Editorial Alaire

Marius Gabureanu escribió:Domingo por la mañana,
la alfombra de mi habitación
está llena de plumas ensangrentadas.
Supongo que dejé la ventana abierta
unos centímetros más
de lo que debía, y entraron, desde el frío
de un jardín ( que no es lo mismo que el frío de la calle),
pájaros a batallar por migas de pan
y por mis uñas arrancadas en el intento de suprimir
la deuda de caricias a todo cuanto no seré.
Camino hacia mi colección de porcelanas
para ver si lo que decide el rostro del tiempo
es un alud de plumas y monedas ensangrentadas.
Ayer no quiso ser sábado, parece
que ayer es un libro de Freud.
... Le suplicaba a mi hermano,
que sabe que el rocío es broma de dios,
que incinere mi lado izquierdo
simultáneamente al lado izquierdo de cinco zorras
para tener un tanto por ciento en el mercado de aullidos del más allá,
y lo que queda, junto a una caja de Marlboro,
hágase lágrima
en la pupila ciega de los terremotos.
Que nunca se sabe cuando a uno le entran ganas de fumar.

Marius Gabureanu escribió:Domingo por la mañana,
la alfombra de mi habitación
está llena de plumas ensangrentadas.

Es pronto para saberlo, pero la mañana con vocación de pájaro
suele tener la última palabra.

Supongo que dejé la ventana abierta
unos centímetros más
de lo que debía, y entraron, desde el frío
de un jardín ( que no es lo mismo que el frío de la calle),
pájaros a batallar por migas de pan
y por mis uñas arrancadas en el intento de suprimir
la deuda de caricias a todo cuanto no seré.

Los ví también, leves, mirando
la totalidad del ex amor, circundando nidos,
limpiando con dedicación las manos dolidas.
Cantan, sin espinas, crean aquello que será.

Camino hacia mi colección de porcelanas
para ver si lo que decide el rostro del tiempo
es un alud de plumas y monedas ensangrentadas.

No, es una colección de miradas ardientes
que descubren los hilos de la cera
y parecen curar los motivos del dolor.
El tiempo te ama.

Ayer no quiso ser sábado, parece
que ayer es un libro de Freud.

Inconsciente arremangado en los lunares del miedo
que a pesar de la adrenalina, es capaz de salvar
cualquier almohadón de plumas.

... Le suplicaba a mi hermano,
que sabe que el rocío es broma de dios,
que incinere mi lado izquierdo
simultáneamente al lado izquierdo de cinco zorras
para tener un tanto por ciento en el mercado de aullidos del más allá,
y lo que queda, junto a una caja de Marlboro,
hágase lágrima
en la pupila ciega de los terremotos.

Se hará caricia sin precedentes
en el vórtice de la humanidad poderosa,
en el iris del ave Fenix.

Que nunca se sabe cuando a uno le entran ganas de fumar.

Que nunca se sabe cuando el amor tocará los ventanales del domingo.

Marius Gabureanu escribió:
...para tener un tanto por ciento en el mercado de aullidos del más allá,
y lo que queda, junto a una caja de Marlboro,
hágase lágrima
en la pupila ciega de los terremotos.
Que nunca se sabe cuando a uno le entran ganas de fumar.

Marius Gabureanu escribió:Ha quedado de colección, querida Hallie. Tantas impresiones que hemos cambiado, sobre el tímido amanecer de la palabra. Es una prueba de que la belleza resiste con soló saber que no estamos solos. Me gustaría, con tu permiso, guardar este momento. Ha nacido nuestro poema. Aquí está. Recibe mis abrazos sinceros.

Marius Gabureanu escribió:M: Domingo por la mañana,
la alfombra de mi habitación
está llena de plumas ensangrentadas.
H: Es pronto para saberlo, pero la mañana con vocación de pájaro
suele tener la última palabra.
M: Supongo que dejé la ventana abierta
unos centímetros más
de lo que debía, y entraron, desde el frío
de un jardín ( que no es lo mismo que el frío de la calle),
pájaros a batallar por migas de pan
y por mis uñas arrancadas en el intento de suprimir
la deuda de caricias a todo cuanto no seré.
H: Los vi también, leves, mirando
la totalidad del ex amor, circundando nidos,
limpiando con dedicación las manos dolidas.
Cantan, sin espinas, crean aquello que será.
M: Camino hacia mi colección de porcelanas
para ver si lo que decide el rostro del tiempo
es un alud de plumas y monedas ensangrentadas.
H: No, es una colección de miradas ardientes,
que descubre los hilos de la cera
y parecen curar los motivos del dolor.
El tiempo te ama.
M: Ayer no quiso ser sábado, parece
que ayer es un libro de Freud.
H: Inconsciente arremangado en los lunares del miedo
que a pesar de la adrenalina, es capaz de salvar
cualquier almohadón de plumas.
M: ... Le suplicaba a mi hermano,
que sabe que el rocío es broma de dios,
que incinere mi lado izquierdo
simultáneamente al lado izquierdo de cinco zorras
para tener un tanto por ciento en el mercado de aullidos del más allá,
y lo que queda, junto a una caja de Marlboro,
hágase lágrima
en la pupila ciega de los terremotos.
H: Se hará caricia sin precedentes
en el vórtice de la humanidad poderosa,
en el iris del ave Fenix.
M: Que nunca se sabe cuando a uno le entran ganas de fumar.
H: Que nunca se sabe cuando el amor tocará los ventanales del domingo.

Marius Gabureanu escribió:
M: Domingo por la mañana,
la alfombra de mi habitación
está llena de plumas ensangrentadas.
H: Es pronto para saberlo, pero la mañana con vocación de pájaro
suele tener la última palabra.
M: Supongo que dejé la ventana abierta
unos centímetros más
de lo que debía, y entraron, desde el frío
de un jardín ( que no es lo mismo que el frío de la calle),
pájaros a batallar por migas de pan
y por mis uñas arrancadas en el intento de suprimir
la deuda de caricias a todo cuanto no seré.
H: Los vi también, leves, mirando
la totalidad del ex amor, circundando nidos,
limpiando con dedicación las manos dolidas.
Cantan, sin espinas, crean aquello que será.
M: Camino hacia mi colección de porcelanas
para ver si lo que decide el rostro del tiempo
es un alud de plumas y monedas ensangrentadas.
H: No, es una colección de miradas ardientes,
que descubre los hilos de la cera
y parecen curar los motivos del dolor.
El tiempo te ama.
M: Ayer no quiso ser sábado, parece
que ayer es un libro de Freud.
H: Inconsciente arremangado en los lunares del miedo
que a pesar de la adrenalina, es capaz de salvar
cualquier almohadón de plumas.
M: ... Le suplicaba a mi hermano,
que sabe que el rocío es broma de dios,
que incinere mi lado izquierdo
simultáneamente al lado izquierdo de cinco zorras
para tener un tanto por ciento en el mercado de aullidos del más allá,
y lo que queda, junto a una caja de Marlboro,
hágase lágrima
en la pupila ciega de los terremotos.
H: Se hará caricia sin precedentes
en el vórtice de la humanidad poderosa,
en el iris del ave Fenix.
M: Que nunca se sabe cuando a uno le entran ganas de fumar.
H: Que nunca se sabe cuando el amor tocará los ventanales del domingo.