Dormir sin ti
Publicado: Mar, 12 Ago 2008 2:31
Tengo dos manos para prescindir de tu sexo
pero no me acostumbro a dormir solo,
me gustaría tanto que volvieras
a roncar la quinta sinfonía de Bethoven
aquí a mi oído.
Acepto que coloques una línea en el colchón
como si fuera una frontera
entre tu cuerpo y el mío
como si fuéramos dos países
en eterna guerra.
Tengo tanto miedo a morirme solo,
a cerrar los ojos y no volver a despertar,
a ser un cadáver sin sangre,
a que el despertador no se apiade de mis sueños,
porque tú no lo sabes
pero yo siempre soñé contigo
incluso antes de verte,
cuando no eras nadie
y yo era otro.
Ismael y Sabina se están dando puñetazos
en una esquina de mi habitación,
ambos quieren ser himno de tus ausencias,
desean ser la canción de despedida,
Marta dice que no volverás
a bajarte las bragas en mi cara,
ella no sabe nada, no es más que una mujer,
de dieciocho años.
Marta es más linda que tú,
es más joven,
su coño sabe a fresa,
sus pechos nunca duermen,
me deja decirle puta mientras ladra
algún gemido que rompen los silencios
de mis noches solitarias.
Pero Marta no sabe roncar,
ni entiende de países en guerra,
ni sale en mis sueños
y cuando se queda a dormir
nunca sabe si me he muerto.
Y yo tengo miedo Laura,
miedo a ser un cadáver sin sangre.
Me gustaría saber que haces ahora,
mientras Marta me planea un verano a ninguna parte
y ata mis manos a la cama
mis sueños a su cintura
y grita que te matará algún día,
que no vales más que un entierro sin flores.
Ella sólo es una mujer de dieciocho años.
Y yo un niño que te echa de menos.
pero no me acostumbro a dormir solo,
me gustaría tanto que volvieras
a roncar la quinta sinfonía de Bethoven
aquí a mi oído.
Acepto que coloques una línea en el colchón
como si fuera una frontera
entre tu cuerpo y el mío
como si fuéramos dos países
en eterna guerra.
Tengo tanto miedo a morirme solo,
a cerrar los ojos y no volver a despertar,
a ser un cadáver sin sangre,
a que el despertador no se apiade de mis sueños,
porque tú no lo sabes
pero yo siempre soñé contigo
incluso antes de verte,
cuando no eras nadie
y yo era otro.
Ismael y Sabina se están dando puñetazos
en una esquina de mi habitación,
ambos quieren ser himno de tus ausencias,
desean ser la canción de despedida,
Marta dice que no volverás
a bajarte las bragas en mi cara,
ella no sabe nada, no es más que una mujer,
de dieciocho años.
Marta es más linda que tú,
es más joven,
su coño sabe a fresa,
sus pechos nunca duermen,
me deja decirle puta mientras ladra
algún gemido que rompen los silencios
de mis noches solitarias.
Pero Marta no sabe roncar,
ni entiende de países en guerra,
ni sale en mis sueños
y cuando se queda a dormir
nunca sabe si me he muerto.
Y yo tengo miedo Laura,
miedo a ser un cadáver sin sangre.
Me gustaría saber que haces ahora,
mientras Marta me planea un verano a ninguna parte
y ata mis manos a la cama
mis sueños a su cintura
y grita que te matará algún día,
que no vales más que un entierro sin flores.
Ella sólo es una mujer de dieciocho años.
Y yo un niño que te echa de menos.