Editorial Alaire

Aflicción a media noche.
(Confesión de un pasado proceloso)

En estas horas tan profundas de la
noche -cuando brillan las estrellas en
el cielo y en la tierra descansa el
egoísmo-, ni mi voluntad, ni mi
pensamiento ya son míos, porque se
ahogaron con el humo del tabaco
y el güisqui de mi copa, que envenenan
el río de mi sangre y apagan el
crisol de mis sentidos

Mi alma, es un halcón que vuela por
el suelo, mis palabras un intento
que se pega en mi saliva.

¡Oh Señor, las riendas de mi vida se
me fueron de las manos; tu Nombre y
tu Cruz se desmoronan... mi credo se
apartó de tu doctrina!

¿Qué es lo que hago aquí?, me pregunto una y
otra vez, sin tener la valentía
ni el coraje de marcharme.

Me siento como un árbol sin corteza
en este oscuro cuchitril, donde las
risas son espadas que taladran mis
oídos y los ojos de la gente
lamparillas de lascivia que brillan
como teas encendidas…

¡Oh Señor,

mi alma no encuentra tu refugio, ni mi
corazón tu gozo: mi conciencia se
diluye entre un montón de bultos y
sombras imprecisas… el ritmo de mi
pulso se disloca, mi mirada se
enturbia poco a poco…

Las ninfas del relax, pululan como
mariposas, circundando el contorno
de mi mesa. La imagen de mi esposa
con mis hijos, me azota sin parar y
se marcha por el fosco tragaluz
de mi cabeza…

Uno del sur, canta con su guitarra
canciones argentinas y baladas
irlandesas… Me levanto y me hago
amigo del silencio y de la tapa
maltratada del retrete.

Inhalo varias veces y me miro
en el espejo sin reconocerme.

Siento un placer desconocido, suave,
interrumpido por el grito de mi
alma y el plañir de mi conciencia...

Me siento y escribo en un papel versos
aprendidos, garabatos y nombres
de mujeres -frases inconexas…

Me hallo hundido en un mar de soledades:
la angustia y el alcohol me invaden,
¡el remordimiento y el dolor me queman!

Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.

Francisco López Delgado escribió:Aflicción a media noche.
(Confesión de un pasado proceloso)

En estas horas tan profundas de la
noche -cuando brillan las estrellas en
el cielo y en la tierra descansa el
egoísmo-, ni mi voluntad, ni mi
pensamiento ya son míos, porque se
ahogaron con el humo del tabaco
y el güisqui de mi copa, que envenenan
el río de mi sangre y apagan el
crisol de mis sentidos

Mi alma, es un halcón que vuela por
el suelo, mis palabras un intento
que se pega en mi saliva.

¡Oh Señor, las riendas de mi vida se
me fueron de las manos; tu Nombre y
tu Cruz se desmoronan... mi credo se
apartó de tu doctrina!

¿Qué es lo que hago aquí?, me pregunto una y
otra vez, sin tener la valentía
ni el coraje de marcharme.

Me siento como un árbol sin corteza
en este oscuro cuchitril, donde las
risas son espadas que taladran mis
oídos y los ojos de la gente
lamparillas de lascivia que brillan
como teas encendidas…

¡oh Señor,

mi alma no encuentra tu refugio, ni mi
corazón tu gozo: mi conciencia se
diluye entre un montón de bultos y
sombras imprecisas… el ritmo de mi
pulso se disloca, mi mirada se
enturbia poco a poco…

Las ninfas del relax, pululan como
mariposas, circundando el contorno
de mi mesa. La imagen de mi esposa
con mis hijos, me azota sin parar y
se marcha por el fosco tragaluz
de mi cabeza…

Uno del sur, canta con su guitarra
canciones argentinas y baladas
irlandesas… Me levanto y me hago
amigo del silencio y de la tapa
maltratada del retrete.

Inhalo varias veces y me miro
en el espejo sin reconocerme.

Siento un placer desconocido, suave,
interrumpido por el grito de mi
alma y el plañir de mi conciencia...

Me siento y escribo en un papel versos
aprendidos, garabatos y nombres
de mujeres -frases inconexas…

Me hallo hundido en un mar de soledades:
la angustia y el alcohol me invaden,
¡el remordimiento y el dolor me queman!

Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.

Precioso, emocionante y tremendamente evocador, Francisco; me has emocionado mucho. Humanidad que hierve en la sintaxis de una noche, en los refugios de la consciencia triste.

Abrazo y mis sinceras felicitaciones.

