Editorial Alaire

Transcurre el tiempo, amigo, y tú la sigues en el profundo amor. Excelentes versos, con figuras poéticas destacadas.

Desde la soledad de m i isla, un cordial abrazo.

José Manuel F.Febles

Eterno el cantar del alma que se entrega incansable amigo...
Me ha gustado leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Manuel Sánchez escribió:Los días transcurrían dejándonos de hablar,
la nieve accidentada entre grietas de extraños,
la cicatriz ardiendo.
El corazón ausente de la radiografía,
la rama que se quiebra con el peso del bosque,
los jaguares que duermen pero son infinitos.
Tú esperabas
al hombre transparente
oculto en los diluvios;
empezar era un poco como observar la vida.
Fue entonces
cuando el templo
dejó volar los humos de su oración violeta,
y aprendí que las sábanas
son el mejor lugar para ensayar la muerte.
Hace falta la noche, pensé. Y pensé: tengo frio.
Busqué en el labio ciego
la imagen invisible,
oculté en la memoria los versos de Neruda,
detuve la floresta que crece en los relojes,
y recorrí el camino por donde yo te sigo.

Un gandioso poema, Manuel. Una auténtica delicia de lectura. Qué elocuentes resultan tus imágenes, con qué maestría juegas con las palabras.

Mi admiración y aplauso.

Un abrazo.

...qué buen poema nos trazas y dejas, Manuel Sánhcez, qué buen poema. Saludos. Orión

José Manuel F. Febles escribió:Transcurre el tiempo, amigo, y tú la sigues en el profundo amor. Excelentes versos, con figuras poéticas destacadas.

Desde la soledad de m i isla, un cordial abrazo.

José Manuel F.Febles

Muchas gracias, José Manuel.

Un abrazo.

Lunamar Solano escribió:Eterno el cantar del alma que se entrega incansable amigo...
Me ha gustado leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Muchas gracias, Lunamar.

Un abrazo.

Me gustó este poema y algunas de sus imágenes.
Saludos.

Ramón Castro Méndez escribió:

Manuel Sánchez escribió:Los días transcurrían dejándonos de hablar,
la nieve accidentada entre grietas de extraños,
la cicatriz ardiendo.
El corazón ausente de la radiografía,
la rama que se quiebra con el peso del bosque,
los jaguares que duermen pero son infinitos.
Tú esperabas
al hombre transparente
oculto en los diluvios;
empezar era un poco como observar la vida.
Fue entonces
cuando el templo
dejó volar los humos de su oración violeta,
y aprendí que las sábanas
son el mejor lugar para ensayar la muerte.
Hace falta la noche, pensé. Y pensé: tengo frio.
Busqué en el labio ciego
la imagen invisible,
oculté en la memoria los versos de Neruda,
detuve la floresta que crece en los relojes,
y recorrí el camino por donde yo te sigo.

Un gandioso poema, Manuel. Una auténtica delicia de lectura. Qué elocuentes resultan tus imágenes, con qué maestría juegas con las palabras.

Mi admiración y aplauso.

Un abrazo.

Ramón, muchas gracias, amigo.
Un abrazo.

Antonio Justel escribió:...qué buen poema nos trazas y dejas, Manuel Sánhcez, qué buen poema. Saludos. Orión

Muchas gracias, Antonio.
Un fuerte abrazo.

Ricardo López Castro escribió:Me gustó este poema y algunas de sus imágenes.
Saludos.

Me alegro mucho, Ricardo.
Un abrazo.