Memorias (V) (Retirado del proyecto)
Publicado: Mié, 25 Jul 2018 20:05
En un recodo del ansia
donde el azar se refugia,
ignorado de ilusiones,
probablemente gamuza
para limpiar la memoria
que en el futuro se ensucia,
no hace mucho que penaba
en una densa burbuja,
un pasado de disfraces
de poca o mucha lujuria.
De un tejido bipolar
entre costuras y empeño
de seductor que convive
con la hipocresía en celo,
empezó de sastrecillo
de faldas y grandes vuelos,
entretenido en zurcir
solterías sin remedio.
Era en plena dictadura
de militares y hormona
que moviliza los dedos
para sosegar impulsos,
o llega como un enjambre
que busca pinchar farolas.
En no pocos edificios,
donde habitar es destreza
de las mentes confinadas
en una jaula de amebas,
era su hacer cotidiano,
y emociones, mas inciertas
porque al destino y al campo
quería ponerle puertas.
Por las razones de un fuego
que sobrevive en la vela
que consumen sociedades
y políticos e iglesias,
sus artes fueron dispendios,
locuras y muchas vueltas
en asexuados prostíbulos
y lunas de largas menguas.
Después de un ir y venir
de muslos —más bien apaños—,
por no parecer feliz
vinieron los malos tragos.
Nunca fueron duraderas
las emociones sin causa
verídicamente hermosa,
más bien fueron una casa
de construcción poco sólida,
donde la cama es derrumbe
y, lo demás, mariposas
que polinizan el miedo
al porvenir de las rosas.
Ahora ya muerto en el acto
de una virtud pasajera,
como el agua en un torrente
que saca lustre a las piedras,
el pulso late despacio,
la memoria se acelera,
todo en él parece yermo,
desolado en la ribera,
viendo fluir la corriente,
ya no le crece la hierba.
donde el azar se refugia,
ignorado de ilusiones,
probablemente gamuza
para limpiar la memoria
que en el futuro se ensucia,
no hace mucho que penaba
en una densa burbuja,
un pasado de disfraces
de poca o mucha lujuria.
De un tejido bipolar
entre costuras y empeño
de seductor que convive
con la hipocresía en celo,
empezó de sastrecillo
de faldas y grandes vuelos,
entretenido en zurcir
solterías sin remedio.
Era en plena dictadura
de militares y hormona
que moviliza los dedos
para sosegar impulsos,
o llega como un enjambre
que busca pinchar farolas.
En no pocos edificios,
donde habitar es destreza
de las mentes confinadas
en una jaula de amebas,
era su hacer cotidiano,
y emociones, mas inciertas
porque al destino y al campo
quería ponerle puertas.
Por las razones de un fuego
que sobrevive en la vela
que consumen sociedades
y políticos e iglesias,
sus artes fueron dispendios,
locuras y muchas vueltas
en asexuados prostíbulos
y lunas de largas menguas.
Después de un ir y venir
de muslos —más bien apaños—,
por no parecer feliz
vinieron los malos tragos.
Nunca fueron duraderas
las emociones sin causa
verídicamente hermosa,
más bien fueron una casa
de construcción poco sólida,
donde la cama es derrumbe
y, lo demás, mariposas
que polinizan el miedo
al porvenir de las rosas.
Ahora ya muerto en el acto
de una virtud pasajera,
como el agua en un torrente
que saca lustre a las piedras,
el pulso late despacio,
la memoria se acelera,
todo en él parece yermo,
desolado en la ribera,
viendo fluir la corriente,
ya no le crece la hierba.