Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:Me ha encantado de principio a final. Volveré a leerlo
Un abrazo
Pilar

Víctor Vergara Valencia escribió:

Aún me llama mi Mauritania de arena.
Mano dorada que purifica mi frente.
Tumba mía. Libre mía. Alcoholizada de Sol.
Sé que ahí me aguarda la tremenda muerte de luz.
El madero de sal del cementerio mundo.
De vaciado mundo que me reclama la silueta
para acogerme a mis nadas.
La inmensa colección de nadas de mi pecho.

(...)

El violín del Sol
clavará su aguja hipodérmica en el tuétano de mi alma
y eternamente real, luciré por primera vez.
Nena.

¿No oyes ya el crepitar del Sol
que quema la flor de mi boca?








víctor







.

carmen iglesia escribió:
Precioso, Víctor... sin duda diferente a lo que te venía leyendo últimamente... La primera estrofa está llena de lirismo... el poema entero es "maduro"... vamos, una de mis mejores lecturas de hoy en los foros... Encantada de leerte un poema tan magnífico...

Por cierto, estoy al ladito de Sevilla, jajaja... de vacaciones en mi mar...y desde allí te mando un beso gordo...

Carmen

Lo de "maduro" me ha dejado un poco preocupado, porque con la madurez viene el posicionamiento y el estancamiento. Prefiero seguir siendo un inmaduro incorregible, .

Los días que el Sol es menos intenso es porque estoy por allí .

pedro arguedas ibáñez escribió:Ya el título tiene una fuerza que desubica el juicio. Y el texto entero es una pura delicia, de esas que invitan a decir la palabra henchido, henchido de nada en concreto, henchido de todo. Un abrazo, amigo, agradecido.

Ligia Calderón Romero escribió:Víctor Vergara Valencia,

Mi estimado poeta que maravillosas, aunque nostálgicas, imágenes pintas en estos versos, muy sentidos tocando los acordes del alma en esa tremenda sepultura de luz, llevan tus versos una inmensa carga de lirismo, bellísimos, magistralmente plasmados.

Enhorabuena tu poesía, un deleitre para mi alma.

Víctor Vergara Valencia escribió:[/FLASH].






Aún me llama mi Mauritania de arena.
Mano dorada que purifica mi frente.
Tumba mía. Libre mía. Alcoholizada de Sol.
Sé que ahí me aguarda la tremenda muerte de luz.
El madero de sal del cementerio mundo.
De vaciado mundo que me reclama la silueta
para acogerme a mis nadas.
La inmensa colección de nadas de mi pecho.

Y un sepulterio talismán turquesa
apagará su gélida cola sobre mi labio de incendio.
Ese será el alivio del amante errabundo.
Y cuando la hoja afilada del viento
bruña mi risueña osamenta,
bajo el espejo menguante dormiré
reflejo de la luna duna.

No me erguirá más
no me portará más
no me sentirá más,
mi esqueleto.

El violín del Sol
clavará su aguja hipodérmica en el tuétano de mi alma
y eternamente real, luciré por primera vez.
Nena.

¿No oyes ya/ el crepitar/ del Sol
que quema la flor/ de mi boca?








víctor







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