Después de tanto tiempo

[M. Sánchez]

Después de tanto tiempo,
detrás de las colinas ya es otoño.

Volver tiene su ruta según itinerario
de aprendido transcurso.
Evitar los despojos del rumor multimedia
y olvidar el fracaso de la palabra fin.
Sacar del claroscuro
la sonrisa que oculta el retamar.
Vivir la descendencia que nos dejó estar vivos.
No quieras elegirme como fondo de cueva incalculable,
desármame tan solo del presente
podrido de la vida.

Había oído hablar
de lo poco que sufren los miembros amputados,
y que el presunto instinto
derrumba su inocencia en la última nota de violín,
pero qué vas a hacer
si las palabras dicen al oído lo que nunca pensamos escuchar.
No quiero más dislexias para héroes.

Las horas sin noticias, sin acueductos
que lleguen hasta aquí, vacías
como un hombre vacío.
La azotea esperando los disfraces de octubre: descenso inacabado de gaviotas.
Comprender es notar
cómo no tocan nada las yemas de los dedos.

Puede que todo sea consecuencia
de esa estrofa de mar que acuna a sus delfines,
silenciosa y nocturna,
como un roce de labios en la frente
para no despertar.
Tu poema
resiste a la ternura decadente y ardiendo.

Atenderé despierto, desde lejos,
como dicen que atienden los pobres al silbido.
Con toda esta licencia que me ocupa,
pasear el dolor no está de moda.

[Rosario Martín]

Después de tanto tiempo,
detrás de las colinas ya es otoño.

Volver tiene su ruta según itinerario
de aprendido transcurso.
Evitar los despojos del rumor multimedia
y olvidar el fracaso de la palabra fin.
Sacar del claroscuro
la sonrisa que oculta el retamar.
Vivir la descendencia que nos dejó estar vivos.
No quieras elegirme como fondo de cueva incalculable,
desármame tan solo del presente
podrido de la vida.

Había oído hablar
de lo poco que sufren los miembros amputados,
y que el presunto instinto
derrumba su inocencia en la última nota de violín,
pero qué vas a hacer
si las palabras dicen al oído lo que nunca pensamos escuchar.
No quiero más dislexias para héroes.

Las horas sin noticias, sin acueductos
que lleguen hasta aquí, vacías
como un hombre vacío.
La azotea esperando los disfraces de octubre: descenso inacabado de gaviotas.
Comprender es notar
cómo no tocan nada las yemas de los dedos.

Puede que todo sea consecuencia
de esa estrofa de mar que acuna a sus delfines,
silenciosa y nocturna,
como un roce de labios en la frente
para no despertar.
Tu poema
resiste a la ternura decadente y ardiendo.

Atenderé despierto, desde lejos,
como dicen que atienden los pobres al silbido.
Con toda esta licencia que me ocupa,
pasear el dolor no está de moda.

"Después de tanto tiempo,
detrás de las colinas ya es otoño."
"Con toda esta licencia que me ocupa,
pasear el dolor no está de moda."
Entre esos versos de inicio y final, Manuel,
hay una senda que yo he recorrido y disfrutado a mi aire.
Te aseguro que me importa un comino
si está de moda o no leer buena poesía...
Un abrazo, compañero.

[Guillermo Cumar.]

Me gustó el buen sentir de tu poema y tu manejo literario que tan bien sienta a la estructura de los versos
que hablando de recuerdos aun llegan a tiempo de vivir la realidad y su provecho.

Un abrazo

[Víctor F. Mallada]

Muy hermoso, Manuel.

Me encanta como escribes, con ritmo mesurado y mensurable; con frases que desganan hermosura en una mezcla de imágenes, ideas y mensaje.

Un placer de lectura y reflexión.


Víctor

[Ana Muela Sopeña]

Gran poema, Manuel:

Visitar tu espacio es garantía de calidad poética.

Enhorabuena
Un beso
Ana

[M. Sánchez]

Después de tanto tiempo,
detrás de las colinas ya es otoño.

Volver tiene su ruta según itinerario
de aprendido transcurso.
Evitar los despojos del rumor multimedia
y olvidar el fracaso de la palabra fin.
Sacar del claroscuro
la sonrisa que oculta el retamar.
Vivir la descendencia que nos dejó estar vivos.
No quieras elegirme como fondo de cueva incalculable,
desármame tan solo del presente
podrido de la vida.

Había oído hablar
de lo poco que sufren los miembros amputados,
y que el presunto instinto
derrumba su inocencia en la última nota de violín,
pero qué vas a hacer
si las palabras dicen al oído lo que nunca pensamos escuchar.
No quiero más dislexias para héroes.

Las horas sin noticias, sin acueductos
que lleguen hasta aquí, vacías
como un hombre vacío.
La azotea esperando los disfraces de octubre: descenso inacabado de gaviotas.
Comprender es notar
cómo no tocan nada las yemas de los dedos.

Puede que todo sea consecuencia
de esa estrofa de mar que acuna a sus delfines,
silenciosa y nocturna,
como un roce de labios en la frente
para no despertar.
Tu poema
resiste a la ternura decadente y ardiendo.

Atenderé despierto, desde lejos,
como dicen que atienden los pobres al silbido.
Con toda esta licencia que me ocupa,
pasear el dolor no está de moda.

"Después de tanto tiempo,
detrás de las colinas ya es otoño."
"Con toda esta licencia que me ocupa,
pasear el dolor no está de moda."
Entre esos versos de inicio y final, Manuel,
hay una senda que yo he recorrido y disfrutado a mi aire.
Te aseguro que me importa un comino
si está de moda o no leer buena poesía...
Un abrazo, compañero.

Muchas gracias, amiga.
un fuerte abrazo.

[M. Sánchez]

Me gustó el buen sentir de tu poema y tu manejo literario que tan bien sienta a la estructura de los versos
que hablando de recuerdos aun llegan a tiempo de vivir la realidad y su provecho.

Un abrazo

Gracias, Guillermo.
Un abrazo.

[M. Sánchez]

Muy hermoso, Manuel.

Me encanta como escribes, con ritmo mesurado y mensurable; con frases que desganan hermosura en una mezcla de imágenes, ideas y mensaje.

Un placer de lectura y reflexión.


Víctor

Víctor, te agradezco mucho tu comentario. Además tiene mucho que ver con el tema activo de la musicalidad. muchas gracias.

Un fuerte abrazo.

[M. Sánchez]

Gran poema, Manuel:

Visitar tu espacio es garantía de calidad poética.

Enhorabuena
Un beso
Ana

Muchas gracias, Ana.

Un fuerte abrazo.