- MAD -
Publicado: Jue, 21 Feb 2019 18:45
La noche, como aceituna negra que rueda
sin control
hacia el centro exacto de la gran hoguera.
El murmullo suave del tráfico
se filtra por los conductos del aire acondicionado,
En la calle el frío aumenta la resolución de los contornos,
al fondo se divisan las cuatro torres,
vigías del desaliento
Borrachos multicolores pasean con el gorro calado,
y juran por los mil dioses,
hijos de todas las putas de Montera,
que volverán a olfatear el semen reseco
en las sábanas amarillentas.
Un anormal toca la guitarra en la esquina de Preciados,
canciones de amor para niños pijos
que sueñan con vientres de porcelana,
canta que el amor es un cuento de mierda
en el que los monstruos se follan a las princesas,
y me contagio de la risa que emana
del alcantarillado,
ruedo por su epidermis asfaltada.
La ciudad nunca duerme,
acaso se despereza de madrugada.
sin control
hacia el centro exacto de la gran hoguera.
El murmullo suave del tráfico
se filtra por los conductos del aire acondicionado,
En la calle el frío aumenta la resolución de los contornos,
al fondo se divisan las cuatro torres,
vigías del desaliento
Borrachos multicolores pasean con el gorro calado,
y juran por los mil dioses,
hijos de todas las putas de Montera,
que volverán a olfatear el semen reseco
en las sábanas amarillentas.
Un anormal toca la guitarra en la esquina de Preciados,
canciones de amor para niños pijos
que sueñan con vientres de porcelana,
canta que el amor es un cuento de mierda
en el que los monstruos se follan a las princesas,
y me contagio de la risa que emana
del alcantarillado,
ruedo por su epidermis asfaltada.
La ciudad nunca duerme,
acaso se despereza de madrugada.