Editorial Alaire

La niña juega al diábolo en su mundo
y espera con la luz la puntería
para coger sin trabas en la cuerda
el pequeño artilugio de la luna.

Un niño lanza el trompo sin temor,
lo baila en las aceras y en las sillas.
El tiempo pasa rápido
sobre los jeroglíficos del orbe.

Una muchacha enciende el universo
al mecer a su osito de peluche
con sus manos de lluvia,
soñando que las horas son de arena.

Un muchacho seduce por las noches
a la historia robada sin aristas,
jugando con su play.
Los héroes y villanos se transforman
en personajes de sus sueños.

Veo a un niño extasiado por el sol.
Se mueve suavemente
sobre su caballito balancín.
Sangra el espacio blanco, no hay fisuras.
La chispa de la infancia es solo un trasgo
que vive entre la niebla y se divierte.

Una niña sonríe al sostener
a su muñeca Nancy.
Le cambia los vestidos y zapatos.
Imagina que crece
y disfruta disfrazándose.

Los años han pasado,
pero sigue vigente la emoción
de todos los juguetes del desván
que animaron alguna vez la imagen
de un tiempo consagrado a la niñez.

La edad de lo absoluto
integra al rorro eterno
en la respiración del infinito.


Ana Muela Sopeña

Inauguro, complacido, los comentarios. La infancia, los juegos, los sueños... ¡ay! Abrazo y salud.

Ana Muela Sopeña escribió:La niña juega al diábolo en su mundo
y espera con la luz la puntería
para coger sin trabas en la cuerda
el pequeño artilugio de la luna.

Un niño lanza el trompo sin temor,
lo baila en las aceras y en las sillas.
El tiempo pasa rápido
sobre los jeroglíficos del orbe.

Una muchacha enciende el universo
al mecer a su osito de peluche
con sus manos de lluvia,
soñando que las horas son de arena.

Un muchacho seduce por las noches
a la historia robada sin aristas,
jugando con su play.
Los héroes y villanos se transforman
en personajes de sus sueños.

Veo a un niño extasiado por el sol.
Se mueve suavemente
sobre su caballito balancín.
Sangra el espacio blanco, no hay fisuras.
La chispa de la infancia es sólo un trasgo
que vive entre la niebla y se divierte.

Una niña sonríe al sostener
a su muñeca Nancy.
Le cambia los vestidos y zapatos.
Imagina que crece
y disfruta disfrazándose.

Los años han pasado,
pero sigue vigente la emoción
de todos los juguetes del desván
que animaron alguna vez la imagen
de un tiempo consagrado a la niñez.

La edad de lo absoluto
integra al rorro eterno
en la respiración del infinito.


Ana Muela Sopeña

¡¡¡Precioso, me ha encantado!!!
Gracias, por compartir.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Ana,

me ha gustado este tierno repaso a los juguetes, a la infancia. Y sí, como bien apuntas al final, nunca dejamos de jugar, sigue vigente la emoción del juego en otras actividades, tal vez menos lúdicas. Me gusta cómo la enumeración ordenada de los personajes, asociados cada uno a su respectivo juguete y su respectiva estrofa, va construyendo el contorno del poema seriamente, contenidamente, para desembocar en la reflexión final sobre el paso del tiempo y las edades.

Un abrazo, amiga.

[quote="Ana Muela Sopeña"]

La infancia y sus juguetes, qué mejor tiempo para guardar como un tesoro en nuestra memoria.
Hay cosas que no cambian, al menos en sus primeros años.
Un gusto este recorrido, Ana.

Besos

Se olvidan muchas cosa pero como jugábamos nunca. Hermoso poema que nos invita al juego .
Besos
Pilar

"Ana Muela Sopeña"

La niña juega al diábolo en su mundo
y espera con la luz la puntería
para coger sin trabas en la cuerda
el pequeño artilugio de la luna.

Un niño lanza el trompo sin temor,
lo baila en las aceras y en las sillas.
El tiempo pasa rápido
sobre los jeroglíficos del orbe.

Una muchacha enciende el universo
al mecer a su osito de peluche
con sus manos de lluvia,
soñando que las horas son de arena.

Un muchacho seduce por las noches
a la historia robada sin aristas,
jugando con su play.
Los héroes y villanos se transforman
en personajes de sus sueños.

Veo a un niño extasiado por el sol.
Se mueve suavemente
sobre su caballito balancín.
Sangra el espacio blanco, no hay fisuras.
La chispa de la infancia es sólo un trasgo
que vive entre la niebla y se divierte.

Una niña sonríe al sostener
a su muñeca Nancy.
Le cambia los vestidos y zapatos.
Imagina que crece
y disfruta disfrazándose.

Los años han pasado,
pero sigue vigente la emoción
de todos los juguetes del desván
que animaron alguna vez la imagen
de un tiempo consagrado a la niñez.

La edad de lo absoluto
integra al rorro eterno
en la respiración del infinito.


Ana Muela Sopeña

Precioso y elocuente poema. Fui a mirar mi DNI., de inmediato; pensé que aún seguía en los juegos, y, claro que sigo con el modo de vivir y sentir, de algo que me atrapa y me subyuga.
Hermoso poema, Ana. Felicidades.

Desde mi isla, un cordial abrazo.

José Manuel F. Febles

Gracias, Julio, por brindarme tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

Precioso, Ana.
Las etapas que vivimos y que siempre están ahí, haciendo acopio de nuestro existir.
Abrazos

Me ha gustado mucho, amiga Ana, este paso, con toda la nostalgia, por la infancia.
Bellísimo poema que aplaudo ferviente.

Un abrazo.

Gracias, Begoña. Me alegra que te haya gustado este poema. En realidad nunca dejamos la infancia. Sólo cambiamos de juegos.

Un fuerte abrazo
Ana

Evocadores versos que nos hacen regresar a la infancia y a la felicidad de los juegos. Mi felicitación por el poema y un abrazo.

Gracias, Pablo, por enredarte a mis versos.

Un beso grande
Ana

Muchas gracias, Marisa, por venir a mi espacio y leerme.

Un beso grande
Ana

Un placer, Pilar, saber que te ha gustado.

Un beso grande
Ana