Oxígeno
Publicado: Mié, 06 Sep 2017 17:07
El oxígeno nos mantiene en vida y con el tiempo nos la quita, todas las células se oxidan.
Pero ¿qué ocurrirá cuando el oxígeno resbale por nuestra piel y se pierda por el desagüe del lavabo?
O cuando podamos incluso morir sin respirar, como ocurre con las cosas?
Viviríamos más, muchísimo más, incluso para siempre, no necesitaremos a nadie.
Seríamos los mismos, los mismos de siempre y otros más.
Seríamos demasiados y otros más.
Sería horrible, qué tumulto, qué latrocinio, qué multitudes...
Cerrarían necesariamente los negocios, los bares, los colegios, los hospitales...
En cambio abrirían las fronteras.
Habría que inventar nuevas fórmulas para perecer, qué barbaridad, otra vez las armas, quién sabe de qué tipo, seguramente acabaríamos con todo y con todo nos quedaríamos.
Pero todo es una cifra que asusta, provoca náuseas, vértigos, vómitos, desajustes. Nosotros estamos acostumbrados a la nada. De la nada se puede salir, lo podemos intentar, incluso a mariposa.
Desearíamos respirar entonces, respirar de nuevo, tranquilos, el elixir de la vida, el oxígeno como los peces.
Volveríamos a recibir la correspondencia, regresaríamos al espacio, al anhídrido carbónico, capa de ozono, lluvia ácida, efecto invernadero.
Nos aniquilaríamos de nuevo, tan tranquilos, las armas renovadas, completamente oxidados, satisfechos.
Volveríamos a frecuentar los bares, a vivir las estaciones, a salir los fines de semana, a viajar al extranjero.
Lástima que el hombre no sepa, o no quiera saber lo que quiere, debería tener más cuidado, por consiguiente.
Por esa razón, por lo visto, es humano.
Y aunque sea doctor en etiología (ciencia que estudia la causa de las enfermedades), no se le quita la manía (teomanía), esa costumbre tan manida de creerse Dios.
Por la misma razón es posible Dios exista ¿no?
Pero ¿qué ocurrirá cuando el oxígeno resbale por nuestra piel y se pierda por el desagüe del lavabo?
O cuando podamos incluso morir sin respirar, como ocurre con las cosas?
Viviríamos más, muchísimo más, incluso para siempre, no necesitaremos a nadie.
Seríamos los mismos, los mismos de siempre y otros más.
Seríamos demasiados y otros más.
Sería horrible, qué tumulto, qué latrocinio, qué multitudes...
Cerrarían necesariamente los negocios, los bares, los colegios, los hospitales...
En cambio abrirían las fronteras.
Habría que inventar nuevas fórmulas para perecer, qué barbaridad, otra vez las armas, quién sabe de qué tipo, seguramente acabaríamos con todo y con todo nos quedaríamos.
Pero todo es una cifra que asusta, provoca náuseas, vértigos, vómitos, desajustes. Nosotros estamos acostumbrados a la nada. De la nada se puede salir, lo podemos intentar, incluso a mariposa.
Desearíamos respirar entonces, respirar de nuevo, tranquilos, el elixir de la vida, el oxígeno como los peces.
Volveríamos a recibir la correspondencia, regresaríamos al espacio, al anhídrido carbónico, capa de ozono, lluvia ácida, efecto invernadero.
Nos aniquilaríamos de nuevo, tan tranquilos, las armas renovadas, completamente oxidados, satisfechos.
Volveríamos a frecuentar los bares, a vivir las estaciones, a salir los fines de semana, a viajar al extranjero.
Lástima que el hombre no sepa, o no quiera saber lo que quiere, debería tener más cuidado, por consiguiente.
Por esa razón, por lo visto, es humano.
Y aunque sea doctor en etiología (ciencia que estudia la causa de las enfermedades), no se le quita la manía (teomanía), esa costumbre tan manida de creerse Dios.
Por la misma razón es posible Dios exista ¿no?