Irremediablemente
Publicado: Jue, 23 Ago 2018 15:27
Mi tránsito por esta vida
busca irremediablemente
tus manos.
Y es que nuestros pasos
-los tuyos, los míos-
en lugar de acercarse y traernos
¡se fueron! ¡Nos dejaron!
El destino quiso
ser testigo de las alas
y nunca alertó
a estas golondrinas tempranas
que inocentes,
volaron a otros veranos.
Las caricias
-que siempre debieron ser nuestras-
consolaron a otras pieles
y de a ratos,
creyeron ser felices.
Pobres semillas esparcidas
que brotaron acomodadas
en la tierra que encontraron.
Pobres harapos taciturnos
que flotaron en el tiempo
prendidos a sus propios engaños.
Pero tu sangre y mi sangre
se saben.
Desde algún sitio remoto,
desde algún paraíso lejano
que quizás, jamás conozcamos,
tus hilos se enredan con mis hilos.
Tus ecos son campanadas
y mi carne las descifra... Tus llamadas
se extienden largo a mis brazos,
me llegan y me arrebatan
del frío sol de este invierno
que viene a salir
sin miradas.
Tu cielo es tan de mi cielo.
Tu boca es tan mis palabras
que si te pienso, te nombro,
como si la voluntad callada
se negara a la conciencia
y solo clamara esperanzas.
Estoy tan en tus venas,
estás tan en mi alma
que el tránsito en esta vida,
irremediablemente,
termina en tus palmas.
busca irremediablemente
tus manos.
Y es que nuestros pasos
-los tuyos, los míos-
en lugar de acercarse y traernos
¡se fueron! ¡Nos dejaron!
El destino quiso
ser testigo de las alas
y nunca alertó
a estas golondrinas tempranas
que inocentes,
volaron a otros veranos.
Las caricias
-que siempre debieron ser nuestras-
consolaron a otras pieles
y de a ratos,
creyeron ser felices.
Pobres semillas esparcidas
que brotaron acomodadas
en la tierra que encontraron.
Pobres harapos taciturnos
que flotaron en el tiempo
prendidos a sus propios engaños.
Pero tu sangre y mi sangre
se saben.
Desde algún sitio remoto,
desde algún paraíso lejano
que quizás, jamás conozcamos,
tus hilos se enredan con mis hilos.
Tus ecos son campanadas
y mi carne las descifra... Tus llamadas
se extienden largo a mis brazos,
me llegan y me arrebatan
del frío sol de este invierno
que viene a salir
sin miradas.
Tu cielo es tan de mi cielo.
Tu boca es tan mis palabras
que si te pienso, te nombro,
como si la voluntad callada
se negara a la conciencia
y solo clamara esperanzas.
Estoy tan en tus venas,
estás tan en mi alma
que el tránsito en esta vida,
irremediablemente,
termina en tus palmas.