Lo que tú no sabes
Publicado: Jue, 07 Sep 2017 12:04
LO QUE TÚ NO SABES
Sabes que el pelo recogido
te sienta bien
y sales a la calle con tu bolso favorito
y esa falda que hace juego con el color
de tu pañuelo.
Sé a dónde te diriges.
Es sábado.
Y los sábados, como siempre,
quedamos a las nueve en punto
en ese café del bulevar
que a ti tanto te gusta.
(Pero lo que no sabes,
intuyes ni imaginas,
es que te sigo por las calles,
de cerca, como un espía,
para observar cómo te mueves
delante de mis ojos).
Dan las nueve. Acelero el paso
y cruzo en diagonal la acera
para llegar a nuestra cita
apenas un segundo antes que tú.
«Cariño —me saludas y me dices
mimosa con un beso—,
siempre llegas el primero,
¿llevas mucho esperando?»
Yo, como de costumbre,
miro al reloj y miento:
«Diez minutos».
Tú sabes
que el pelo recogido tras la nuca
te sienta bien, y sabes que tu falda
combina con el bolso y el color
de tu pañuelo.
Pero lo que no sabes, intuyes, ni imaginas,
es que tu pie derecho apunta
un poco hacia adentro al caminar.
Y puestos a escoger
de entre todas las cosas
de las que tú presumes, yo me quedo
con ese tic hermoso, gracioso, de tu pie
cuando caminas.
Gesto que yo me pierdo
si paseo contigo de la mano.
Y esto será un secreto
y un regalo que tú me haces
cuando te sigo por las calles
camino al bulevar.
--oOo--
Sabes que el pelo recogido
te sienta bien
y sales a la calle con tu bolso favorito
y esa falda que hace juego con el color
de tu pañuelo.
Sé a dónde te diriges.
Es sábado.
Y los sábados, como siempre,
quedamos a las nueve en punto
en ese café del bulevar
que a ti tanto te gusta.
(Pero lo que no sabes,
intuyes ni imaginas,
es que te sigo por las calles,
de cerca, como un espía,
para observar cómo te mueves
delante de mis ojos).
Dan las nueve. Acelero el paso
y cruzo en diagonal la acera
para llegar a nuestra cita
apenas un segundo antes que tú.
«Cariño —me saludas y me dices
mimosa con un beso—,
siempre llegas el primero,
¿llevas mucho esperando?»
Yo, como de costumbre,
miro al reloj y miento:
«Diez minutos».
Tú sabes
que el pelo recogido tras la nuca
te sienta bien, y sabes que tu falda
combina con el bolso y el color
de tu pañuelo.
Pero lo que no sabes, intuyes, ni imaginas,
es que tu pie derecho apunta
un poco hacia adentro al caminar.
Y puestos a escoger
de entre todas las cosas
de las que tú presumes, yo me quedo
con ese tic hermoso, gracioso, de tu pie
cuando caminas.
Gesto que yo me pierdo
si paseo contigo de la mano.
Y esto será un secreto
y un regalo que tú me haces
cuando te sigo por las calles
camino al bulevar.
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