El patio de las luciérnagas
Publicado: Mié, 30 Ene 2019 16:18
En el fondo las luciérnagas son oscuras,
todas tienen el petróleo
para encender sus fuegos,
un ungüento salvaje
que destroza la pureza,
como si una rosa blanca
se volviera roja.
Luces solo luces,
trazos que son caminos
para los zapatos perforados.
Todos llevamos una luciérnaga
en el hueco negro del corazón,
o unas cuantas,
con su intermitencia
podemos ver algunas cosas,
por ejemplo,
cuando odiamos por primera vez
o cuando de morir salvamos la primavera
y aquel perro enfermo
que jadiaba su fallecimiento.
Cuando el sol vendó sus ojos,
cayó molido el espacio
sobre los lagos y la escarcha,
aplastado el reflejo
de las estrellas sobre el agua,
los pozos de nuestros pechos
brillaban siguiendo molidos,
los zumbidos danzaban
como las hojas cuando las toma el viento,
en un baile mortal,
diría en ascenso
en vez de caída,
porque no hay mejor manera
que morir libre,
sin la cueva de nuestros cuerpos,
sin los túneles de la noche,
solo estas chispas
movedizas en tu silencio,
antorchas de nuestra concavidad,
solo algunas luciérnagas
hacen del corazón un farol.
todas tienen el petróleo
para encender sus fuegos,
un ungüento salvaje
que destroza la pureza,
como si una rosa blanca
se volviera roja.
Luces solo luces,
trazos que son caminos
para los zapatos perforados.
Todos llevamos una luciérnaga
en el hueco negro del corazón,
o unas cuantas,
con su intermitencia
podemos ver algunas cosas,
por ejemplo,
cuando odiamos por primera vez
o cuando de morir salvamos la primavera
y aquel perro enfermo
que jadiaba su fallecimiento.
Cuando el sol vendó sus ojos,
cayó molido el espacio
sobre los lagos y la escarcha,
aplastado el reflejo
de las estrellas sobre el agua,
los pozos de nuestros pechos
brillaban siguiendo molidos,
los zumbidos danzaban
como las hojas cuando las toma el viento,
en un baile mortal,
diría en ascenso
en vez de caída,
porque no hay mejor manera
que morir libre,
sin la cueva de nuestros cuerpos,
sin los túneles de la noche,
solo estas chispas
movedizas en tu silencio,
antorchas de nuestra concavidad,
solo algunas luciérnagas
hacen del corazón un farol.