Impreciso
Publicado: Mié, 10 Ene 2018 20:25
Algo impreciso queda en el matiz de mis ojos
cuando inseguros buscan la simetría de unos gestos
que habitan las estancias de antiguas fotografías
y amarillentos se muestran en la incógnita del poema
como la cicatriz de un espejismo carcomido por la duda
y en la palabra imposible que no pudo detener esa muerte
que invade sombrías criptas de cadáveres errantes.
Yo que siempre viajo desde un presentimiento taciturno
porque la vida en perfecta retaguardia se constriñe
como la partitura de un bolero que nunca halló consuelo,
en mi equipaje llevo el diario de un prodigio líquido
donde escribe su crónica la sin razón del agua
y a solas me cito a la hora en que se acuesta
sobre el pasado la sed que en los barbechos arde.
Por que mis manos guardan la evocación del barro,
un impenetrable escalofrío al amanecer desgarra
mientras en la espalda encorvada del futuro
se queda tatuada la esperanza partida en dos mitades
y sobre el manual del aire acrobacia de aves que vuelan
al margen de la matriz del mundo preñado de utopías.
La madrugada se une a mí y con su buril de escarcha
cincela la desnudez epicúrea de este cuerpo que llora
junto a un sauce y contra su carne intacta se rebela.
En la penumbra del mañana hay ángeles posesivos
que devoran a punta de navaja los sueños prematuros
y sólo me queda este frágil preludio de abstinencia
y este réquiem como liturgia de sal que la pleamar oficia
aunque un pulso de tierra adentro me agita la memoria
cuando inseguros buscan la simetría de unos gestos
que habitan las estancias de antiguas fotografías
y amarillentos se muestran en la incógnita del poema
como la cicatriz de un espejismo carcomido por la duda
y en la palabra imposible que no pudo detener esa muerte
que invade sombrías criptas de cadáveres errantes.
Yo que siempre viajo desde un presentimiento taciturno
porque la vida en perfecta retaguardia se constriñe
como la partitura de un bolero que nunca halló consuelo,
en mi equipaje llevo el diario de un prodigio líquido
donde escribe su crónica la sin razón del agua
y a solas me cito a la hora en que se acuesta
sobre el pasado la sed que en los barbechos arde.
Por que mis manos guardan la evocación del barro,
un impenetrable escalofrío al amanecer desgarra
mientras en la espalda encorvada del futuro
se queda tatuada la esperanza partida en dos mitades
y sobre el manual del aire acrobacia de aves que vuelan
al margen de la matriz del mundo preñado de utopías.
La madrugada se une a mí y con su buril de escarcha
cincela la desnudez epicúrea de este cuerpo que llora
junto a un sauce y contra su carne intacta se rebela.
En la penumbra del mañana hay ángeles posesivos
que devoran a punta de navaja los sueños prematuros
y sólo me queda este frágil preludio de abstinencia
y este réquiem como liturgia de sal que la pleamar oficia
aunque un pulso de tierra adentro me agita la memoria