Estío
Publicado: Mar, 21 Ago 2018 18:12
...
Hoy, tiempo de porcelana y musgo, en estas noches livianas
cuando las cicatrices apenas se disimulan tras las telas leves,
recordar es simultáneo al vivir, por hacerse urgente lo banal.
Cualquier forma de recuerdo es distinta a lo vivido.
Las tapias más altas, las faldas con más vuelo, la cal más viva,
su nombre oculto en el olvido; el mar y los besos más de abril.
Aquellas copas de salón
entre espejos y cristales de color
medio llenas de licor 43,
las rubias del playboy y ese dolor
en los hombros quemados de sol.
Moscas que se drogaban,
rehenes de mis tonterías,
con las escamas de jabón.
Las sábanas de aquel blanco azul
tendidas a los aires sur del estío.
El bañador liso, nailon gris naval
que en los inviernos olía a playa
y a ella con acento francés.
Hoy, tiempo de pérgola y camisa blanca, las mangas remangadas,
con la luna desvelando tu piel bajo el tul verde tomillo, y ese olor
metálico de moluscos en rumor de algas entre la espuma, mezcla
delirante de naranjas amargas sobre tu escote de cobre, y el mar.
No te enviaré ni culpas ni rosas
si la luz se enturbia bajo el farol.
Todas las culpas son cuchillos que hieren el orgullo de los amantes.
Todas las rosas son lápidas, pétalos de plomo, sin destino de amor.
Hoy, que recuerdo según vivo,
el aire es más sutil, tu mirada más clara, tu nombre siempre en mí.
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Hoy, tiempo de porcelana y musgo, en estas noches livianas
cuando las cicatrices apenas se disimulan tras las telas leves,
recordar es simultáneo al vivir, por hacerse urgente lo banal.
Cualquier forma de recuerdo es distinta a lo vivido.
Las tapias más altas, las faldas con más vuelo, la cal más viva,
su nombre oculto en el olvido; el mar y los besos más de abril.
Aquellas copas de salón
entre espejos y cristales de color
medio llenas de licor 43,
las rubias del playboy y ese dolor
en los hombros quemados de sol.
Moscas que se drogaban,
rehenes de mis tonterías,
con las escamas de jabón.
Las sábanas de aquel blanco azul
tendidas a los aires sur del estío.
El bañador liso, nailon gris naval
que en los inviernos olía a playa
y a ella con acento francés.
Hoy, tiempo de pérgola y camisa blanca, las mangas remangadas,
con la luna desvelando tu piel bajo el tul verde tomillo, y ese olor
metálico de moluscos en rumor de algas entre la espuma, mezcla
delirante de naranjas amargas sobre tu escote de cobre, y el mar.
No te enviaré ni culpas ni rosas
si la luz se enturbia bajo el farol.
Todas las culpas son cuchillos que hieren el orgullo de los amantes.
Todas las rosas son lápidas, pétalos de plomo, sin destino de amor.
Hoy, que recuerdo según vivo,
el aire es más sutil, tu mirada más clara, tu nombre siempre en mí.
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