Sobre el ritmo en el verso.

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Francisco Lobo
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Sobre el ritmo en el verso.

Mensaje sin leer por Francisco Lobo »

A Rafel Calle, con afecto


En cierta ocasión, un "poeta versado" llegó a escribir públicamente:


Un soneto debe ser suave, fluido y expresivo.
Debe, si es posible, carecer de signos de puntuación
que sólo tratan de ocultar la incapacidad de su autor
para mantener el ritmo de una estrofa. Los artificios para
conjugar las rimas con palabras encajadas forzosamente
demeritan su valor y los versos cortados que utilizan
quienes pretenden dar un tono exclusivo a sus creaciones
sólo expresan impotencia.
El soneto es el soneto como el sol es el sol. Único.







ANÁLISIS SOBRE EL RITMO




El ser humano realiza dos fases que se alternan en la respiración: la inspiración (toma de aire) y la espiración (expulsión de aire y gases). La comunicación lingüística solo es posible en la segunda fase, dado que el aire ha de salir por la tráquea, mover las cuerdas vocales y adquirir una vibración semejante al producido en cualquier instrumento musical, de cuerda o viento, para ser modificado en la boca, atendiendo a la estructura de la misma, a los movimientos de lengua, labios, etc. La cadena fónica castellana es una construcción rítmica constituida por una cadena de aire vibrado en la cual los núcleos fónicos o sinfonemas (agrupaciones fonemáticas, sonidos) no se integran formando una secuencia enteriza y constante, sino que constituyen grupos melódicos fragmentarios ( porque tenemos que respirar, entre otras motivaciones). Utilizando un símil, podríamos decir que la cadena fónica castellana es como la vía de un tren, fragmentada. Estos “trozos” están delimitados por pausas. La ordenación de los eslabones que forman la cadena fónica constituyen el ritmo de tono en la cadena rítmica castellana. Negar esto, decir que solo existe el ritmo de intensidad (acentual), es un disparate. Podríamos escoger una nota musical cualquiera, por ejemplo un "mi" y hacer una combinación de esta nota con pausas, para intentar crear ritmo, por ejemplo:

mimimi (pausa de 0, 25s.) mimi
mimimi (pausa de 0, 25s.) mimi
mimimi (pausa de 1, 00s.) mi
mimimi (pausa de 0, 25s.) mimi
mimimi (pausa de 0, 25s.) mimi
mimimi (oaysa de 1, 00s.) mi

¿Se puede negar que hayamos conseguido una unidad rítmica? ¿El palmear que acompaña el cante flamenco no tiene ritmo, no es ritmo? Pienso que es una temeridad contestar negativamente. Pero volvamos a las vias de un tren, a las de aquel de nuestros abuelos: supongamos durante diez quilómetros una isometría en los raíles: tendremos el ritmo que algunos recordamos (los de más edad). Si cambiáramos las longitudes, alternando, por ejemplo, raíles de cinco metros con otros de quince, ¿tendríamos el mismo ritmo que en el caso anterior?, ¿no existe ritmo en estos supuestos?
Así pues, en el verso castellano se dan tres tipos de ritmo: el de tono, el de timbre o rima y el de cantidad (que se refuerza con un ritmo de intensidad o simetría de acentos prosódicos).
Sentado que en el verso existe un ritmo de tono, debido a las pausas, y siendo los signos de puntuación motivo (aunque no excluyente) de éstas, parece inaceptable afirmar que la puntuación sólo trata de ocultar la incapacidad de un autor para mantener el ritmo de una estrofa, cuando las pausas son las que confieren al verso, por ende a la estrofa y al poema, su peculiar y único ritmo tonal.
En las inflexiones pausales de la estrofa castellana se destacan tres tipos fundamentales de pausas rítmicas:

a.- Pausa rítmica estrófica
b.- Pausa versal
c.- Pausa rítmica interna.

Ésta última se hace en el interior de los grupos melódicos (versos) y marca en ellos dos o más grupos tonales o hemistiquios. Si bien es cierto que se puedan dar sin el concurso de un signo de puntuación, al contrario no es posible, ya que éstos son “marcadores” de pausas “mecánicas” y fonológicas. Sin entrar en detalles, podríamos decir que la pausa interna (medial) origina en las estrofas mayores hemistiquios asimétricos sin proporción numérica de sinfonemas (heterostiquios), o hemistiquios enteramente simétricos, con pausas sintácticas (cesuras).
Atendiendo a éste tipo de pausa rítmica, los grupos melódicos que integran la estrofa castellana se pueden clasificar en :

a.- Versos simples, en los que no se hacen pausa interna. Generalmente son los versos menores, los que no miden más de ocho unidades cuantitativas.
b.- Versos compuestos, en los que se da una pausa medial o cesura.
c.- Versos articulados, que se configuran con pausa interna medial. Aunque no es única, la representación más numerosa y genuina de este tipo versal, en castellano, es el endecasílabo.

