Año Cero. Hallie y Alfonso
Publicado: Mié, 25 Oct 2017 21:35
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Somos viajeros inventando una ciudad a la que vamos a llegar.
“Hallie y Engel estuvieron aquí” (mensaje encontrado en un vagón de tren)
Cuando Hallie y Engel lo escribieron no sabían quién leería su mensaje. No saben que quien lo encontró leyó sus palabras y añadió unos versos a ellas.
Ese aspecto de juguete de aquel tren que recrea un primer viaje a la ciudad de todas partes va hilvanando sus miradas. Están sin equipaje tendidos en la belleza de las ruinas que tiene la nostalgia. El revisor que se aleja en silencio, los aromas reposados en los asientos, el relato de espuma de mar en los ojos de Hallie. Todo es sublevación y hermosura, y la luz que entra por la ventanilla aletea un sueño, para adueñarse de otro nuevo atardecer. En el vagón hay ojos, alas de mariposa que buscan el beso del amante, el camino compartido.
Me intriga sus pasados. Quienes fueron. Quienes eran, quienes son todavía. Dependo de sus pasados. Dependo de lo que desconozco para escribir una historia que yo llamo - Año Cero –
Me pregunto qué será de ellos, los imagino felices, pasando la vida haciendo planes. Planes para casi todo. Sin tener miedo a pedir perdón y a perdonar. Y, sobre todo, sin esperar. Sin esperar a otro momento más propicio, a que cambien las condiciones. No esperar a decir las palabras que convierten en ebrios a los amantes.
No recuerdo cuando iniciamos el viaje a los párrafos del tiempo, pero había luz, mucha luz; embriagaba la transitoriedad de las nubes, el fonema del viento, el arraigo de la historia que jugaba a desfilar entre los dedos del poeta. Engel ha preparado los visos del día, ha creado la mágica palabra para que pueda vivir en contiendas y vuelos; sabe como irradiar los caminos con migas de cuarzo; sabe como pocos, ahondar en los flagelos del eclipse para curar pasados, para alinear los hombros y el buen azar. Dejamos nuestro inicio allí, perdido en los matices de la tinta y amigado con el resplandor...
Creo que algunos han pintado el perdón con manos frias, otros han cambiado de ojos para desobedecer la ternura. Y muchos más, han hecho de la eclosión de los rastros, la piel de sus abrigos.
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Este trabajo conjunto ha sido una iniciativa de nuestro querido poeta, Alfonso Alfaro (Engel). Mil gracias, amigo. Como siempre un honor compartir ideas y proyectos contigo.
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Somos viajeros inventando una ciudad a la que vamos a llegar.
“Hallie y Engel estuvieron aquí” (mensaje encontrado en un vagón de tren)
Cuando Hallie y Engel lo escribieron no sabían quién leería su mensaje. No saben que quien lo encontró leyó sus palabras y añadió unos versos a ellas.
Ese aspecto de juguete de aquel tren que recrea un primer viaje a la ciudad de todas partes va hilvanando sus miradas. Están sin equipaje tendidos en la belleza de las ruinas que tiene la nostalgia. El revisor que se aleja en silencio, los aromas reposados en los asientos, el relato de espuma de mar en los ojos de Hallie. Todo es sublevación y hermosura, y la luz que entra por la ventanilla aletea un sueño, para adueñarse de otro nuevo atardecer. En el vagón hay ojos, alas de mariposa que buscan el beso del amante, el camino compartido.
Me intriga sus pasados. Quienes fueron. Quienes eran, quienes son todavía. Dependo de sus pasados. Dependo de lo que desconozco para escribir una historia que yo llamo - Año Cero –
Me pregunto qué será de ellos, los imagino felices, pasando la vida haciendo planes. Planes para casi todo. Sin tener miedo a pedir perdón y a perdonar. Y, sobre todo, sin esperar. Sin esperar a otro momento más propicio, a que cambien las condiciones. No esperar a decir las palabras que convierten en ebrios a los amantes.
No recuerdo cuando iniciamos el viaje a los párrafos del tiempo, pero había luz, mucha luz; embriagaba la transitoriedad de las nubes, el fonema del viento, el arraigo de la historia que jugaba a desfilar entre los dedos del poeta. Engel ha preparado los visos del día, ha creado la mágica palabra para que pueda vivir en contiendas y vuelos; sabe como irradiar los caminos con migas de cuarzo; sabe como pocos, ahondar en los flagelos del eclipse para curar pasados, para alinear los hombros y el buen azar. Dejamos nuestro inicio allí, perdido en los matices de la tinta y amigado con el resplandor...
Creo que algunos han pintado el perdón con manos frias, otros han cambiado de ojos para desobedecer la ternura. Y muchos más, han hecho de la eclosión de los rastros, la piel de sus abrigos.
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Este trabajo conjunto ha sido una iniciativa de nuestro querido poeta, Alfonso Alfaro (Engel). Mil gracias, amigo. Como siempre un honor compartir ideas y proyectos contigo.