Editorial Alaire

Aquellos instantes de nube en la atmósfera
de un nido terne, el color apenas ingrávido
de las sombras, un murmullo de cercanía
como la lengua de un bípedo que ama tu piel
o tu himen. La luz eternamente blanca, la calidez
de un soplo que no arruga el tiempo. Hasta allí,
hasta el claustro dócil donde la ingeniería del corazón
extiende sus ramas y se renueva la sangre hacia
un dios sin memoria. En la versátil identidad de la flor,
en la ola que columpia su tacto líquido bajo los pies
del imberbe, el tallo que apunta un soliloquio, la ternura
que morirá con el círculo de este tronco que dibuja
el devenir (signos cuneiformes, jeroglíficos imperfectos)
en pestañas ausentes, las que serán en el futuro el haz
de los narcisos que buscan la tibieza de un pecho caído,
el rostro de la madre ya envejecido, la palabra que el padre
nunca dijo, el labio de una mujer que huyó de sí, la hija
insomne que se acuerda de la sal en la lágrima que le
rozó con su arcoíris de cien dentelladas azules.

[quote="Ramón Carballal"]

Las habitaciones de los niños siempre serán eso porque cuando se van llegan los nietos y siguen siendo las habitaciones de los niños.
Quedan las imágenes, los aromas y la ingeniería del corazón de las madres(que bonito esto, Ramón, y qué cierto).
Me alegra mucho leerte de nuevo y he disfrutado este poema, mucho.
Un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Aquellos instantes de nube en la atmósfera
de un nido terne, el color apenas ingrávido
de las sombras, un murmullo de cercanía
como la lengua de un bípedo que ama tu piel
o tu himen. La luz eternamente blanca, la calidez
de un soplo que no arruga el tiempo. Hasta allí,
hasta el claustro dócil donde la ingeniería del corazón
extiende sus ramas y se renueva la sangre hacia
un dios sin memoria. En la versátil identidad de la flor,
en la ola que columpia su tacto líquido bajo los pies
del imberbe, el tallo que apunta un soliloquio, la ternura
que morirá con el círculo de este tronco que dibuja
el devenir(signos cuneiformes, jeroglíficos imperfectos)
en pestañas ausentes, las que serán en el futuro el haz
de los narcisos que buscan la tibieza de un pecho caído,
el rostro de la madre ya envejecido, la palabra que el padre
nunca dijo, el labio de una mujer que huyó de sí, la hija
insomne que se acuerda de la sal en la lágrima que le
rozó con su arcoíris de cien dentelladas azules.

El ambiente infantil que poen vida es resuello de todo lo que
aúna pensares y sentires.

Me gustó el poema, amigo. Te felicito y te envío un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Aquellos instantes de nube en la atmósfera
de un nido terne, el color apenas ingrávido
de las sombras, un murmullo de cercanía
como la lengua de un bípedo que ama tu piel
o tu himen. La luz eternamente blanca, la calidez
de un soplo que no arruga el tiempo. Hasta allí,
hasta el claustro dócil donde la ingeniería del corazón
extiende sus ramas y se renueva la sangre hacia
un dios sin memoria. En la versátil identidad de la flor,
en la ola que columpia su tacto líquido bajo los pies
del imberbe, el tallo que apunta un soliloquio, la ternura
que morirá con el círculo de este tronco que dibuja
el devenir(signos cuneiformes, jeroglíficos imperfectos)
en pestañas ausentes, las que serán en el futuro el haz
de los narcisos que buscan la tibieza de un pecho caído,
el rostro de la madre ya envejecido, la palabra que el padre
nunca dijo, el labio de una mujer que huyó de sí, la hija
insomne que se acuerda de la sal en la lágrima que le
rozó con su arcoíris de cien dentelladas azules.

Me gustaria dibujar cada una de estas imagines, Ramon, es lo que siento al leer este mural de evocaciones que es tu poema. Un viaje maravilloso el leerte. ERA

Marisa Peral escribió:

Ramón Carballal escribió:
Las habitaciones de los niños siempre serán eso porque cuando se van llegan los nietos y siguen siendo las habitaciones de los niños.
Quedan las imágenes, los aromas y la ingeniería del corazón de las madres(que bonito esto, Ramón, y qué cierto).
Me alegra mucho leerte de nuevo y he disfrutado este poema, mucho.
Un abrazo.

