Distintas. Necesarias.
Publicado: Jue, 20 Sep 2018 22:09
Tu palabra...
Tan osada, tan gruesa,
tan lejana
y tan intensamente
parecida a mi palabra.
¿Qué la hace tuya?
¿Qué la vuelve mía?
Si en vos
es un castillo inalterable,
muralla y fortaleza inhabitada
que a la vez,
se puebla de sombras.
En mí
es un espacio pequeñito
de cobijo grande,
de soles a medida
y misterios flagrantes.
En vos
es como un monstruo embravecido
que llega a rugir su furia
ante quien cree
el enemigo.
Y en mí
es piel descalza
incapaz de garras o de ruidos
que solo a defender atina
con esfuerzos que hoy están,
y mañana son olvido.
La palabra en vos es telaraña
que se pega, que te enreda
que te atrae y paraliza.
Que dormita en los rincones
y despreviene almas,
que hipnotiza y sin mirar atrás,
se marcha.
En mí, la palabra camina,
sin permisos
y se presta a los oídos,
se estanca o se eleva,
se trepa a veces, por piedad
o vuela.
Tan distintas
y tan necesarias.
Tus letras huelen a invierno.
Las mías, desordenadas,
de pronto montan la brisa
o se escapan despeinadas.
Tu palabra es casi trueno.
Mi palabra es casi calma.
Y a veces nos conmovemos,
confundimos las paradas
entonces...
Me vuelvo tormenta
que en tu pluma
encuentra playa.
Tan osada, tan gruesa,
tan lejana
y tan intensamente
parecida a mi palabra.
¿Qué la hace tuya?
¿Qué la vuelve mía?
Si en vos
es un castillo inalterable,
muralla y fortaleza inhabitada
que a la vez,
se puebla de sombras.
En mí
es un espacio pequeñito
de cobijo grande,
de soles a medida
y misterios flagrantes.
En vos
es como un monstruo embravecido
que llega a rugir su furia
ante quien cree
el enemigo.
Y en mí
es piel descalza
incapaz de garras o de ruidos
que solo a defender atina
con esfuerzos que hoy están,
y mañana son olvido.
La palabra en vos es telaraña
que se pega, que te enreda
que te atrae y paraliza.
Que dormita en los rincones
y despreviene almas,
que hipnotiza y sin mirar atrás,
se marcha.
En mí, la palabra camina,
sin permisos
y se presta a los oídos,
se estanca o se eleva,
se trepa a veces, por piedad
o vuela.
Tan distintas
y tan necesarias.
Tus letras huelen a invierno.
Las mías, desordenadas,
de pronto montan la brisa
o se escapan despeinadas.
Tu palabra es casi trueno.
Mi palabra es casi calma.
Y a veces nos conmovemos,
confundimos las paradas
entonces...
Me vuelvo tormenta
que en tu pluma
encuentra playa.