A tenor de lo expresado en el tercer apartado, se ha de inferir que lo lógico es que los endecasílabos tengan pausas, muchas de éstas marcadas con signos de puntuación.
¿Cómo influyen las pausas en el valor expresivo de una estrofa o verso en el ritmo? Hay que tener en cuenta que la altura tonal con la que se profiere una estrofa está en relación inversa a su longitud. De aquí que los versos largos, que integran un gran número de sinfonemas, confieren un ritmo tonal grave, solemne, ampuloso, sereno. Cuando el desarrollo melódico es breve (pocos sinfonemas, muchas pausas) la expresión es viva y aguda. Teniendo en cuenta lo que antecede, el poeta puede “jugar” con las pausas para conseguir en su trabajo un fin determinado; puede escribir con braquistiquios ( hemistiquios cortos, de menos de cinco sinfonemas) o dolicostiquios (de más de cinco), según la impresión que quiera trasmitir: viveza o serenidad. Un soneto, por ejemplo, podría empezar con hemistiquios múltiples como recurso de intensificación expresiva, y llegar a los tercetos con dolicostiquios para llevar al lector a un climax de serenidad. También podría hacerlo al contrario. Por ello, el climax melódico se llamaría descendente en el primer caso y ascendente en el segundo. También se podría escribir un poema sin pausas mediales, lo que le daría grado de solemnidad y tranquilidad, o con pluristiquios, que le conferiría gran viveza. Lo mismo valdría para un solo verso. Decir que los versos cortados restan valor a un soneto me parece un despropósito. Depende de lo que el poeta quiere trasmitir: si serenidad, de acuerdo.
Para fundamentar lo que antecede, veamos como puntúan los grandes poetas, si es que lo hacen. Se analizaron más de trescientos sonetos de la antología “El soneto y sus variantes”, de Marcela López Hernández, y se observó lo siguiente:

Rubén Darío, en su soneto Caupolicán, usa veintinueve signos de puntuación.

Antonio Machado, en “Esta luz de Sevilla...”, veinticinco.

Luís Barahona de Soto, en “Contra un poeta...”, cuarenta y dos.

Francisco de Quevedo, en “Quien quisiere ser...” , cincuenta.

Pienso que nadie se atreverá a calificar como incapaces a estos autores. Buscados sonetos sin signos de puntación, se encontraron dos.
¿Se puede escribir un poema sin usar ni un solo signo de puntuación, o mal puntuado? Pienso que sí. El poeta “crea”, hace obras de arte, y tiene libertad para hacer lo que él estime oportuno en aras a buscar la belleza. He leído a muchos autores - Panero, por ejemplo- que a veces no puntúan o lo hacen mal. Así atraen la atención del lector hacia determinados vocablos o versos, que quedan resaltados, tal como en los encabalgamientos. ¿Y en un soneto? En este caso lo dudo – por ser poesía “culta”- pero más me inclino, en aras a la libertad, a que sí. El poeta que haga lo que quiera: si pretende conseguir un valor expresivo fuerte, agudo, vivo, usando versos largos sin pausas, - o viceversa- allá él. Si lo consigue, será el genio que estamos esperando, un “Picasso” que pinta un retrato con la boca en la frente.
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Rafel Calle
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Recuerdo, querido amigo Paco, que fue en Poesía Pura, concretamente fue Carlos Valverde quien escribió el comentario que nos muestras al principio de tu exposición.

No voy a entrar en si ese comentario es acertado, o no lo es, pero sí que diré que la fijación de Valverde en contra de los signos de puntuación me dio mucho que pensar.

Hablando de los sonetos, en realidad, a mí me parecen una combinación poética en desuso, constriñen demasiado el acto creativo; si bien, escribir un buen soneto no está al alcance de cualquiera, he conocido varios autores, cinco o seis, entre los que te encuentras tú, todos ellos salidos de Pura, que pueden presumir de haber escrito obras maestras a la manera de los catorce versos.
El soneto en poesía es asimilable a la película del Oeste en el cine, todos los grandes creadores quieren tenerlos dentro de su obra. Otra cosa es que lleguen a conseguir un buen producto.

Desde Pura, ha pasado mucho tiempo, casi cuatro años, en los que he estudiado el ritmo muchas horas al día. En este momento aún no sé nada del ritmo, pero, como puedes comprender, eso que dices en el comentario ya lo sabía porque es lo que se ha dicho siempre.

Ahora, pienso que Valverde tiene parte de razón y no me refiero, en ningún caso, a lo que dice de la incidencia negativa de las comas y demás signos de puntuación en la calidad intrínseca de un poema (tampoco entro, obviamente, en lo que dice en el comentario de la incapacidad y esas cosas, no me interesan), sino a la circunstancia que varía, sin más connotaciones que las estilísticas, el ritmo de un poema, porque los signos de puntuación tal y como yo creo que se tienen que tratar, a la hora de escribir y /o recitar los versos, originan grupos de palabras que constituyen, o pueden constituir, una unidad versal dentro del propio verso.

