Editorial Alaire

No me dejes solo, aunque te lo pida
Deposita mis despojos en el hosario.

Ya Nombran a Dios sobre mi carne
No para salvarme, sino para comerme.
Baldean mi sangre fecal, y mis fluídos
Reptan por el suelo hasta el desagüe.

Deshojado hasta de los cartílagos,
Estrujan los aceites de mis sesos
Para el proceso doloroso de curtido
De la piel de mi lomo, que aún siente.

Derogado mi pacto con el aire,
Que solía beber a tragos hondos,
Aviva con soplidos de oxígeno negro
Las llamaradas que me devoran.

Cuando inventen antenas parabólicas
Que capten los susurros de los muertos
En revelaciones cacofónicas
Contaré mis secretos guturales.

Como decía Schopenhauer: "El hombre ha hecho en la Tierra un infierno para los animales", no sabría decir si en ciertos casos hay justificación (el hombre es omnívoro por naturaleza), pero se debería poner límites (y un mínimo de sensibilidad) en muchos casos.
Buen poema, Daniel, y bienvenido a Alaire, compañero.

Muchas gracias Luis por tu comentario. Hace un par de años hice un viaje a Marruecos, coincidiendo con las fiesta del cordero. Yo, que he presenciado matanzas de animales en mi casa muchas veces, no sé si por lo exótico o por lo ritual del sacrificio, me vi como nunca conmovido por la escena, que no olvidaré.

Estoy en contra del maltrato animal en cualquier forma. Tú expresas con la fuerza de tus versos uno de esos instantes. Me gustó leerte y te doy la bienvenida al foro.
Un abrazo
Pilar