Editorial Alaire

Guillermo Cumar escribió:Porque veo ahí un por qué que no traduces ni responde, yo te pongo amiga mía un veredicto que responda y me diga
por qué eres tan poeta original sin resquebrajos ni mal pose.

Un abrazo con todas las de la ley sin tónicos resquicios.

Pilar Morte escribió:Porque ya no estás, ni respiras
en el hogar de mis versos.

Porque es recuerdo el último latido
de la alegría que se hacía alba.

Porque frenó el reloj y murieron las horas.

Porque me hice asteroide que se fundió en la nada
y quemaste la nave de los versos sin destino.

Porque la pena llena el hueco de las lágrimas,
y un horizonte blanqueado por el frío
es el color de mis ojos.

Porque no hay razón en abrazar un árbol
y quedarse a vivir en él,
ni coger margaritas
y ajarlas fuera de su tierra.

Porque cobijar un perro es vivir con alguien
que siempre tiene la mirada virgen,
un hocico que te llama con fuerza
y una lengua que restaña heridas sin sangre.

Porque duelen los puñales del silencio,
y el dolor viste de luto las horas.

Porque decir adiós sin un gesto que redima
es maltratar a un niño preso en su diablura.

Porque si, perdido en niebla, preguntas con angustia el camino
y la espalda te dan por la respuesta,
es que del edén de la tierra
agonizó lo más humano del hombre.

Alonso Vicent escribió:Los "porqués" siguen ahí, y las ausencias, y los recuerdos, y las horas detenidas... y los implicados.
Me encantó el poema, que ni pregunta ni responde; pero es constancia y consecuente con lo que ocurre.
Un abrazo, Pilar.

E. R. Aristy escribió:

Pilar Morte escribió:Porque ya no estás, ni respiras
en el hogar de mis versos.

Porque es recuerdo el último latido
de la alegría que se hacía alba.

Porque frenó el reloj y murieron las horas.

Porque me hice asteroide que se fundió en la nada
y quemaste la nave de los versos sin destino.

Porque la pena llena el hueco de las lágrimas,
y un horizonte blanqueado por el frío
es el color de mis ojos.

Porque no hay razón en abrazar un árbol
y quedarse a vivir en él,
ni coger margaritas
y ajarlas fuera de su tierra.

Porque cobijar un perro es vivir con alguien
que siempre tiene la mirada virgen,
un hocico que te llama con fuerza
y una lengua que restaña heridas sin sangre.

Porque duelen los puñales del silencio,
y el dolor viste de luto las horas.

Porque decir adiós sin un gesto que redima
es maltratar a un niño preso en su diablura.

Porque si, perdido en niebla, preguntas con angustia el camino
y la espalda te dan por la respuesta,
es que del edén de la tierra
agonizó lo más humano del hombre.

Conmovedor poema, Pilar. Su tono triste, desilusión, tal vez, me ha parecido desolador.


Abrazos, ERA

Ramón Carballal escribió:Un poema que rebosa emotividad. Me gustó mucho. Felicidades y un beso.