Editorial Alaire

Marius Gabureanu escribió:
Soy un hombre privilegiado,
tengo un cuarto de baño con sus paredes blancas
donde puedo meditar sobre las paredes blancas de mi cuarto de baño,
tengo la nada a mano, sin esforzarme,
sin leer libros eróticos de dios
y no maquillo los pómulos de lo irreversible
a no ser que el microondas de mi alma esté dañado.


Me canso de mutilar palabras
con la finalidad de hacerte comprender
que nunca nos hemos encontrado.

Marius Gabureanu escribió:Soy un hombre privilegiado,
tengo un cuarto de baño con sus paredes blancas
donde puedo meditar sobre las paredes blancas de mi cuarto de baño,
tengo la nada a mano, sin esforzarme,
sin leer libros eróticos de dios
y no maquillo los pómulos de lo irreversible
a no ser que el microondas de mi alma esté dañado.
Tengo la nada a mano, como un soldado que recuerda entre misiles
que en su infancia ha desangrado varios topos
porque la sangre de topo es recomendada para escribir con ella
cartas de amor. Así lo decían aquellos veteranos de la guerra,
jugando ajedrez en 40 grados de calor.
Ojalá siempre haya más cipreses que muerte en los parques.
Ese batir de ataúdes que se apodera del pensamiento
me hace sentir que no hay en mí más muertos por regalar,
que soy violentamente reducido
a inventarlo todo.
Y me canso, a veces, amor,
cruzando la bahía de la muerte
en un barco de papel.
Me canso de mutilar palabras
con la finalidad de hacerte comprender
que nunca nos hemos encontrado.

Marius Gabureanu escribió:Soy un hombre privilegiado,
tengo un cuarto de baño con sus paredes blancas
donde puedo meditar sobre las paredes blancas de mi cuarto de baño,
tengo la nada a mano, sin esforzarme,
sin leer libros eróticos de dios
y no maquillo los pómulos de lo irreversible
a no ser que el microondas de mi alma esté dañado.
Tengo la nada a mano, como un soldado que recuerda entre misiles
que en su infancia ha desangrado varios topos
porque la sangre de topo es recomendada para escribir con ella
cartas de amor. Así lo decían aquellos veteranos de la guerra,
jugando ajedrez en 40 grados de calor.
Ojalá siempre haya más cipreses que muerte en los parques.
Ese batir de ataúdes que se apodera del pensamiento
me hace sentir que no hay en mí más muertos por regalar,
que soy violentamente reducido
a inventarlo todo.
Y me canso, a veces, amor,
cruzando la bahía de la muerte
en un barco de papel.
Me canso de mutilar palabras
con la finalidad de hacerte comprender
que nunca nos hemos encontrado.

Marius Gabureanu escribió: ↑Mié, 13 Feb 2019 15:38 Soy un hombre privilegiado,
tengo un cuarto de baño con sus paredes blancas
donde puedo meditar sobre las paredes blancas de mi cuarto de baño,
tengo la nada a mano, sin esforzarme,
sin leer libros eróticos de dios
y no maquillo los pómulos de lo irreversible
a no ser que el microondas de mi alma esté dañado.
Tengo la nada a mano, como un soldado que recuerda entre misiles
que en su infancia ha desangrado varios topos
porque la sangre de topo es recomendada para escribir con ella
cartas de amor. Así lo decían aquellos veteranos de la guerra,
jugando ajedrez en 40 grados de calor.
Ojalá siempre haya más cipreses que muerte en los parques.
Ese batir de ataúdes que se apodera del pensamiento
me hace sentir que no hay en mí más muertos por regalar,
que soy violentamente reducido
a inventarlo todo.
Y me canso, a veces, amor,
cruzando la bahía de la muerte
en un barco de papel.
Me canso de mutilar palabras
con la finalidad de hacerte comprender
que nunca nos hemos encontrado.