Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:Casi la nada.
Quedan rescoldos de la rendición;
y el fuego, que interrumpe el desánimo,
se alza a la mirada.

El corazón, que late acompasado a la vida,
licua su sangre
para calentar el rostro.

¡Cómo, de pronto, los rosales muertos recuperan sus pétalos
y la savia tiñe el aire!.

¡Cómo aligero el paso al horizonte poblado de luz
y se acercan los mirlos recuperados del frío!.

Fue la nada, y hoy,
se llena el cráneo de aceras vivas
por las que anda desnudo el sentimiento.

Este calor es pasajero
como un tren en su ruta bajo la dirección del viento.

Una viaje de paisajes vivos
que el tiempo agosta intermitente.

En las saetas del reloj me siento
cuando el miedo se fuga amilanado.
Allí construyo las paredes del silencio,
y me sumerjo en el instante.

Rosa Martín escribió:No hay que rendirse, compañera, no sin haber luchado
con verso, verbo y besos;)
Un placer, Pilar,siempre es un placer leerte.
Un abrazo y feliz semana

Silvia Savall escribió:

Pilar Morte escribió:Casi la nada.
Quedan rescoldos de la rendición;
y el fuego, que interrumpe el desánimo,
se alza a la mirada.

El corazón, que late acompasado a la vida,
licua su sangre
para calentar el rostro.

¡Cómo, de pronto, los rosales muertos recuperan sus pétalos
y la savia tiñe el aire!.

¡Cómo aligero el paso al horizonte poblado de luz
y se acercan los mirlos recuperados del frío!.

Fue la nada, y hoy,
se llena el cráneo de aceras vivas
por las que anda desnudo el sentimiento.

Este calor es pasajero
como un tren en su ruta bajo la dirección del viento.

Una viaje de paisajes vivos
que el tiempo agosta intermitente.

En las saetas del reloj me siento
cuando el miedo se fuga amilanado.
Allí construyo las paredes del silencio,
y me sumerjo en el instante.

Qué grandes versos compañera.
El cierre arrebatador...
Un abrazo grande.

Pilar Morte escribió:Casi la nada.
Quedan rescoldos de la rendición;
y el fuego, que interrumpe el desánimo,
se alza a la mirada.

El corazón, que late acompasado a la vida,
licua su sangre
para calentar el rostro.

¡Cómo, de pronto, los rosales muertos recuperan sus pétalos
y la savia tiñe el aire!.

¡Cómo aligero el paso al horizonte poblado de luz
y se acercan los mirlos recuperados del frío!.

Fue la nada, y hoy,
se llena el cráneo de aceras vivas
por las que anda desnudo el sentimiento.

Este calor es pasajero
como un tren en su ruta bajo la dirección del viento.

Una viaje de paisajes vivos
que el tiempo agosta intermitente.

En las saetas del reloj me siento
cuando el miedo se fuga amilanado.
Allí construyo las paredes del silencio,
y me sumerjo en el instante.

Armilo Brotón escribió:Un bello canto a la vida con la rabia y pasión que sacas cuando el verso lo requiere.
Un abrazo fuerte.