Pudo perfectamente resultar lo contrario.
¿Y qué dirán de mí?
Solo, expuesto a las letras y a ese "no", no a la carne ni al pecado.
Un museo ambulante de relaciones rotas,
en el lienzo de horrores sin estampa.
Ídolos que se esconden tras la frugalidad de esos principios,
esos putos principios que separan mi cuerpo
de la gravedad.
¿Dónde estoy? ¿Quién me espera?
Encima de la mesa, una palabra.