Ventas-Alquileres- Cambios- Arreglos.
Publicado: Lun, 02 Abr 2018 1:52
Cambio del mar la última ola
y el extremo rugido al expandirse,
el beso de los dátiles, su altura, la conmoción de ser impredecible.
Un cajón para armario
donde caben los rostros de una vida.
Veintitrés reflexiones sobre el Cristo tumbado de Mantegna
todavía vigentes. El roce desigual de algunas cartas
guardadas hace años. No encontrará jamás traducción tan incrédula
como la de esta página sobre la vida útil de Baltasar de Erdicia.
Una genuflexión con su gesto oligárquico
y pequeño clamor de mansedumbre: se conservan las rodillas casi intactas.
Dentro de una canción,
las palabras de un cuerpo que confunde
el cuajar ya verdoso de los prados
con el pulso del tiempo incandescente,
los juegos de la noche
con el juicio final.
Enigmas imprecisos: un paquete desierto, inesperado,
que alguien dejó en las vías de una estación de tren,
y al que no se conoce gloria alguna. Comida
para dar a los caminos que te salgan al paso.
Dos noches de atropello casi desesperadas
en las que se percibe con total claridad
la muerte de Alarico. Se entregan con un juego de semáforos
que se ponen al rojo
a más de ochenta grados.
Lo pueden comprobar, todo en muy buen estado
de conservación.
También incluye el lote
un frasco de agua santa. Ya verá
como en tardes de octubre su olor se ramifica
por las habitaciones y el ambiente se vuelve bondadoso.
Si puede convenir, lo cambio todo
por alguna embestida natal
que mantenga la fuerza de los brazos como si fuese ayer.
Por un buen par de transeúntes: visión encontradiza
que dure
lo que dura el secreto de la niebla en París.
No importa tanto
que tengan la conciencia guarecida
como que se involucren en el gris taciturno, y así entre barrio y barrio
las palabras se ocupen de las cosas.
Sandro—T-832955650
y el extremo rugido al expandirse,
el beso de los dátiles, su altura, la conmoción de ser impredecible.
Un cajón para armario
donde caben los rostros de una vida.
Veintitrés reflexiones sobre el Cristo tumbado de Mantegna
todavía vigentes. El roce desigual de algunas cartas
guardadas hace años. No encontrará jamás traducción tan incrédula
como la de esta página sobre la vida útil de Baltasar de Erdicia.
Una genuflexión con su gesto oligárquico
y pequeño clamor de mansedumbre: se conservan las rodillas casi intactas.
Dentro de una canción,
las palabras de un cuerpo que confunde
el cuajar ya verdoso de los prados
con el pulso del tiempo incandescente,
los juegos de la noche
con el juicio final.
Enigmas imprecisos: un paquete desierto, inesperado,
que alguien dejó en las vías de una estación de tren,
y al que no se conoce gloria alguna. Comida
para dar a los caminos que te salgan al paso.
Dos noches de atropello casi desesperadas
en las que se percibe con total claridad
la muerte de Alarico. Se entregan con un juego de semáforos
que se ponen al rojo
a más de ochenta grados.
Lo pueden comprobar, todo en muy buen estado
de conservación.
También incluye el lote
un frasco de agua santa. Ya verá
como en tardes de octubre su olor se ramifica
por las habitaciones y el ambiente se vuelve bondadoso.
Si puede convenir, lo cambio todo
por alguna embestida natal
que mantenga la fuerza de los brazos como si fuese ayer.
Por un buen par de transeúntes: visión encontradiza
que dure
lo que dura el secreto de la niebla en París.
No importa tanto
que tengan la conciencia guarecida
como que se involucren en el gris taciturno, y así entre barrio y barrio
las palabras se ocupen de las cosas.
Sandro—T-832955650