Abrazado al silencio
Publicado: Lun, 12 Mar 2018 23:10
…Que silencio,
tanto silencio abraza los rincones,
los algodones se enredan en el polvo
mientras el alma se desgrana en sentimientos,
en el vacío y sus miedos,
con ese miedo tan vacío.
Que silencio…
cuando la voz se desgarra, se rompe,
se siente maltratada por no tener a quien hablar,
el sonido se estrecha, por no tener a quien escuchar,
el ruido no late, divaga en su desierto.
Que silencio…
cuando miras un retrato, y te recuerda aquellos tiempos,
cuando desnudas la mente, y se rinde el cuerpo.
Que silencio…
cuando la luz se esconde y los ojos se nos llenan de misterio.
Que silencio…
si la garganta arde entre sollozos,
ahogada en lágrimas que no entiendo.
Que silencio…
perderse en uno mismo sin tener rincón donde esconderse,
sentir el sabor de la soledad, con la piel sajada, con la mirada perdida.
¡Qué silencio! ¡Qué silencio! ¡Qué silencio!
sabes que eres ciego de voz y oído.
Que silencio…
mientras me río, estando vivo,
sin pensar que estoy tan muerto,
sin saber qué es lo que digo,
sin sentir, tal vez, aquello que siento.
Que silencio…
¡me corre por los ojos!
¡por las venas!
¡por el cuerpo!
Que silencio…
cuando sé que ha llegado la hora,
y me aparto lentamente del resto.
Que silencio…
Que silencio…
Que silencio…
tanto silencio abraza los rincones,
los algodones se enredan en el polvo
mientras el alma se desgrana en sentimientos,
en el vacío y sus miedos,
con ese miedo tan vacío.
Que silencio…
cuando la voz se desgarra, se rompe,
se siente maltratada por no tener a quien hablar,
el sonido se estrecha, por no tener a quien escuchar,
el ruido no late, divaga en su desierto.
Que silencio…
cuando miras un retrato, y te recuerda aquellos tiempos,
cuando desnudas la mente, y se rinde el cuerpo.
Que silencio…
cuando la luz se esconde y los ojos se nos llenan de misterio.
Que silencio…
si la garganta arde entre sollozos,
ahogada en lágrimas que no entiendo.
Que silencio…
perderse en uno mismo sin tener rincón donde esconderse,
sentir el sabor de la soledad, con la piel sajada, con la mirada perdida.
¡Qué silencio! ¡Qué silencio! ¡Qué silencio!
sabes que eres ciego de voz y oído.
Que silencio…
mientras me río, estando vivo,
sin pensar que estoy tan muerto,
sin saber qué es lo que digo,
sin sentir, tal vez, aquello que siento.
Que silencio…
¡me corre por los ojos!
¡por las venas!
¡por el cuerpo!
Que silencio…
cuando sé que ha llegado la hora,
y me aparto lentamente del resto.
Que silencio…
Que silencio…
Que silencio…