Destello Roto
Publicado: Jue, 17 May 2018 17:47
Vuelve como un pedazo de vida incompleta,
Pero con la mirada altiva para defender lo que no puede.
Ante mí, presentando una gallardía que brilla…
Reconozco el terror que le recorre por dentro.
Simula valentía, se enviste en ella con naturalidad,
la misma con la que un pájaro extiende sus alas
y emprende el vuelo seguro y ligero a través del vacío.
Aun así, lo observo completamente desnudo ante mí.
Un lamentable despojo de máscaras superpuestas,
que pretende intimidar con la mirada de un hombre
pero tiembla con el miedo del niño que espera el castigo.
Un intento de misterio reforzado que se desquebraja.
Cuanta lástima me inspira su osadía maquillada.
¿Acaso existe algo más triste que atestiguar la desnudez
que no desea ser observada e intenta cubrirse a toda costa?
Lo observo tal cual es y advierte mi mirada como un disparo.
Atraviesa todo lo que oculta con un esfuerzo doloroso,
puedo sentir cómo el tormento que le aflige le marca,
cómo va quemando lentamente su postura, sus caretas,
y se van abriendo sus cicatrices como flores en primavera.
Una tristeza incalculable me invade sin poder evitarlo,
porque revivo su figura sin heridas, sin artificios.
Me invaden las imágenes de su forma sin jirones,
y siento el punzante sufrimiento que intenta fallidamente ocultar.
Me ha convertido en más que un testigo de su decadencia,
me ha hecho parte de su ruina, el suelo donde se ha estrellado.
Pretendiendo, sin admitirlo, que recolecte las partes
y lo reconstruya a fuerza de recuerdos, anhelos, añoranza y compasión.
No comprende. No ha sobrevivido un ápice de lo que fue,
ninguna verdad se ha consolidado y desea mostrarse.
No comprende. Sus máscaras van cayendo una tras otra
y presencio una lluvia infinita de rostros sin nombre.
Ahora entiendo plenamente mi tristeza y mi pena.
El amor no mencionado por el que se ha presentado,
lo que ha venido a buscar para hallarse de alguna manera,
para armarse nuevamente y dejar de ser un recuerdo abatido,
ya no existe.
Pero con la mirada altiva para defender lo que no puede.
Ante mí, presentando una gallardía que brilla…
Reconozco el terror que le recorre por dentro.
Simula valentía, se enviste en ella con naturalidad,
la misma con la que un pájaro extiende sus alas
y emprende el vuelo seguro y ligero a través del vacío.
Aun así, lo observo completamente desnudo ante mí.
Un lamentable despojo de máscaras superpuestas,
que pretende intimidar con la mirada de un hombre
pero tiembla con el miedo del niño que espera el castigo.
Un intento de misterio reforzado que se desquebraja.
Cuanta lástima me inspira su osadía maquillada.
¿Acaso existe algo más triste que atestiguar la desnudez
que no desea ser observada e intenta cubrirse a toda costa?
Lo observo tal cual es y advierte mi mirada como un disparo.
Atraviesa todo lo que oculta con un esfuerzo doloroso,
puedo sentir cómo el tormento que le aflige le marca,
cómo va quemando lentamente su postura, sus caretas,
y se van abriendo sus cicatrices como flores en primavera.
Una tristeza incalculable me invade sin poder evitarlo,
porque revivo su figura sin heridas, sin artificios.
Me invaden las imágenes de su forma sin jirones,
y siento el punzante sufrimiento que intenta fallidamente ocultar.
Me ha convertido en más que un testigo de su decadencia,
me ha hecho parte de su ruina, el suelo donde se ha estrellado.
Pretendiendo, sin admitirlo, que recolecte las partes
y lo reconstruya a fuerza de recuerdos, anhelos, añoranza y compasión.
No comprende. No ha sobrevivido un ápice de lo que fue,
ninguna verdad se ha consolidado y desea mostrarse.
No comprende. Sus máscaras van cayendo una tras otra
y presencio una lluvia infinita de rostros sin nombre.
Ahora entiendo plenamente mi tristeza y mi pena.
El amor no mencionado por el que se ha presentado,
lo que ha venido a buscar para hallarse de alguna manera,
para armarse nuevamente y dejar de ser un recuerdo abatido,
ya no existe.