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T(i)emperamento

Publicado: Jue, 22 Nov 2018 15:42
por Ricardo López Castro.
Imagen
En la tísica holgura de los huéspedes,
resuena el caserón, como un guante de goma.

Voces del relicario, oraciones in vitro,
nacen gérmenes luengos y ovalados
entre los trazos finos del botijo.

Desde aquí puedo ver el espejo, e incluso dibujarlo.
Es la faja de víbora la que aprieta mis fauces.
Y la plasticidad de los rincones,
el ungüento de arroz en el costado,
el que hace de tus límites un modelo prehistórico.

Esa luna de ojos me lo dijo.​

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Son las ballenas mudas de la orquesta despótica,
el poliéster rayado de las bulbas,
xilófono labial de los marcos roídos,
la astilla diplomática del tiempo,
que en su boca penetra como un alud de soles,
escurridizas gamas de luz y de calor,
calor en las riberas, olas, islas, solitarios cardúmenes de sombras.

En aquella cabaña, aquel instante pálido de explanadas de versos,
fue mi pequeña voz la que instó a los sentidos.
Por poesía de fuego, cenizas en el suelo.
Por pajares de ensueño, agujas que me cosen a tus besos.

El daño de la témpera, el tapiz de la risa.
Pinceladas de luto y jubileos, rústicas emociones,
caparazón de hormigas,
trenzas de tiburón, mandíbulas, clepsidras.

Y al final del sendero, una luz que se apaga,
lejos, lejos, tan lejos, del reloj de pared,
que se enciende.

Es el interruptor, el opiático flujo de la imagen.
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Calamidad, la altura del sopapo,
y en el alud opaco de la lluvia,
un terreno de coches sin ventanas,
intransitable asir de limo, fango y óbices,
alquitrán del atrezzo de las náuseas,
vertiginosos códices del cierzo,
carmín de plastilina hundido en los volcanes,
insurrectos efluvios, quintaesencias,
se inoculan en pieles como píxeles,
y es esa misma piel la que envuelve al planeta,
y es un espacio sísmico de intestinos,
anacondas de agua que se ahoga.

Y el gigante católico del tiempo,
casi tan invisible como la visión.

-No se puede observar sobre observado-.​


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La figura cansada del recato,
me transmite tu piel por fascículos, lúpulos
cuneiformes sin naúfragos de esponja.
Es decir,
mis costillas se llueven.
Posos y copas, tizne, hollín y humo.
Los semblantes dispares, escaparate ciego.
Impersonales, átonas cúspides del clímax.
Dos nombres o pseudónimos.
Un pacto entre lobeznos y jaquecas.
Veladas en el vidrio, las farolas.
Trapecistas con nieve en los columpios.
Calorías, gravámenes de tregua.
El sustento equilátero de la lengua en el fuego.
La duración del alma del innífugo,
jovialidad recíproca, en desfibriladores.
Calaveras con sed, los gametos que exfolian
el poema.
La sugerencia súbdita,
preguntas sugerentes,
respuestas como olas, tsunami en rosetones.
Y las flores del ramo se beben nuestras fábulas.
Habitaciones tocan sin apuros.
Con la última capa de pintura.
Amanecen burbujas en un vaso,
las prendas del corsario que nunca llega a tiempo
al abordaje.
Ese minuto en coma violado con gemidos.
Donde lo surreal es que tu pelo corte el filo de mis uñas.
Es la distancia, huyendo en letanía.
En la misma prismática visión nos desollamos,
nos deshojamos,
nos desojamos.​
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Hay iglesias de cobre que renuevan el iris,
donde se reproducen los átomos de felpa,
atracciones y juncos de poniente,
que perpendiculares y contiguos,
inventan las pisadas sin ruido,
el órgano abrefácil,
la inmensidad del cuerpo que enciende la cerilla,
al rotar sobre el dedo las paredes,
la tiniebla apagada del panel de control,
los sentidos que juegan en las ingles,
como un libro sin hojas en otoño,
como un árbol sin ramas en verano,
donde flotan frondosas y tenaces
la memoria y la línea,
la primera vocal sin tumbos ni resabio,
el misal en que el viento es el olvido,
donde el cepillo ingente y el trauma de las víboras,
son picaduras toscas, ululando
-esa voz sin color que me destierra-.

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Vándalos barbitúricos del tráfico
se atascan en tu nombre, tu grito incongruente,
para que los sudarios vestidos de cortinas
y de cinturas, ingles, riscos impenetrables,
socavones y ferias del alma del bombero,
donde nace tu tuétano entre tules y floreros de híbridos,
-trasfiguración, vuelve de tu ocaso-,
se conforman tus neurotransmisores,
ruleta rusa, cepos para obuses,
suicidios sin cadáver, cuando ocultas tu cuerpo entre las sábanas,
o repletas el bolso para asfixias,
o sudas entre hombres el onanismo cívico,
en un ciclo de luces que abrasan los piropos,
el género del ámbar recolecta tu aroma,
mientras tumba nautilus, los estira y los castra
de vértebras,
de rastro,
de espejos
-diálisis del profeta verborreico-.
La locura del simio sin sandalias.
Y yo aquí, con la espalda traspasando mis ojos,
coloso que circula por arcenes,
hasta esfumar perímetros,
concentrado en un punto que es semáforo,
la autopsia de circuitos, microchips,
credenciales que arrancan parabrisas,
y de nuevo sin ruedas, triangulo ese relieve
que me convierte en plano,
mientras se me acuchillan helicópteros,
exploradores trencos, y esa cámara oculta
fotografía solo esa radiografía,
que rebana relámpagos
-incluido el cine mudo-.​
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En el conjuro módico del roble
se organizan vacíos,
lenguas de ornitorrinco,
paquetes de vals en las cajas de música,
caparazón propenso a la razón
-esa capa de lienzo entrelazado-,
obituarios
-ya no me dice nada la palabra-.

Re: T(i)emperamento

Publicado: Mié, 17 Abr 2019 6:47
por Administración Alaire
Sale de la Sala de Espera.

Re: T(i)emperamento

Publicado: Jue, 18 Abr 2019 19:12
por Guillermo Cumar
Aplaudo y felicito tu conjuro de roble y el tono importante de tu inspiración y su textura.

Un abrazo

Re: T(i)emperamento

Publicado: Dom, 21 Abr 2019 15:34
por Ricardo López Castro.
Gracias por comentar Guillermo.
Con o sin roble jajaja.
Abrazos y bendiciones.