Editorial Alaire

Atizado por una música
de amoríos y guerras,
en la misma esquina de entonces,
en el mismo libro sin alma,
he pasado los años olvidando
la sordera del tiempo.
Y pienso ahora que tanto paraguas
fue inútil, que la lluvia
era la forma de la historia,
del bosque y de la lejanía,
lo que pudimos tejer entre sueños
a pesar del óxido derramado.
Mi memoria navega la resaca
de la misma esquina y del mismo libro
atizada por un lamento,
por una música de siempre.
Es eterno el Lamento de la Ninfa
(haz que vuelva mi amor
tal como antaño fue),
como también lo es
el que hoy –el que siempre–
leerá un poema a pesar nuestro,
cómplice anónimo de nuestra voz,
como nosotros ahora lo somos
–que me perdone el músico–
de Monteverdi.

Excelente poema, Enrique; bordas el lamento, la idea, el sollozo, la cercanía, el arte, la vida apresurada entre los mitos, desenvainada flor de luz...

Me gusta mucho como llegas a ese final tan acertado.

Aplausos a rabiar, compañero.

Sabrosón poema que endulza las formas de tu poesía y el ajuste del tono con el perfil
luciente.

Un abrazo

Hermoso trabajo, amigo Enrique.
Abrazos.

Profundidad esencial en ese quejido que carga luz y vida...
Un gusto leerte amigo...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Hallie Hernández Alfaro escribió:Excelente poema, Enrique; bordas el lamento, la idea, el sollozo, la cercanía, el arte, la vida apresurada entre los mitos, desenvainada flor de luz...

Me gusta mucho como llegas a ese final tan acertado.

Aplausos a rabiar, compañero.

Mucho tiempo sin respuesta a tu amable comentario, Hallie. Mis excusas y agradecimiento por tu paso por este poema inspirado por un lamento.

Un cordial saludo.

Guillermo Cumar. escribió:Sabrosón poema que endulza las formas de tu poesía y el ajuste del tono con el perfil
luciente.

Un abrazo

Otro abrazo para ti Guillermo. Un placer contar con tu paso por este poema.

Un cordial saludo

enrique sanmol escribió:Atizado por una música
de amoríos y guerras,
en la misma esquina de entonces,
en el mismo libro sin alma,
he pasado los años olvidando
la sordera del tiempo.
Y pienso ahora que tanto paraguas
fue inútil, que la lluvia
era la forma de la historia,
del bosque y de la lejanía,
lo que pudimos tejer entre sueños
a pesar del óxido derramado.
Mi memoria navega la resaca
de la misma esquina y del mismo libro
atizada por un lamento,
por una música de siempre.
Es eterno el Lamento de la Ninfa
(haz que vuelva mi amor
tal como antaño fue),
como también lo es
el que hoy –el que siempre–
leerá un poema a pesar nuestro,
cómplice anónimo de nuestra voz,
como nosotros ahora lo somos
–que me perdone el músico–
de Monteverdi.

"Y pienso ahora que tanto paraguas
fue inútil, que la lluvia
era la forma de la historia,
del bosque y de la lejanía,
lo que pudimos tejer entre sueños
a pesar del óxido derramado."

Todo el poema es digno de aplausos,
los paraguas son una de mis debilidades
y la estrofa que señalo, compañero,
es una delicia poética.
Un placer de lectura, Enrique,
un gusto descubrir tus letras.
Un cordial saludo.

Un muy hermoso lamento el que se destila a través de tus versos.
Mi aplauso.

Un abrazo.

Bien navega tu memoria y tu pensamiento a través del lamento de la Ninfa.

Un abrazo

Es una alegría volverte a ver por aquí, viejo amigo. Quizá como creo que ya he dicho alguna vez, nosotros, Ferreiro y Sammol, somos de los más veteranos de los de Internet.

Respecto a tu poema, como siempre, brillante

Destacaré estas última parte:

"Mi memoria navega la resaca
de la misma esquina y del mismo libro
atizada por un lamento,
por una música de siempre.
Es eterno el Lamento de la Ninfa
(haz que vuelva mi amor
tal como antaño fue),
como también lo es
el que hoy –el que siempre–
leerá un poema a pesar nuestro,
cómplice anónimo de nuestra voz,
como nosotros ahora lo somos
–que me perdone el músico–
de Monteverdi"


Por esa música, por esa poesía, que al cabo del tiempo, y después de cambios y evoluciones siempre permanece en nosotros.

Un fuerte abrazo.

enrique sanmol escribió:Atizado por una música
de amoríos y guerras,
en la misma esquina de entonces,
en el mismo libro sin alma,
he pasado los años olvidando
la sordera del tiempo.
Y pienso ahora que tanto paraguas
fue inútil, que la lluvia
era la forma de la historia,
del bosque y de la lejanía,
lo que pudimos tejer entre sueños
a pesar del óxido derramado.
Mi memoria navega la resaca
de la misma esquina y del mismo libro
atizada por un lamento,
por una música de siempre.
Es eterno el Lamento de la Ninfa
(haz que vuelva mi amor
tal como antaño fue),
como también lo es
el que hoy –el que siempre–
leerá un poema a pesar nuestro,
cómplice anónimo de nuestra voz,
como nosotros ahora lo somos
–que me perdone el músico–
de Monteverdi.

Me ha pArecido un poema al lector anónimo, a la ninfa Euterpe, al poeta que escucha todo lo que el tiempo ensordecedor deja ir. Maravilloso poema, Enrique Sanmol. ERA

Rafel Calle escribió:Hermoso trabajo, amigo Enrique.
Abrazos.

Muchas gracias, amigo Rafel, por dejarme tu comentario.

Hoy estoy intentando ponerme al día con todos los comentarios que dejé sin respuestas... ¡espero lograrlo!

Un cordial saludo.

Lunamar Solano escribió:Profundidad esencial en ese quejido que carga luz y vida...
Un gusto leerte amigo...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Esa música y los sentimientos que evoca son casi eternos... o así me lo parecen a mí.

Agradecido por tu paso, Lunamar. Un cordial saludo.

Rosario Martín escribió: "Y pienso ahora que tanto paraguas
fue inútil, que la lluvia
era la forma de la historia,
del bosque y de la lejanía,
lo que pudimos tejer entre sueños
a pesar del óxido derramado."

Todo el poema es digno de aplausos,
los paraguas son una de mis debilidades
y la estrofa que señalo, compañero,
es una delicia poética.
Un placer de lectura, Enrique,
un gusto descubrir tus letras.
Un cordial saludo.

Yo también tengo debilidad por los paraguas y los impermeables... artefactos que nunca logran del todo protegernos de las inclemencias del tiempo.

Muchas gracias y un cordial saludo.