Editorial Alaire

No se partió una montaña en dos.
Ni un pájaro cayó, sin razón aparente,
estrellando su vida contra el indolente asfalto.
Las flores siguieron coloridas y perfumadas.
El tiempo no se detuvo. Indiferente al sufrimiento ajeno.
Y el sol siguió calentando, con esplendorosa belleza,
todo cuanto su cegadora luz pudo alcanzar.

Pero las palabras...

Cortaron con la precisión de quién sabe asestar una herida letal.
Cada letra, una tras otra, entretejiéndose como una soga,
de la cual colgaría mi recuerdo unos segundos más tarde.
La mirada incrédula recorría las manchas negras sobre el pulcro blanco.
El silencio se desgarró, interrumpido por cada latido.
Tum.
Tum.
Y el tercero, el clandestino.
Tum. No puede ser.

Disciplinado para sufrir,
pero sin perder la capacidad de asombrarse,
siguió golpeando contra mi pecho.
Tratando, inútilmente, de no ceder ante la tristeza.
Me resigné y recibí con los ojos cerrados
la sensación de pérdida, con la que se hincha un corazón
que bien reconoce el nacimiento de una cicatriz.

Lloré en silencio.
Grité, como lo hacen los que saben sufrir... con la mirada.
Y te escribí esta despedida para no maldecirte.

Ara López escribió:No se partió una montaña en dos.
Ni un pájaro cayó, sin razón aparente,
estrellando su vida contra el indolente asfalto.
Las flores siguieron coloridas y perfumadas.
El tiempo no se detuvo. Indiferente al sufrimiento ajeno.
Y el sol siguió calentando, con esplendorosa belleza,
todo cuanto su cegadora luz pudo alcanzar.

Pero las palabras...

Cortaron con la precisión de quién sabe asestar una herida letal.
Cada letra, una tras otra, entretejiéndose como una soga,
de la cual colgaría mi recuerdo unos segundos más tarde.
La mirada incrédula recorría las manchas negras sobre el pulcro blanco.
El silencio se desgarró, interrumpido por cada latido.
Tum.
Tum.
Y el tercero, el clandestino.
Tum. No puede ser.

Disciplinado para sufrir,
pero sin perder la capacidad de asombrarse,
siguió golpeando contra mi pecho.
Tratando, inútilmente, de no ceder ante la tristeza.
Me resigné y recibí con los ojos cerrados
la sensación de pérdida, con la que se hincha un corazón
que bien reconoce el nacimiento de una cicatriz.

Lloré en silencio.
Grité, como lo hacen los que saben sufrir... con la mirada.
Y te escribí esta despedida para no maldecirte.

Qué duro es seguir siendo blando! Un poema bello y doloroso, Ara, me conmueve. E. R. Aristy

E. R. Aristy escribió:

Ara López escribió:No se partió una montaña en dos.
Ni un pájaro cayó, sin razón aparente,
estrellando su vida contra el indolente asfalto.
Las flores siguieron coloridas y perfumadas.
El tiempo no se detuvo. Indiferente al sufrimiento ajeno.
Y el sol siguió calentando, con esplendorosa belleza,
todo cuanto su cegadora luz pudo alcanzar.

Pero las palabras...

Cortaron con la precisión de quién sabe asestar una herida letal.
Cada letra, una tras otra, entretejiéndose como una soga,
de la cual colgaría mi recuerdo unos segundos más tarde.
La mirada incrédula recorría las manchas negras sobre el pulcro blanco.
El silencio se desgarró, interrumpido por cada latido.
Tum.
Tum.
Y el tercero, el clandestino.
Tum. No puede ser.

Disciplinado para sufrir,
pero sin perder la capacidad de asombrarse,
siguió golpeando contra mi pecho.
Tratando, inútilmente, de no ceder ante la tristeza.
Me resigné y recibí con los ojos cerrados
la sensación de pérdida, con la que se hincha un corazón
que bien reconoce el nacimiento de una cicatriz.

Lloré en silencio.
Grité, como lo hacen los que saben sufrir... con la mirada.
Y te escribí esta despedida para no maldecirte.

Qué duro es seguir siendo blando! Un poema bello y doloroso, Ara, me conmueve. E. R. Aristy

Sí, siempre ser blando pasa factura.

Gracias E.R.A.

¡Un abrazo enorme!

Un gran poema, Ara:

Se siente la tristeza. A veces las despedidas son simplemente desoladoras.

Bellísimos tus versos
Un beso grande
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:Un gran poema, Ara:

Se siente la tristeza. A veces las despedidas son simplemente desoladoras.

Bellísimos tus versos
Un beso grande
Ana

Mi tan querida Ana, tienes razón en lo que me comentas, tanto acerca de la tristeza como lo doloroso de despedirse. Sobre todo cuando no puedes hacerlo ni como es debido.

¡Gracias por pasar por acá!

¡Un beso y un abrazo!

El poema, sin duda, es la herida que supura. Y la tristeza empuja, con su magma caliente, el dolor hacia la superficie. Magníficos versos plenos de sentimiento.
Un saludo.

Te comprendo, querida amiga, y tus versos son como si fueran míos. Has escrito un poema donde el dolor parece que no te deja vencida, aunque ahogue. Me gustó mucho.
Abrazos
Pilar

Roberto López escribió:El poema, sin duda, es la herida que supura. Y la tristeza empuja, con su magma caliente, el dolor hacia la superficie. Magníficos versos plenos de sentimiento.
Un saludo.

Estimado Roberto, no te has equivocado en ninguna de las sensaciones que te transmitieron mis letras. Sí, fue un omento de mucho dolor, rabia, tristeza, incredulidad... pero dieron como resultad este poema, a modo de despedida... a modo de no partir una ventana jajajaja

Un abrazo.

Pilar Morte escribió:Te comprendo, querida amiga, y tus versos son como si fueran míos. Has escrito un poema donde el dolor parece que no te deja vencida, aunque ahogue. Me gustó mucho.
Abrazos
Pilar

Querida Pilar, siempre agradecida con tu presencia por mis letras. Hay dolores que compartimos con muchos y conocemos realmente de pocos. Aunque lamento que entiendas tanto a qué me refiero, me alegra saber que podemos reconocernos en medio de todo.

¡Un abrazo enorme!

Muy bello trabajo, amiga Ara.
Felicidades.
Abrazos.

Rafel Calle escribió:Muy bello trabajo, amiga Ara.
Felicidades.
Abrazos.

Querido Rafel, muchas gracias.

Un gran abrazo.