La baba de los caracoles
Publicado: Vie, 25 Ene 2019 19:43
Tuve un accidente grave
me contaba un joven
en silla de ruedas,
al desocupar el espacio donde estaba componiendo
hitos de soledad.
Eres dueño de dos sombras, le dije para animarlo.
Yo tomo bebidas energéticas
cuando no tengo nada que hacer.
A veces, en los trenes, te das cuenta
que hay una necesidad de quejarse
por encima del tiempo,
que si tuviéramos que escoger
entre vivir un día más
o lamentarnos lo que dura parpadear,
escogiéramos la segunda opción.
Hay hombres así, que se convierten en ídolos de la nada.
No es un delito
la vida que uno escoje
para derramar sus lágrimas.
Componer lágrimas aún no pertenece a ningún libro.
Hay muchos castillos desocupados en el alma.
Cada uno que vuelva a su silla de ruedas, dijo dios
porque las alas son una sombra al revés
de muchas sillas de ruedas, lo que hace volar
simplemente abdica y queda la corona de humos.
Sonreír a la gente que no encuentra espacio
porque su sombra es sombra de muchas cosas, eso sí es un delito.
Así que puse en función mi rostro de resaca
y empecé a parpadear de prisa, mientras el joven
colocaba encima de sus párpados unos cascos inmensos de lluvia
y en el lugar predilecto de mi sombra
había los ojos poéticos de la nada
centrados en la baba de los caracoles.
me contaba un joven
en silla de ruedas,
al desocupar el espacio donde estaba componiendo
hitos de soledad.
Eres dueño de dos sombras, le dije para animarlo.
Yo tomo bebidas energéticas
cuando no tengo nada que hacer.
A veces, en los trenes, te das cuenta
que hay una necesidad de quejarse
por encima del tiempo,
que si tuviéramos que escoger
entre vivir un día más
o lamentarnos lo que dura parpadear,
escogiéramos la segunda opción.
Hay hombres así, que se convierten en ídolos de la nada.
No es un delito
la vida que uno escoje
para derramar sus lágrimas.
Componer lágrimas aún no pertenece a ningún libro.
Hay muchos castillos desocupados en el alma.
Cada uno que vuelva a su silla de ruedas, dijo dios
porque las alas son una sombra al revés
de muchas sillas de ruedas, lo que hace volar
simplemente abdica y queda la corona de humos.
Sonreír a la gente que no encuentra espacio
porque su sombra es sombra de muchas cosas, eso sí es un delito.
Así que puse en función mi rostro de resaca
y empecé a parpadear de prisa, mientras el joven
colocaba encima de sus párpados unos cascos inmensos de lluvia
y en el lugar predilecto de mi sombra
había los ojos poéticos de la nada
centrados en la baba de los caracoles.