Los cambios en la poesía actual
Publicado: Mar, 05 Dic 2017 10:10
Los cambios en la poesía actual
Probablemente sea en la “expresión” donde se da el cambio más radical en la poesía contemporánea, más allá de que cognitivamente también existiera una evolución acentuada. Y no me refiero, en este último caso, al surrealismo o a otras corrientes que se rebelaron contra el planteo argumental clásico, ya que estas corrientes están cerca de cumplir sus cien años de haberse creado. Por tal razón yo no las consideraría ya como partes de la poesía contemporánea. Hoy día, el que escribe, por ejemplo, poemas surrealistas ortodoxos (escritura automática pura) se encuentra desfasado. Hablamos, más bien, de todas las corrientes “ismo” que se han mimetizado en el curso de la poesía tradicional, y hoy son simples afluentes de la misma.
Entendemos como “expresión poética”, la forma de manifestar y trasmitir con palabras un pensamiento, una idea, un sentimiento, una abstracción, etc. En este sentido es que la poesía ha llegado a un punto muy complejo en fondo y forma.
Intentaré detallar algunas de las características que he estudiado y sobre las cuales he reflexionado:
—La cotidianeidad: la poesía de la rutina existencial, renunciando a los temas oníricos.
—La desnudez desinhibida del espíritu (honestidad del sentimiento, sin mentiras o exageraciones románticas, sin narcisismo).
—Divulgación de los secretos más personales (como una liberación social).
—Exhumación de los recuerdos más atascados de la memoria (como una catarsis, una autoterapia de curación).
—La inmediatez. Casi como un periodismo, como un tratamiento serio de la nimiedad.
—El estilo tan libre que se ha vuelto sutilmente aprosado.
—La paradoja, las imágenes sorprendentes, las metáforas surrealistas que acompañan una argumentación lúcida.
—La parquedad musical y armonía estructural.
Sin embargo, la voz del poeta es más sensible y conmovedora, presentándose como una solitaria ave en migración. Como una obstinación entre miles de posibles vuelos (o voces), que sólo desea detener el tiempo y hacernos reflexionar-contemplar nuestra propia naturaleza interior. Y el poeta se convierte, entonces, en un investigador que descubre y presenta nuevos fondos, nuevos contenidos, nuevas formas, siempre utilizándose a sí mismo como conejillo de indias, para mostrarnos la crónica de su vida de una manera original que contrasta con lo habitual, con el modo al cual nos habíamos acostumbrado.
La superpoblación de poetas, debido a la tecnología, es hoy enormemente mayor que antes. Existen más poetas que nunca, hasta el extremo de acercarse a una babel de incontables voces.
Ya casi no existen los grandes poetas que dominaban el escenario mundial. Por esta razón es muy difícil hoy dar con los poetas auténticos. Hay que buscarlos como una aguja en un pajar. Si antes se leían los poemas a partir de la elección de un nombre; hoy, es al revés: hay que buscar al poeta detrás de los poemas.
Al encontrar al poeta detrás de sus poemas, se topa uno con otro inconveniente: el desciframiento de los símbolos, ya que el subjetivismo es cada vez más profundo. Ya no es extraño que cada vez más nos encontremos frente a poemas de una complejidad ilegible. Más que nunca, hoy día, hace falta conocer la biografía, la personalidad, la salud mental, los estimulantes psíquicos que consumen los poetas, para aprehender con mayor claridad el sentido, el mensaje de sus poemas. Por ejemplo, hay una diferencia visible en la poesía abstemia de Jorge Luís Borges, con la alcohólica de Rubén Darío, la psiquiátrica de Leopoldo María Panero, o la opiácea de los simbolistas franceses (además del ajenjo).
Es tan amplio hoy día el abanico de estilos y registros, que cada lector encuentra la poesía que la hace suya, el poema que se acerca a su sensibilidad, a su interés sentimental. Existen poemas para todos los gustos, y nadie se rige ya por un patrón universal de contenido, forma, ritmo y belleza.
Pero, para suerte de los que seguimos luchando en la búsqueda, la poesía no ha cambiado en: a) conquistar la belleza, b) Interpretar la realidad, c) desentrañar los misterios de la vida, d) encontrar el ritmo adecuado, y e) luchar denodadamente contra el olvido.
En resumen, más allá de los cambios en la poesía actual, el poeta es el orfebre que encuentra a cada tanto el éxtasis de la revelación, de la magia del duende, que no pierde ni un momento el entusiasmo de crear, y que la trasmite al ávido lector que quiere encontrarse a sí mismo en el poema.
