Editorial Alaire

Las amplias avenidas enmarcadas de santos
de azules aureolas,
susurros verticales,
entorchados de tiempo invertido,
una especie de suave elevación,
de vaporosa inclinación de los afectos.
Y dentro, la exhumación fatal del fuego,
un despeñarse calmo y retenido
del dolor.
Caminar como una bruma liberada
en pos de la agitada luz que germina en silencio.
Sin rencor.
No puede el alma viva florecer
en la espiral del tiempo.
Y busca inquieta
el instante preciso en que la tierra
se desvanece en horizontes blancos
donde los primigenios ríos
se precipitan.
El agua incendia el caos que se oculta
bajo la impertinente máscara.
No pasa nada.
De nuevo, muchedumbres de esfinges
recorren la ciudad de la apariencia.
Punto final.
Han llegado los pájaros desde el amanecer.

Los pájaros llegan y despiertan los sentidos, abro la lectura de tus versos poeta, ha sido un lujo disfrutarlos
Un abrazo
Carmen

Brillante y hermosísimo, Roberto. Un gusto enorme volver a leer un poema tuyo.

Salud y felicidad.

Me ha gustado el poema: el tiempo del amor, del dolor; la búsqueda que , a veces, se hace irreconciliable. Precioso decir.
Abrazos
Pilar

Recorrer el camino de tus versos ha sido luminoso. Felicidades por el poema y un abrazo.

Desde el cuerpo y alma que da vida a tu poema cojo esa inspiración abierta a la regeneración de lo que se siente y nos rodea.

Me gustó el tono y el lenguaje y la música ritmada.

Un abrazo