Yo trabajo dos paradas en los versos: la cesura del cambio de sentido y la pausa.
De momento, no quiero diferenciar más detenciones dentro del poema, eso, sin perjuicio de lo que dicen muchos expertos, que puede coincidir con lo que dices tú.

No quiero ocultarte que, a día de hoy, se ha originado en mi mente una diáspora conceptual que ignoro cuándo y dónde acabará.
La base técnica que utilizo lo cambia todo, de forma que, el verso clásico, compartirá protagonismo como unidad básica obtenida del fraccionamiento del lenguaje versificado.

De la pausa versal encontrarás mi opinión en un artículo de la revista virtual Alaire.

En fin, querido colega, ha sido un placer contarte las tribulaciones de un poeta en busca de su camino. Un camino que no tiene por qué ser secundado por otros autores, entre otras cosas, porque es posible que no conduzca a sitio alguno.

Te mando un fuerte abrazo.
Última edición por Rafel Calle el Sab, 04 Oct 2008 9:26, editado 2 veces en total.
Venezia Lesseps
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re: Sobre el ritmo en el verso.

Mensaje sin leer por Venezia Lesseps »

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Última edición por Venezia Lesseps el Lun, 19 Sep 2011 21:36, editado 1 vez en total.
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Julio Gonzalez Alonso
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re: Sobre el ritmo en el verso.

Mensaje sin leer por Julio Gonzalez Alonso »

Comparto, en toda su extensión y contenido, las opiniones dejadas un poco más atrás por Venezia. Al calor de la pasada reunión en Málaga, pude asistir a una breve conversación sobre este tema entre tú, caro Paco, y nuestro amigo Rafael Calle. En aquel momento, más interesado en vuestras argumentaciones que en mis reflexiones, eludí aportar nada a la conversación. Pues bien, sin traer nada nuevo y amparándome en la solvente opinión de Venezia, vengo compartir la idea de que muchos de los textos que leo, en prosa o verso, carentes de puntuación, solamente esconden la incapacidad del autor para hacer un texto legible y coherente. Ni que decir tiene que, amén de lo dicho, me encuentro faltas de ortografía de bulto no debidas al error inducido por la prisa al escribir; y ya no voy a decir nada de los errores sintácticos entre los que abundan flagrantes faltas de concordancia, entre otros.

En fin, opino que la riqueza expresiva de un texto no está reñida con el valor formal del mismo, y en este sentido creo que la puntuación es algo tan requerido como escribir a, cuando quiero emitir el sonido /a/ en castellano, por ejemplo. Los signos de puntuación son los conductores del hilo del mensaje, imprimen fuerza y riqueza al texto y, sobre todo, claridad.

Sobre autores, grandes autores, que han producido obras literarias prescindiendo de los signos de puntuación (y no son pocos ni son de ahora mismo), se puede decir que lo han hecho tras un trabajo exahustivo del texto y, sobre todo, después de tener demostrado ampliamente su conocimiento y dominio de los usos gramaticales y la ortografía. En este sentido, ciertas actitudes presentadas como paradigmas de libertad y riqueza expresiva, no pasan de ser lo que algunos pintores hacen con sus obras abstractas, pero incapaces de ninguna técnica ni recurso creativo que posibiliten, por ejemplo, lo que Dalí consiguió al pintar una cesta de pan con una técnica depurada de un naturalismo velazquiano y producir un cuadro como la Rosa meditativa, de un simbolismo riquísimo en el estilo surrealista.

Otro tema, pegado al mismo de escribir poesía, es el que puede tratar de si puede existir un buen poeta que no demuestre cierta aptitud y nivel literario en prosa, o no. Y viceversa.

Salud.
Juan Vicedo
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Registrado: Vie, 16 Oct 2009 13:07

Mensaje sin leer por Juan Vicedo »

Es la primera vez que me acerco por este apartado del Foro y lo encuentro interesante, realmente interesante. Ya no es aquello de escribir bajo la inspiración de una musa sino sabiendo cómo y por qué se hace lo que se deja para su lectura. Quisiera decir,con respecto a la puntuación, que su ausencia pretende reflejar también algo de la "escritura automática surrealista", aunque lógicamente esto es falso pues en poesía trabajamos siempre con elementos extrañadores, que llamen la atención y den nueva vida al mensaje, que quizá ha sido dicho cientos y cientos de veces. Por otra parte, también se busca, con la omisión de comas, etc., la complicidad del lector o , mejor dicho, su implicación, obligándolo a recrear el poema en sí mismo. Con respecto a los hemistiquios lo único que conviene recordar es su concordancia con grupo silábico español, que ronda las ocho sílabas. Como es sabido los romances se presentaron publicados en versos largos de 16 sílabas y posteriormente en versos de ocho. De esta manera los que era 16A16A, pasó a ser 8-8a8-8a. En fin, ya me acercaré por aquí en otra ocasión, porque me ha resultado ésta una visita muy ilustrativa. Un saludo.
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