Francisco López Delgado escribió:Aflicción a media noche.
(Confesión de un pasado proceloso)

En estas horas tan profundas de la
noche -cuando brillan las estrellas en
el cielo y en la tierra descansa el
egoísmo-, ni mi voluntad, ni mi
pensamiento ya son míos, porque se
ahogaron con el humo del tabaco
y el güisqui de mi copa, que envenenan
el río de mi sangre y apagan el
crisol de mis sentidos

Mi alma, es un halcón que vuela por
el suelo, mis palabras un intento
que se pega en mi saliva.

¡Oh Señor, las riendas de mi vida se
me fueron de las manos; tu Nombre y
tu Cruz se desmoronan... mi credo se
apartó de tu doctrina!

¿Qué es lo que hago aquí?, me pregunto una y
otra vez, sin tener la valentía
ni el coraje de marcharme.

Me siento como un árbol sin corteza
en este oscuro cuchitril, donde las
risas son espadas que taladran mis
oídos y los ojos de la gente
lamparillas de lascivia que brillan
como teas encendidas…

¡oh Señor,

mi alma no encuentra tu refugio, ni mi
corazón tu gozo: mi conciencia se
diluye entre un montón de bultos y
sombras imprecisas… el ritmo de mi
pulso se disloca, mi mirada se
enturbia poco a poco…

Las ninfas del relax, pululan como
mariposas, circundando el contorno
de mi mesa. La imagen de mi esposa
con mis hijos, me azota sin parar y
se marcha por el fosco tragaluz
de mi cabeza…

Uno del sur, canta con su guitarra
canciones argentinas y baladas
irlandesas… Me levanto y me hago
amigo del silencio y de la tapa
maltratada del retrete.

Inhalo varias veces y me miro
en el espejo sin reconocerme.

Siento un placer desconocido, suave,
interrumpido por el grito de mi
alma y el plañir de mi conciencia...

Me siento y escribo en un papel versos
aprendidos, garabatos y nombres
de mujeres -frases inconexas…

Me hallo hundido en un mar de soledades:
la angustia y el alcohol me invaden,
¡el remordimiento y el dolor me queman!

Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.

Cada verso golpea y se queda en el alma. Un poema para releer querido compañero.
Es un honor leerte y dejarte mi huella.
Abrazos para ti.

Muchas gracias Hallie por tu comentario. Este poema expresa la amargura que sentí aquella noche, que pertenece a una época muy difícil de mi vida. Recibe un fuerte abrazo.

Amiga Silvia, gracias por compartir mi testimonio y sentirlo. Recibe un fuerte abrazo.

Sentido y hermoso poema. Golpea y emociona.
Abrazos
Pilar

Todo tu sentir abierto al subterfugio de lo bueno y lo menos bueno contradiciendo quejas y sermones.
Qué planteamiento con la fe también abierta y el alcohol provocando el cierre.
Con esto estoy dispuesto a confesar que si la noche se hace larga da mucho de sí quieres confesar y confesarte.

Un abrazo

Muchas gracias Pilar por tus bellas palabras. Abrazos cordiales.

Así es Guillermo Cuesta. La contradicción de lo que a veces hacemos con lo que deseamos hacer, se pone de manifiesto en mi poema. Las noches no son buenas cuando las aderezan las malas compañías y los delirios del alcohol... pero esta triste experiencia, queda en mi bagaje como referencia de lo que no he de volver a hacer. Gracias por tus palabras. Recibe un fraternal abrazo.

Me he quedado `perpleja Francisco, ayer leí tus versos y creí haberte dejado un comentario emocionado por lo hondamente que me llegó, pero,,,supongo que no le daría a enviar cuando no le veo
Es un poema que me erizó la piel , me gusta muchísimo
Un abrazo
Carmen

Apreciada Carmen, muchas gracias por tus sentidas palabras. Esta, fue una experiencia muy triste, uno de los tantos tropezones de mi azaroso pasado. Gracias a Dios he podido rectificar y encontrar el camino correcto que me marcó su luz. Recibe un afectuoso abrazo.

Hay que ser valientes para hacer confesiones, Francisco. Todo el poema es un acorde a la humanidad del poeta.
Resulta conmovedor y con una carga emocional que colma al lector.
Un placer de lectura y un fuerte abrazo con la mejor de las sonrisas para tu nuevo camino.

Gracias Carmen Pla. Tu último poema es precioso. Recibe un afectuoso abrazo.

La hora crítica del desasosiego, cuando tiemblan las certezas y el ser busca apoyarse en respuestas que se ausentan, mientras la angustia campea como un viento sin control.

Profundo y conmovedor, Francisco..

Marimar, agradezco tu comprensión y tomo tus palabras como mías. Muchas gracias amiga. Te abrazo en la distancia.