Mis brazos, tu pueblo
Publicado: Vie, 07 Sep 2018 15:06
Me han dicho que solo se extraña
en los ratos de silencio.
Que cuando se cierran las luces
y despierta el pensamiento
que viene a recorrer
de punta a punta, sigiloso,
cada día...
Es momento de extrañarte.
Me han dicho que hace falta calma
para evocar tu imagen
y que es necesario
que el resto quede detenido en mí
para que yo,
(con la complicidad
de esa improbable quietud)
llegue a pensarte.
Que las otras voces
deben cesar sus discursos
y entonces sí,
emergería el tuyo
como de un capullo cerrado
abriéndose en mi memoria.
Me han dicho que el extrañar,
necesita un trozo de tiempo.
Que requiere un espacio
inhabitado y propio
para tomar mi cuerpo
y trasladarme a los rincones
en los que, desde hace tanto cielo,
ya te encuentro.
Parece ser indispensable
el letargo del alma
para convocarte...
Como si las olas pudieran aturdir abismos
con la sola prepotencia del agua...
Creen que debiera vaciarme de otros
para darle paso a tu yo
que te tiene y no,
porque es tuyo,
pero es en mí.
Me han dicho
que mientras los demás me absorban
no quedará de mí, para vos.
Han decretado que mi anhelo
nunca será suficiente
para alzarte adonde quiero alcanzarte,
adonde quiero tenerte.
Que distraerme con nuevas saciedades
implicará
-indefectiblemente-
debilitarte en mí.
Y yo pregunto entonces:
¿Cómo se mide el silencio de esperarte?
¿Quién determina
cuán profundo es el valle
que se ha perdido en tu río?
¿Cómo será la orquesta
que complete tus sonidos
y termine vibrándome en vos?
¿Por cuánto tiempo
se puede disfrazar la ausencia
y cuánto tarda en diluirse el miedo
de no volver a verte
en mis brazos,
que se han nombrado
tu pueblo?
en los ratos de silencio.
Que cuando se cierran las luces
y despierta el pensamiento
que viene a recorrer
de punta a punta, sigiloso,
cada día...
Es momento de extrañarte.
Me han dicho que hace falta calma
para evocar tu imagen
y que es necesario
que el resto quede detenido en mí
para que yo,
(con la complicidad
de esa improbable quietud)
llegue a pensarte.
Que las otras voces
deben cesar sus discursos
y entonces sí,
emergería el tuyo
como de un capullo cerrado
abriéndose en mi memoria.
Me han dicho que el extrañar,
necesita un trozo de tiempo.
Que requiere un espacio
inhabitado y propio
para tomar mi cuerpo
y trasladarme a los rincones
en los que, desde hace tanto cielo,
ya te encuentro.
Parece ser indispensable
el letargo del alma
para convocarte...
Como si las olas pudieran aturdir abismos
con la sola prepotencia del agua...
Creen que debiera vaciarme de otros
para darle paso a tu yo
que te tiene y no,
porque es tuyo,
pero es en mí.
Me han dicho
que mientras los demás me absorban
no quedará de mí, para vos.
Han decretado que mi anhelo
nunca será suficiente
para alzarte adonde quiero alcanzarte,
adonde quiero tenerte.
Que distraerme con nuevas saciedades
implicará
-indefectiblemente-
debilitarte en mí.
Y yo pregunto entonces:
¿Cómo se mide el silencio de esperarte?
¿Quién determina
cuán profundo es el valle
que se ha perdido en tu río?
¿Cómo será la orquesta
que complete tus sonidos
y termine vibrándome en vos?
¿Por cuánto tiempo
se puede disfrazar la ausencia
y cuánto tarda en diluirse el miedo
de no volver a verte
en mis brazos,
que se han nombrado
tu pueblo?