en la piedra huellas animales.
