Un caso de rotura métrica y gramatical en César Vallejo
Publicado: Mié, 06 Dic 2017 2:46
Quizás piensen que estoy radicalizado, pero esto es lo que pienso. Leamos el inmortal poema del vate peruano:
Piedra negra sobre piedra blanca
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
En este famoso soneto de César Vallejo, encontramos en el verso 10º, un caso de rotura intencional del metro y de la gramática. En efecto, este verso: “todos sin que él les haga nada”, haciendo la sinalefa “que-él”, se presenta como un eneasílabo (aunque, por el fuerte acento del pronombre, yo me inclino por considerarlo un verso decasílabo, con marcadas acentuaciones en las sílabas impares: TOdos SIN que ÉL les HAga NAda). De los catorce versos, trece son endecasílabos preceptivos, eufónicos; entonces, nos preguntamos: ¿por qué ha hecho esto Vallejo? Evidentemente, no puede tratarse de un desliz porque, se sabe que César Vallejo era un poeta que corregía sus poemas incansablemente y, además, otro detalle peculiar de este poema certifica “la conciencia de la ruptura”. El hecho es la mala utilización del tiempo verbal, que, lógicamente, lo ha dejado así de ex profeso. Me refiero al verbo “haga”. Se entiende que la cláusula debería ser: “le pegaban todos sin que él les hiciera nada”. Pero, no, Vallejo prefirió el tiempo verbal del presente del subjuntivo, antes que el pretérito, que es lo que correspondía. Estas roturas —gramatical y métrica—, pueden entenderse como un énfasis formal a la semántica del verso, un acompañar ese carácter rústico, mestizo de la voz poética. Así hablan los mestizos, los indígenas que son insertados violentamente dentro de la cultura europea, ásperamente, violando sintaxis y ritmos, trasgrediendo las normas del buen decir, utilizando el castellano en forma rudimentaria, forzados a entrar en un mundo que no consideran suyos, obligados por las circunstancias de la colonización a guardarse su propia lengua. Evidentemente, este poema conlleva una fuerte carga de denuncia social, trasmite la desolación del hombre que no encuentra su lugar en el mundo, la injusticia a que son sometidos los desposeídos, amén de otros mensajes que se refieren directamente al hombre como existencia individual (imposibilitado de liberarse de la soledad).
Esta trasgresión vallejiana, sin duda válida, me refuerza en la convicción de que las normas deben violarse, siempre y cuando existan motivos valederos “y conscientes” para ello. He leído de algún poeta, sostener que Vallejo podría ser un ejemplo para demostrar que la métrica —o la preceptiva tradicional—, es absolutamente prescindible, que “no es necesario atender a las cuestiones del ritmo para escribir poesía”. “Si Vallejo escribe así…”, dice, convencido de que el gran poeta peruano ha caído en un desaliño inconsciente, lo cual no es de ninguna manera así.
Piedra negra sobre piedra blanca
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
En este famoso soneto de César Vallejo, encontramos en el verso 10º, un caso de rotura intencional del metro y de la gramática. En efecto, este verso: “todos sin que él les haga nada”, haciendo la sinalefa “que-él”, se presenta como un eneasílabo (aunque, por el fuerte acento del pronombre, yo me inclino por considerarlo un verso decasílabo, con marcadas acentuaciones en las sílabas impares: TOdos SIN que ÉL les HAga NAda). De los catorce versos, trece son endecasílabos preceptivos, eufónicos; entonces, nos preguntamos: ¿por qué ha hecho esto Vallejo? Evidentemente, no puede tratarse de un desliz porque, se sabe que César Vallejo era un poeta que corregía sus poemas incansablemente y, además, otro detalle peculiar de este poema certifica “la conciencia de la ruptura”. El hecho es la mala utilización del tiempo verbal, que, lógicamente, lo ha dejado así de ex profeso. Me refiero al verbo “haga”. Se entiende que la cláusula debería ser: “le pegaban todos sin que él les hiciera nada”. Pero, no, Vallejo prefirió el tiempo verbal del presente del subjuntivo, antes que el pretérito, que es lo que correspondía. Estas roturas —gramatical y métrica—, pueden entenderse como un énfasis formal a la semántica del verso, un acompañar ese carácter rústico, mestizo de la voz poética. Así hablan los mestizos, los indígenas que son insertados violentamente dentro de la cultura europea, ásperamente, violando sintaxis y ritmos, trasgrediendo las normas del buen decir, utilizando el castellano en forma rudimentaria, forzados a entrar en un mundo que no consideran suyos, obligados por las circunstancias de la colonización a guardarse su propia lengua. Evidentemente, este poema conlleva una fuerte carga de denuncia social, trasmite la desolación del hombre que no encuentra su lugar en el mundo, la injusticia a que son sometidos los desposeídos, amén de otros mensajes que se refieren directamente al hombre como existencia individual (imposibilitado de liberarse de la soledad).
Esta trasgresión vallejiana, sin duda válida, me refuerza en la convicción de que las normas deben violarse, siempre y cuando existan motivos valederos “y conscientes” para ello. He leído de algún poeta, sostener que Vallejo podría ser un ejemplo para demostrar que la métrica —o la preceptiva tradicional—, es absolutamente prescindible, que “no es necesario atender a las cuestiones del ritmo para escribir poesía”. “Si Vallejo escribe así…”, dice, convencido de que el gran poeta peruano ha caído en un desaliño inconsciente, lo cual no es de ninguna manera así.