¿Decir no? ¿Decir sí?
Publicado: Dom, 24 Jun 2018 0:23
I
Decir que no,
tal vez la salida a una incomprensión,
a la ideología de no escuchar,
para comprender, meditar,
responder con la lógica, no con la soberbia,
agitar el anhelo que te proporcionan
las cosas bien hechas,
bien realizadas, bien resueltas.
II
Decir que sí,
a veces no deja de ser una respuesta sorda,
la no importancia del asunto a tratar,
la indiferencia oculta y a veces necesaria,
la respuesta a una salida incómoda,
a una conversación equivocada,
a un discurso perdido en la disolución
de una mente maniatada por la desidia,
con los ojos sin nada que mirar,
con oídos parcos a escuchar.
III
En el fondo, ambas se parecen,
pasean del mismo lado,
navegan en la misma dirección,
y aunque acaben por separarse,
siempre llegan a un punto donde volver a unirse.
El ser humano tiene la potestad de hacerlo,
de convertir un no correcto
en un sí traicionero,
de mirarte a la cara con una sonrisa
y dejar caer un rotundo y elegante no,
aunque, tal vez, el sí fuera la mejor opción,
es posible que la única.
Pero somos el rey de la plataforma,
el amo de nuestras victorias
y el padecer de nuestras derrotas,
el orgulloso y grotesco ser
cuya corona se forja de cualquier idea
valorada por nuestro ego
y desprestigiada por la realidad.
IV
Al final, tan triste como inútil,
no existe un sí correcto,
un no incorrecto,
o ambos, pueden ser ambas cosas.
La incorrección se maneja por los hilos
que movemos a nuestro antojo,
por esas aguas inquietas incapaces de seguir un curso,
y que desbocan su furia en cualquier resquicio,
para huir de los algoritmos
y no quedar enjauladas en las rejas de la miseria.
En definitiva, es probable que tú no entiendas
esta disyuntiva que propongo,
o acaso sí,
pero es seguro que habrá quien diga no
a mi argumentación,
y otro al que le parezca correcta y piense
que sí tengo razón.
V
¿Cuál será la respuesta correcta?
¿El sí? ¿el no?
Probablemente todos estemos equivocados,
posiblemente todos tengamos razón.
VI
Pero, no cabe duda,
acabaremos encontrándonos.
Decir que no,
tal vez la salida a una incomprensión,
a la ideología de no escuchar,
para comprender, meditar,
responder con la lógica, no con la soberbia,
agitar el anhelo que te proporcionan
las cosas bien hechas,
bien realizadas, bien resueltas.
II
Decir que sí,
a veces no deja de ser una respuesta sorda,
la no importancia del asunto a tratar,
la indiferencia oculta y a veces necesaria,
la respuesta a una salida incómoda,
a una conversación equivocada,
a un discurso perdido en la disolución
de una mente maniatada por la desidia,
con los ojos sin nada que mirar,
con oídos parcos a escuchar.
III
En el fondo, ambas se parecen,
pasean del mismo lado,
navegan en la misma dirección,
y aunque acaben por separarse,
siempre llegan a un punto donde volver a unirse.
El ser humano tiene la potestad de hacerlo,
de convertir un no correcto
en un sí traicionero,
de mirarte a la cara con una sonrisa
y dejar caer un rotundo y elegante no,
aunque, tal vez, el sí fuera la mejor opción,
es posible que la única.
Pero somos el rey de la plataforma,
el amo de nuestras victorias
y el padecer de nuestras derrotas,
el orgulloso y grotesco ser
cuya corona se forja de cualquier idea
valorada por nuestro ego
y desprestigiada por la realidad.
IV
Al final, tan triste como inútil,
no existe un sí correcto,
un no incorrecto,
o ambos, pueden ser ambas cosas.
La incorrección se maneja por los hilos
que movemos a nuestro antojo,
por esas aguas inquietas incapaces de seguir un curso,
y que desbocan su furia en cualquier resquicio,
para huir de los algoritmos
y no quedar enjauladas en las rejas de la miseria.
En definitiva, es probable que tú no entiendas
esta disyuntiva que propongo,
o acaso sí,
pero es seguro que habrá quien diga no
a mi argumentación,
y otro al que le parezca correcta y piense
que sí tengo razón.
V
¿Cuál será la respuesta correcta?
¿El sí? ¿el no?
Probablemente todos estemos equivocados,
posiblemente todos tengamos razón.
VI
Pero, no cabe duda,
acabaremos encontrándonos.