Probablemente sea en la “expresión” donde se da el cambio más radical en la poesía contemporánea, más allá de que cognitivamente también existiera una evolución acentuada. Y no me refiero, en este último caso, al surrealismo o a otras corrientes que se rebelaron contra el planteo argumental clásico, ya que estas corrientes están cerca de cumplir sus cien años de haberse creado. Por tal razón yo no las consideraría ya como partes de la poesía contemporánea. Hoy día, el que escribe, por ejemplo, poemas surrealistas ortodoxos (escritura automática pura) se encuentra desfasado. Hablamos, más bien, de todas las corrientes “ismo” que se han mimetizado en el curso de la poesía tradicional, y hoy son simples afluentes de la misma.
Entendemos como “expresión poética”, la forma de manifestar y trasmitir con palabras un pensamiento, una idea, un sentimiento, una abstracción, etc. En este sentido es que la poesía ha llegado a un punto muy complejo en fondo y forma.
Intentaré detallar algunas de las características que he estudiado y sobre las cuales he reflexionado:
—La cotidianeidad: la poesía de la rutina existencial, renunciando a los temas oníricos.
—La desnudez desinhibida del espíritu (honestidad del sentimiento, sin mentiras o exageraciones románticas, sin narcisismo).
—Divulgación de los secretos más personales (como una liberación social).
—Exhumación de los recuerdos más atascados de la memoria (como una catarsis, una autoterapia de curación).
—La inmediatez. Casi como un periodismo, como un tratamiento serio de la nimiedad.
—El estilo tan libre que se ha vuelto sutilmente aprosado.
—La paradoja, las imágenes sorprendentes, las metáforas surrealistas que acompañan una argumentación lúcida.
—La parquedad musical y armonía estructural.
Sin embargo, la voz del poeta es más sensible y conmovedora, presentándose como una solitaria ave en migración. Como una obstinación entre miles de posibles vuelos (o voces), que sólo desea detener el tiempo y hacernos reflexionar-contemplar nuestra propia naturaleza interior. Y el poeta se convierte, entonces, en un investigador que descubre y presenta nuevos fondos, nuevos contenidos, nuevas formas, siempre utilizándose a sí mismo como conejillo de indias, para mostrarnos la crónica de su vida de una manera original que contrasta con lo habitual, con el modo al cual nos habíamos acostumbrado.
La superpoblación de poetas, debido a la tecnología, es hoy enormemente mayor que antes. Existen más poetas que nunca, hasta el extremo de acercarse a una babel de incontables voces.
Ya casi no existen los grandes poetas que dominaban el escenario mundial. Por esta razón es muy difícil hoy dar con los poetas auténticos. Hay que buscarlos como una aguja en un pajar. Si antes se leían los poemas a partir de la elección de un nombre; hoy, es al revés: hay que buscar al poeta detrás de los poemas.
Al encontrar al poeta detrás de sus poemas, se topa uno con otro inconveniente: el desciframiento de los símbolos, ya que el subjetivismo es cada vez más profundo. Ya no es extraño que cada vez más nos encontremos frente a poemas de una complejidad ilegible. Más que nunca, hoy día, hace falta conocer la biografía, la personalidad, la salud mental, los estimulantes psíquicos que consumen los poetas, para aprehender con mayor claridad el sentido, el mensaje de sus poemas. Por ejemplo, hay una diferencia visible en la poesía abstemia de Jorge Luís Borges, con la alcohólica de Rubén Darío, la psiquiátrica de Leopoldo María Panero, o la opiácea de los simbolistas franceses (además del ajenjo).
Es tan amplio hoy día el abanico de estilos y registros, que cada lector encuentra la poesía que la hace suya, el poema que se acerca a su sensibilidad, a su interés sentimental. Existen poemas para todos los gustos, y nadie se rige ya por un patrón universal de contenido, forma, ritmo y belleza.
Pero, para suerte de los que seguimos luchando en la búsqueda, la poesía no ha cambiado en: a) conquistar la belleza, b) Interpretar la realidad, c) desentrañar los misterios de la vida, d) encontrar el ritmo adecuado, y e) luchar denodadamente contra el olvido.
En resumen, más allá de los cambios en la poesía actual, el poeta es el orfebre que encuentra a cada tanto el éxtasis de la revelación, de la magia del duende, que no pierde ni un momento el entusiasmo de crear, y que la trasmite al ávido lector que quiere encontrarse a sí mismo en el poema.