y tomaste el air-bus de aquel albatros,
(business-class, y viento a la deriva)
templó sus alas en suave aterrizaje, allí, donde la roca
tuerce el rumbo y hace gemir la cresta de las olas.
Y hablamos de eso que hablan los amigos,
del nombre de las cosas, del pan y la palabra,
de cómo los ciempiés se limpian los zapatos...
y mientras te mostré la roca de las cinco,
en pura comunión de sal y agua,
sangrante por la ausencia,
erguida como un sol,
orgullo y savia de aquel que sabe
- sólo él –
a qué saben los dedos despistando la palabra
y ver
si saben sólo a beso.
Te fuiste, caro amigo, esperando en el andén de las gaviotas
uno,
dos
y tres graznidos,
primer vagón y un chú-chú,
como de risas
de esas que sólo hablan los amigos.
( Te acuerdas? Alicante se había puesto el mar por montera y las gaviotas andaban a la greña, como siempre )