Editorial Alaire

En la oscuridad palpita una luz en su extravío.
Un rumor tornasolado atalaya en el viento
la imposible bóveda de un cielo quebrado en dos mitades.
Sobre la arena de la playa el mar enmudece su huella
en un istmo de ebúrneas espumas.
Una cima derrotada se oculta bajo un dintel de nubes,
con mejillas de ángeles se confunden su opadas tripas.
Los ríos con sus sólidas arterias se desvanecen en un sueño de líquida ebriedad.
Al pie del bosque teje la niebla su espesa fronda inmaculada,
elevado sobre sus raíces un transido tronco muda su piel antigua.
¡Cerraos ojos míos, voy a vaciarme el corazón como un niño asustado,
de cuyo llanto nada sabe esa otra orilla del mundo!

Es precioso, Ramón. Vas construyendo las imágenes con suma belleza. Es como si el tiempo se detuviese para oir tu poema.

Aplausos sonoros y un abrazo de los grandes.

Todo el poema conduce necesariamente un paisaje interno que nos brindas con unos versos llenos de lirismo y sensibilidad.
Un abrazo Ramón.

Bella descripción poética, Ramón. Ha sido un gusto leerte, amigo.
Un fuerte abrazo.

Una preciosidad de poema. Me gustó mucho, te adentra en la belleza de la naturaleza con sensibilidad y lirismo.
Besos
Pilar

Me ha gustado el poema. Lo he sentido como si describieras desde el borde de los párpados, a veces mirando hacia adentro y a veces mirando hacia afuera. Las imágenes son muy buenas, muy logradas. Gracias por compartirlo.

Un abrazo

Àlex

Hallie Hernández Alfaro escribió:Es precioso, Ramón. Vas construyendo las imágenes con suma belleza. Es como si el tiempo se detuviese para oir tu poema.

Aplausos sonoros y un abrazo de los grandes.

Muchas gracias, querida amiga Hallie, por tu palabra generosa y apoyo a mis letras.

Un abrazo mayúsculo.

Ramón Castro Méndez escribió:En la oscuridad palpita una luz en su extravío.
Un rumor tornasolado atalaya en el viento
la imposible bóveda de un cielo quebrado en dos mitades.
Sobre la arena de la playa el mar enmudece su huella
en un istmo de ebúrneas espumas.
Una cima derrotada se oculta bajo un dintel de nubes,
con mejillas de ángeles se confunden su opadas tripas.
Los ríos con sus sólidas arterias se desvanecen en un sueño de líquida ebriedad.
Al pie del bosque teje la niebla su espesa fronda inmaculada,
elevado sobre sus raíces un transido tronco muda su piel antigua.
¡Cerraos ojos míos, voy a vaciarme el corazón como un niño asustado,
de cuyo llanto nada sabe esa otra orilla del mundo!

Muy bueno.

Me ha encantado.

Un abrazo.

Armilo Brotón escribió:Todo el poema conduce necesariamente un paisaje interno que nos brindas con unos versos llenos de lirismo y sensibilidad.
Un abrazo Ramón.

Muy agradecido, Armilo, por tu paso y apreciado comentario.

Un fuerte abrazo.

Manuel Sánchez escribió:Bella descripción poética, Ramón. Ha sido un gusto leerte, amigo.
Un fuerte abrazo.

Muy agradecido, Manuel, por tu paso y estimado comentario.

Un fuerte abrazo.

Pilar Morte escribió:Una preciosidad de poema. Me gustó mucho, te adentra en la belleza de la naturaleza con sensibilidad y lirismo.
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, por tus amables y generosas palabras.

Besos.

Sensible y muy emotiva la escena que retratan tus versos querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Àlex Gállego escribió:Me ha gustado el poema. Lo he sentido como si describieras desde el borde de los párpados, a veces mirando hacia adentro y a veces mirando hacia afuera. Las imágenes son muy buenas, muy logradas. Gracias por compartirlo.

Un abrazo

Àlex

Muchas gracias a ti, Alex, por leerme y por tu apreciado comentario.
¿A quién no se le ha despeñado alguna vez un cielo debajo de los párpados?

Un fuerte abrazo.

Ramón Castro Méndez escribió:En la oscuridad palpita una luz en su extravío.
Un rumor tornasolado atalaya en el viento
la imposible bóveda de un cielo quebrado en dos mitades.
Sobre la arena de la playa el mar enmudece su huella
en un istmo de ebúrneas espumas.
Una cima derrotada se oculta bajo un dintel de nubes,
con mejillas de ángeles se confunden su opadas tripas.
Los ríos con sus sólidas arterias se desvanecen en un sueño de líquida ebriedad.
Al pie del bosque teje la niebla su espesa fronda inmaculada,
elevado sobre sus raíces un transido tronco muda su piel antigua.
¡Cerraos ojos míos, voy a vaciarme el corazón como un niño asustado,
de cuyo llanto nada sabe esa otra orilla del mundo!

Un poema bellísimo, con imágenes que deslumbran y cautivan, gracias por el momento, ha sido todo un placer mi paso por tu poesía, un fuerte abrazo Poeta.

Cecilia

Estupendo, esencial y embriagador poema, Ramón.
Te felicito por estos versos tan profundos y bellos.
Recibe un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones!