Cogidos de la mano
Publicado: Jue, 26 Jul 2018 22:18
Hay distancia.
Hay distancia entre la herida que supura espacios
y tiende su costra sobre un escenario intruso.
No sabemos imaginarnos un camino lejano,
es posible que incluso queramos ignorarlo,
vivir en la cercanía nos da la seguridad
que el tiempo y sus arrugas a veces nos niega.
Sí, existe demasiado hueco entre la pubertad,
la carrera de adulto y un DNI longevo,
un beso en la cara, uno en los labios
y ese beso dulce y amargo, con fecha de caducidad.
Hay distancia.
Hay tanta, como una orilla de playa
y un horizonte tan perfecto geométricamente
y de tan intrigante profundidad.
Tanta, como un cielo desgarrado,
desatado y lluvioso,
iluminado por relámpagos y un tronar
tan bello y asustadizo…, tanta.
Hay distancia entre esa flor que se antoja bella y perfumada,
y esa otra sin pétalos y marchita, regada de llantos.
Todo nos da miedo, nos asusta,
una mirada de dolor es tan lejana
como una de amor envuelta en una carta, se siente cercana.
Un rio seco no dispone de caudal,
pero sin un mar riega su desembocadura
renace con el roce de los rayos de sol
y el frescor de sus aguas cristalinas.
Un adiós en compañía acelera el corazón,
empaña las pupilas, humedece los párpados,
se siente, se siente, se siente…
El adiós en soledad, ahoga el alma,
dibuja un túnel oscuro difícil de ingresar,
una grieta sajada a cada paso sin aliento,
y duele, duele, te envenena la sed de vida.
Existe distancia,
a veces tan lejana,
que no llegamos a ver el final,
a veces tan cercana,
que sin darnos cuenta,
nos la encontramos al doblar la esquina.
Y no siempre se cubre con la piel arrugada,
ni cogidos de la mano.
Hay distancia entre la herida que supura espacios
y tiende su costra sobre un escenario intruso.
No sabemos imaginarnos un camino lejano,
es posible que incluso queramos ignorarlo,
vivir en la cercanía nos da la seguridad
que el tiempo y sus arrugas a veces nos niega.
Sí, existe demasiado hueco entre la pubertad,
la carrera de adulto y un DNI longevo,
un beso en la cara, uno en los labios
y ese beso dulce y amargo, con fecha de caducidad.
Hay distancia.
Hay tanta, como una orilla de playa
y un horizonte tan perfecto geométricamente
y de tan intrigante profundidad.
Tanta, como un cielo desgarrado,
desatado y lluvioso,
iluminado por relámpagos y un tronar
tan bello y asustadizo…, tanta.
Hay distancia entre esa flor que se antoja bella y perfumada,
y esa otra sin pétalos y marchita, regada de llantos.
Todo nos da miedo, nos asusta,
una mirada de dolor es tan lejana
como una de amor envuelta en una carta, se siente cercana.
Un rio seco no dispone de caudal,
pero sin un mar riega su desembocadura
renace con el roce de los rayos de sol
y el frescor de sus aguas cristalinas.
Un adiós en compañía acelera el corazón,
empaña las pupilas, humedece los párpados,
se siente, se siente, se siente…
El adiós en soledad, ahoga el alma,
dibuja un túnel oscuro difícil de ingresar,
una grieta sajada a cada paso sin aliento,
y duele, duele, te envenena la sed de vida.
Existe distancia,
a veces tan lejana,
que no llegamos a ver el final,
a veces tan cercana,
que sin darnos cuenta,
nos la encontramos al doblar la esquina.
Y no siempre se cubre con la piel arrugada,
ni cogidos de la mano.