Dónde
Publicado: Mar, 27 Mar 2018 23:23
...
No sé dónde han quedado
como decías, al volver a casa,
los mismos que me hablaban
entre los tacones de ellas, pintadas
sus sonrisas tan blancas y azuladas
de luna y besos. Dónde quedaron
las servilletas de papel con aquello
que parecía asaltar el muro, dónde
el mundo vencido en un posavasos,
la fórmula alquímica, o aquella belleza
dibujada con aroma de magnolios
en el cartón de una caja de detergente.
Las uvas están verdes,
decía Luis que decíamos. Convencidos
poetas de neón y Budweiser
poetas de barra y tejanos, aparecidos
poetas de algodón y Miller,
sin veladores de mármol fúnebre
ni café en tacita, si acaso carajillo
de coñac de marca;
si acaso el mes fue bien, güisquis
con amores en el garaje hermético
al sol del brillo pálido de lo metálico.
Os reconozco bajo el sombrero,
en la sombra de vuestras letras,
en un saludo, al pasear el perro.
Sentados en un banco
tras las gafas y el abanico, ellos
en su silencio de caracolas, ellas
en el vértigo de lo vivido. Y a mí, aquí,
en el entusiasmo de vuestras sonrisas.
...
Quiero agradecer a Luis M. la evocación que me ha provocado su excelente poema “De jóvenes”.
Me he permitido el impulso para convertir la evocación en semblanza. Gracias Luis.
No sé dónde han quedado
como decías, al volver a casa,
los mismos que me hablaban
entre los tacones de ellas, pintadas
sus sonrisas tan blancas y azuladas
de luna y besos. Dónde quedaron
las servilletas de papel con aquello
que parecía asaltar el muro, dónde
el mundo vencido en un posavasos,
la fórmula alquímica, o aquella belleza
dibujada con aroma de magnolios
en el cartón de una caja de detergente.
Las uvas están verdes,
decía Luis que decíamos. Convencidos
poetas de neón y Budweiser
poetas de barra y tejanos, aparecidos
poetas de algodón y Miller,
sin veladores de mármol fúnebre
ni café en tacita, si acaso carajillo
de coñac de marca;
si acaso el mes fue bien, güisquis
con amores en el garaje hermético
al sol del brillo pálido de lo metálico.
Os reconozco bajo el sombrero,
en la sombra de vuestras letras,
en un saludo, al pasear el perro.
Sentados en un banco
tras las gafas y el abanico, ellos
en su silencio de caracolas, ellas
en el vértigo de lo vivido. Y a mí, aquí,
en el entusiasmo de vuestras sonrisas.
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Quiero agradecer a Luis M. la evocación que me ha provocado su excelente poema “De jóvenes”.
Me he permitido el impulso para convertir la evocación en semblanza. Gracias Luis.