Editorial Alaire

Mi madre lava los trapos sucios en la laguna.
Sus manos brillan entre la madera, el anillo de boda y la nieve de la noche.
Las manos golpean el sudor y las manchas de carmín.
Las manos golpean las nubes y los cantos del camino.
Mi madre lava los trapos sucios en la laguna.
Las manos acarician las lámparas colgadas de la muralla romana.
Las manos acarician el invierno y las cerraduras de los calabozos,
lavan y rompen el hielo de la laguna, son unas manos delgadas, hermosas y erfiadas.
Mi madre entra en coma en la clínica de San Juan de Dios, por un tumor.
Hasta aquí hemos llegado, faltaría más, decía quedamente, mientras
unos dedos anónimos bajaban los párpados de unos ojos verdes como el mar Cantábrico.
Mi madre me dio a luz un viernes, a las ocho de la mañana, y se quedó tan ancha.
Vaya trago ha pasado esta mujer, comentaba agobiada la comadrona lavándose las manos en el palanganero de porcelana del dormitorio.
Me quedé embelesado con la luz primera.

Manuel, qué belleza. Me has emocionado mucho; esos ojos verdes como el Cantábrico me recuerdan los de mi propia madre. Vas escalando poesía arriba y tocas y evocas y transmiites. La luz primera, tan lejana y cercana como un círculo de afecto interminable...

De pie para los aplausos, amigo; gracias por estar. Abrazos.

Gracias Hallie, un abrazo, amiga.

Satisfecha está la madre y ancha sintiendo y asintiendo este poema.
Un abrazo

Emotivos recuerdos que traes con belleza y sentimiento.
Abrazos
Pilar

Gracias Guillermo, un abrazo, amigo.

Gracias Pilar, un abrazo, amiga.

Vuelve para deleite de todos.

Gracias Hallie, un abrazo, amiga.

Muy hermoso poema, pleno de emotividad y un muy sentido y delicado encanto. Me ha gustado mucho, Manuel.
Aplaudo tus versos.

Un abrazo.

Gracias Ramón, un abrazo, amigo.

Emocionada te leo Manuel, hay mucha ternura en tus versos
te felicito
Un abrazo
Carmen

Manuel Alonso escribió:Mi madre lava los trapos sucios en la laguna.
Sus manos brillan entre la madera, el anillo de boda y la nieve de la noche.
Las manos golpean el sudor y las manchas de carmín.
Las manos golpean las nubes y los cantos del camino.
Mi madre lava los trapos sucios en la laguna.
Las manos acarician las lámparas colgadas de la muralla romana.
Las manos acarician el invierno y las cerraduras de los calabozos,
lavan y rompen el hielo de la laguna, son unas manos delgadas, hermosas y erfiadas.
Mi madre entra en coma en la clínica de San Juan de Dios, por un tumor.
Hasta aquí hemos llegado, faltaría más, decía quedamente, mientras
unos dedos anónimos bajaban los párpados de unos ojos verdes como el mar Cantábrico.
Mi madre me dio a luz un viernes, a las ocho de la mañana, y se quedó tan ancha.
Vaya trago ha pasado esta mujer, comentaba agobiada la comadrona lavándose las manos en el palanganero de porcelana del dormitorio.
Me quedé embelesado con la luz primera.

Es un poema hipnótico. Sus versos son péndulos que te llevan de la mano, hacia el lago con todo y ropa, te llevan a un coma, un calabozo , te lleva entre las manos a la fusion y la separación del nacimiento y la muerte. Es un poema de gran profundidad y reflexión, muy bello! ERA

Gracias Carmen, un abrazo, amiga.

Gracias ERA, un abrazo, amiga.