Nuevo acto de mutilación
Publicado: Mar, 05 Sep 2017 3:47
Voy a inventarle un cupido a la agonía,
al horizonte que no te concibe.
Uno que tenga lanzas como las que hieren a los elefantes,
si es que todavía hay elefantes por herir
( me da que el último sin heridas
lo vimos aquel día en el circo ambulante,
un animal muy noble, dijiste,
¿ pero qué sabías tú de nobleza, ya que aplaudías
al enano que lo hacía entrar por ruedas de fuego?
A veces no estoy seguro si los elefantes todavía existen.
Yo no le llamo vida
a ese blanqueamiento de olvidos.
Fue mi culpa invitarte al circo,
lo hice para demonstrarte que dios era un payaso como otros payasos.
¿Cómo iba a saber de tu manera de idealizar
lo que la memoria convierte en cera?)
Un cupido como el que enamora a los elefantes,
qué bonito suena eso, amada,
de tus labios tiernos, amada.
¿Conservas el anillo con diamante que te regalé después ?
Quería que fuera un día especial,
con elefantes y un cielo abrumador
que nos hubiera gastado
algo de sus ahorros de lluvia.
Pero tú te dejaste llevar, amada,
por el enanito, amada,
a lugares donde las hiedras del perdón
se ahorcaban entre sí.
Aprendiste a no amarme
en un sólo día.
Por eso digo que voy a inventarle a tu adiós
por lo menos un elefante
aunque la gente me dice que no es para tanto,
que la tos de infiernos
se cura perfectamente con anís.
Vastos pensamientos que nadie quiere tener
son las campanas, dice la gente
y yo digo que la agonía es un circo ambulante
donde los aplausos no cesan.
¿Tú qué dices, amada,
ya que has probado la sangre de los elefantes
en aquel beso mío
y te confesé que nunca había besado así,
desde la incoherencia del ángel que habita hoyos de lástima?
al horizonte que no te concibe.
Uno que tenga lanzas como las que hieren a los elefantes,
si es que todavía hay elefantes por herir
( me da que el último sin heridas
lo vimos aquel día en el circo ambulante,
un animal muy noble, dijiste,
¿ pero qué sabías tú de nobleza, ya que aplaudías
al enano que lo hacía entrar por ruedas de fuego?
A veces no estoy seguro si los elefantes todavía existen.
Yo no le llamo vida
a ese blanqueamiento de olvidos.
Fue mi culpa invitarte al circo,
lo hice para demonstrarte que dios era un payaso como otros payasos.
¿Cómo iba a saber de tu manera de idealizar
lo que la memoria convierte en cera?)
Un cupido como el que enamora a los elefantes,
qué bonito suena eso, amada,
de tus labios tiernos, amada.
¿Conservas el anillo con diamante que te regalé después ?
Quería que fuera un día especial,
con elefantes y un cielo abrumador
que nos hubiera gastado
algo de sus ahorros de lluvia.
Pero tú te dejaste llevar, amada,
por el enanito, amada,
a lugares donde las hiedras del perdón
se ahorcaban entre sí.
Aprendiste a no amarme
en un sólo día.
Por eso digo que voy a inventarle a tu adiós
por lo menos un elefante
aunque la gente me dice que no es para tanto,
que la tos de infiernos
se cura perfectamente con anís.
Vastos pensamientos que nadie quiere tener
son las campanas, dice la gente
y yo digo que la agonía es un circo ambulante
donde los aplausos no cesan.
¿Tú qué dices, amada,
ya que has probado la sangre de los elefantes
en aquel beso mío
y te confesé que nunca había besado así,
desde la incoherencia del ángel que habita hoyos de lástima?