Muchas gracias, Marisa. Un abrazo, amiga.

Guillermo Cuesta escribió:

Ramón Carballal escribió:Aquellos instantes de nube en la atmósfera
de un nido terne, el color apenas ingrávido
de las sombras, un murmullo de cercanía
como la lengua de un bípedo que ama tu piel
o tu himen. La luz eternamente blanca, la calidez
de un soplo que no arruga el tiempo. Hasta allí,
hasta el claustro dócil donde la ingeniería del corazón
extiende sus ramas y se renueva la sangre hacia
un dios sin memoria. En la versátil identidad de la flor,
en la ola que columpia su tacto líquido bajo los pies
del imberbe, el tallo que apunta un soliloquio, la ternura
que morirá con el círculo de este tronco que dibuja
el devenir(signos cuneiformes, jeroglíficos imperfectos)
en pestañas ausentes, las que serán en el futuro el haz
de los narcisos que buscan la tibieza de un pecho caído,
el rostro de la madre ya envejecido, la palabra que el padre
nunca dijo, el labio de una mujer que huyó de sí, la hija
insomne que se acuerda de la sal en la lágrima que le
rozó con su arcoíris de cien dentelladas azules.

El ambiente infantil que poen vida es resuello de todo lo que
aúna pensares y sentires.

Me gustó el poema, amigo. Te felicito y te envío un abrazo.

Gracias, Guillermo, por leerme y comentar. Un abrazo.

Un disfrute pasar por esa habitación que es de todos los que tuvimos alguna. Un poema precioso. Felicidades
Besos
Pilar

E. R. Aristy escribió:

Ramón Carballal escribió:Aquellos instantes de nube en la atmósfera
de un nido terne, el color apenas ingrávido
de las sombras, un murmullo de cercanía
como la lengua de un bípedo que ama tu piel
o tu himen. La luz eternamente blanca, la calidez
de un soplo que no arruga el tiempo. Hasta allí,
hasta el claustro dócil donde la ingeniería del corazón
extiende sus ramas y se renueva la sangre hacia
un dios sin memoria. En la versátil identidad de la flor,
en la ola que columpia su tacto líquido bajo los pies
del imberbe, el tallo que apunta un soliloquio, la ternura
que morirá con el círculo de este tronco que dibuja
el devenir(signos cuneiformes, jeroglíficos imperfectos)
en pestañas ausentes, las que serán en el futuro el haz
de los narcisos que buscan la tibieza de un pecho caído,
el rostro de la madre ya envejecido, la palabra que el padre
nunca dijo, el labio de una mujer que huyó de sí, la hija
insomne que se acuerda de la sal en la lágrima que le
rozó con su arcoíris de cien dentelladas azules.

Me gustaria dibujar cada una de estas imagines, Ramon, es lo que siento al leer este mural de evocaciones que es tu poema. Un viaje maravilloso el leerte. ERA

Gracias, amiga, por el amable comentario. Un abrazo.

Pilar Morte escribió:Un disfrute pasar por esa habitación que es de todos los que tuvimos alguna. Un poema precioso. Felicidades
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, por tus palabras. Besos.

Muy bello trabajo, amigo Ramón.
Abrazos.

Me gustan tus propuestas íntimas que me transportan contigo a un lugar común de recuerdos.
Genial el poema.
Un abrazo.

Rafel Calle escribió:Muy bello trabajo, amigo Ramón.
Abrazos.

Gracias, Rafel. Un abrazo.

Armilo Brotón escribió:Me gustan tus propuestas íntimas que me transportan contigo a un lugar común de recuerdos.
Genial el poema.
Un abrazo.

Gracias por tus palabras Un abrazo.

Bello y sentido poema, amigo, escrito desde la nostalgia. Me ha gustado mucho. Un abrazo.

Sugerente y bello el poema que nos dejas Ramón. Me gustó y disfruté leyendo

saludos

rafael