Hoy rezo en clave de sol
Publicado: Lun, 18 Mar 2019 1:16
Que me besen los gestos que conservan la infancia,
las voces en clave de sol.
Hay sonrisas azules
para los que miran de frente
e inducen armonía,
para los cuerpos que crecieron a la luz.
Con ellos se aprende a reír,
a compartir las uvas aunque anuncien frío,
a olvidar que la vida es un vaso de sed.
Lo demás:
el abrazo que no llega a las vértebras
ni dibuja emoción en los espejos;
no roza los cielos internos
ni deja mirlos en la frente;
no beben los adagios de los vientos
ni descansan en el umbral de los deseos.
A todos,
responde el silencio en la mirada.
ll
¿ Oyes?
Sí, ya sé,
Cerré las puertas
que otros abrían en mi nombre,
y ahora doy la llave a transeúntes ebrios.
Es cierto, un hombre gigante celebra
como llega febril la aurora:
casi alcanza la rama más elevada del día
mientras un aleteo de insectos
envuelve en colores el aire.
Es cierto, ser feliz no se compra,
pues las sombras descargan su sonido
en la tormenta que se ceba en la última copa.
Ya no hay círculo
que nos lleve siempre al mismo punto,
ni utopías que se hagan lumbre
para dejar ascuas de los sueños.
Sólo queda tiempo
para vivir, en un sprint,
los abrazos febriles de la vida,
las voces en clave de sol.
Hay sonrisas azules
para los que miran de frente
e inducen armonía,
para los cuerpos que crecieron a la luz.
Con ellos se aprende a reír,
a compartir las uvas aunque anuncien frío,
a olvidar que la vida es un vaso de sed.
Lo demás:
el abrazo que no llega a las vértebras
ni dibuja emoción en los espejos;
no roza los cielos internos
ni deja mirlos en la frente;
no beben los adagios de los vientos
ni descansan en el umbral de los deseos.
A todos,
responde el silencio en la mirada.
ll
¿ Oyes?
Sí, ya sé,
Cerré las puertas
que otros abrían en mi nombre,
y ahora doy la llave a transeúntes ebrios.
Es cierto, un hombre gigante celebra
como llega febril la aurora:
casi alcanza la rama más elevada del día
mientras un aleteo de insectos
envuelve en colores el aire.
Es cierto, ser feliz no se compra,
pues las sombras descargan su sonido
en la tormenta que se ceba en la última copa.
Ya no hay círculo
que nos lleve siempre al mismo punto,
ni utopías que se hagan lumbre
para dejar ascuas de los sueños.
Sólo queda tiempo
para vivir, en un sprint,
los abrazos febriles de la vida,