El bulo.
El zulo.
El que sin pretensiones es más terco que un mulo.
Mi estilo no se basa en dar por culo.
Hablo mierda de Dios con disimulo.
Su creación me aburre.
La mía se discurre.
No es ningún aquelarre.
Nadie hay que me roce ni me agarre.
Nadie hay que mejore mi desbarre.
La razón se la metan por el ano.
Precaución al cagarla, el ser humano.
La galaxia del verso les da caza.
Sin siquiera asomarse a la terraza.
Aquí tan solo se cocinan tortas.
Si no entiendes, no aportas.
Mi cerebro me dice lo contrario, a cada hora.
Esto será el rosario de la aurora.
Nada admito ni asumo.
Tus creencias e injurias me las fumo.
Yo pongo verde a Dios, y me colmo de gloria.
Soy el evangelista que enmierda los anales de la historia.
Todo sea por no llevarte la contraria.
Yo vivo en el presente, los demás en barbaria.
Yo le pego patadas a Dios y al diccionario.
Tú acabarás en un confesionario.
De boca para fuera, Dios en verso.
Si callo nunca otorgo. Miro, observo y converso.
Se han equivocado de universo.
Me he tragado un cosmos de calvarios.
Y ustedes se pelean por salarios.
Contrataré a sicarios.
Repartiré sudarios.
Yo les digo que no son necesarios.
No para destronarme de mi cruz.
Ya quisieran ser mierda, y poder ver la luz.
Me inspira un crucifijo con una calavera.
A mí no se me acerca ni siquiera una mosca cojonera.
Me saco de la manga una chistera.
Lo que digan de mí o de mis textos, lo dirán del más duro de mollera.
Mi estilo nunca es lo que parece.
Dios se les aparece.
Se quita la careta.
Les reta.
Les lee la cartilla.
También le da la vuelta a la tortilla.
Tranquis, yo haré que hinque la rodilla.
Hundo a Dios en mis cuencas. Me va de maravilla.
La horma de mi zapato, el símbolo de Dios.
“Con mis cordones ato.
Y con mis bendiciones mato.”
Hasta llegar a Mí hay un largo camino.
No adoctrino.
Ni extermino.
Ya pueden ir haciendo una cadena humana.
